Un cisne negro y algunos cisnes blancos

Juan Carlos Ureta Domingo, presidente ejecutivo Renta 4 Banco

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 30 mar, 2020 19:45
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Decíamos al finalizar nuestro comentario de hace dos semanas que había que prepararse para la "mayor expansión monetaria nunca vista en la historia y para una elevación sin límites del gasto fiscal, saltando todos los parámetros hasta ahora conocidos". Pues bien, esta última semana se ha activado ese escenario de monetización ilimitada y de gasto público infinito.

Las medidas excepcionales de apoyo a la economía adoptadas por la Fed y secundadas por otros Bancos Centrales, han sido, sin duda, la gran novedad de la cuarta y última semana de marzo, un mes en el que las Bolsas y los bonos de baja calidad han vivido lo que ya podemos considerar como el desplome más rápido y vertical de la historia, con diferencia sobre cualquier otro anterior. Un desplome que se añade al de los últimos días de febrero, y que hace que, pese a las subidas de esta última semana (S&P +10,3%, Eurostoxx +7%, Nikkei +17%, MSCI de emergentes +4,9%) el S&P acumule a cierre del pasado viernes una caída del 21,3% desde el uno de enero, el Eurostoxx una caída del 27,1%, el Nikkei una caída del 18% y el MSCI de emergentes una caída del 24,4 %. Caídas, insistimos, tras el "rally" de esta semana, que llevó al Dow Jones el miércoles a tener la mejor jornada en una sesión desde 1933 (por cierto, en plena Gran Depresión) y que, de martes a jueves, hizo subir al S&P un 17%.

No deja de ser irónico que este 'crash' de las Bolsas y de los activos de riesgo en general haya llegado justo cuando todo el mundo empezaba a celebrar con euforia y complacencia desmedidas la presunta salida de la crisis financiera de 2008, y cuando muchos reputados economistas daban por sentado que la palabra "recesión" había pasado a formar parte del vocabulario del siglo XXI.

La idea dominante hace dos meses era que los ciclos habían pasado a la historia, dada la precisión y efectividad de las nuevas herramientas de política económica. Habíamos entrado, de esta forma, en una nueva etapa de crecimiento continuo, y de subida libre de las Bolsas y de los activos de riesgo, gracias a la nueva fórmula "mágica" consistente en la monetización de la deuda de los Gobiernos por los Bancos Centrales. Una fórmula, se decía, capaz de conseguir, utilizando la famosa expresión de Draghi, lo que hiciese falta ("whatever it takes"). Por supuesto todo ello era teorizado por prestigiosos economistas académicos, que explicaban de forma tan elegante como dudosa las bondades de los tipos de interés negativos y la financiación sin límite de los Tesoros por los Bancos Centrales.

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