¿Qué monedas habrá en el mundo de mañana?

Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM (Natixis IM)

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Capitalbolsa | 14 mar, 2025 08:51 - Actualizado: 12:45
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El mundo que está surgiendo no se parecerá al construido colectivamente hasta ahora. Este mundo integrado tenía fronteras transparentes y ha vivido.

En este mundo, el dólar reina porque se percibe como la moneda menos arriesgada (internacionalmente existe una ley anti-Gresham según la cual el dinero bueno expulsa al malo, y el bueno es el dólar). El euro ha intentado en vano competir con él y el intento de los BRIC de crear otra moneda no ha sido concluyente.

Pero el mundo está cambiando; los desequilibrios que ahora lo caracterizan ya no apuntan hacia una expansión de la globalización sino hacia un reenfoque más local. Estados Unidos está aplicando una política más aislacionista con China y Europa, consideradas no aliadas en la escena internacional. Este nuevo enfoque, forzado por Washington, podría traducirse en una forma de desconfianza hacia los valores estadounidenses y el dólar. Un mundo más vertical, unas fronteras reforzadas y una menor confianza en el billete verde son ingredientes que favorecen la formación de una especie de mundo tripolar.

Hace mucho tiempo, los economistas imaginaron un marco tripolar de este tipo. Cada polo se centraría en un país (Estados Unidos y China) y una región geográfica (la zona euro), pero también en una moneda. Los países vinculados al país de referencia tendrían un tipo de cambio fijo con la moneda de referencia, que fluctuaría con las otras dos.

Este marco plantea muchas cuestiones. La primera es la de la liquidez. Durante las crisis pasadas, crisis que no desaparecerían con este nuevo marco, los bancos centrales siempre han demostrado coordinación para proporcionar liquidez y evitar un colapso del sistema monetario.

¿Seguiría funcionando esa solidaridad? El periodo de transición sería inevitablemente muy largo y, por tanto, generaría incertidumbre para todos los agentes de la economía mundial. Salir del dólar no sería una operación fácil, dado el considerable papel del billete verde en la financiación de la economía mundial.

El establecimiento de un nuevo marco estable sería un proceso largo, con una dimensión autoritaria en su aplicación. También supondría una forma de repliegue de las actividades económicas a las zonas de influencia y, por tanto, un ajuste largo y doloroso del crecimiento y el empleo. La pérdida de confianza en el dólar derivada de la política de la Casa Blanca no se traducirá espontáneamente en un nuevo marco.

Los procesos son largos y caóticos, con el riesgo de ir asociados a conflictos, ya que la falta de ajuste dentro de cada zona provocaría tensiones que podrían llegar a ser insoportables. El giro estadounidense, su dimensión autocrática y su aislacionismo no tranquilizan a los inversores sobre los activos estadounidenses y el dólar. Pero el cambio inevitable traerá el caos.

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