banca carige

El sector bancario arranca 2019 con la intervención temprana de Banca Carige, la décima entidad de Italia. El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido tomar el mando en un banco que arrastra problemas de capital y de gestión desde hace años, una situación que se agravó este miércoles tras la dimisión en bloque de gran parte de su cúpula. Es la primera pieza en caer dentro del complicado dominó bancario italiano.

La banca del país, una de las más vigiladas por el supervisor europeo, no pasa por su mejor momento tras la inestabilidad sufrida en Italia en los últimos meses, especialmente durante la crisis del Gobierno para sacar adelante los Presupuestos con Bruselas en contra. Algunos analistas consideran que, tras este periodo de inestabilidad, la deuda italiana es más vulnerable a los riesgos externos y, de hecho, tanto los bancos italianos como los españoles se vieron perjudicados el último trimestre del año por su exposición a bonos del país transalpino.

Banca Carige es uno de ellos, si bien la entidad arrastra problemas de financiación desde hace años. A finales de 2017 ya se vio obligado a lanzar una ampliación de capital por 544,4 millones de euros y tenía planes para hacer algo similar este año captando en el mercado otros 400 millones. Una operación que fracasó antes de nacer, dado que fue rechazada por los accionistas, principalmente la familia Malacalza, que ostenta casi el 30% del capital. Tampoco tuvo éxito la intención del consejo de emitir deuda subordinada por otros 300 a 400 millones, que ya habían sido garantizados por otras entidades.

Banca Carige, además, ha perdido el 81% de su valor en bolsa durante 2018 y el 98% en los últimos tres ejercicios. Una pérdida de valor que ha ido acompañada de bajadas de su nota de solvencia por parte de casas de ratings como Fitch, Moody's o Standard and Poor's.

Ahora el BCE ha decidido imponer al banco italiano un equipo de administración temporal que salvaguarde la estabilidad de la entidad tras la dimisión en bloque de gran parte de su consejo de administración y su dirección originada por el fracaso de la ampliación de capital. Esta primera decisión llega, precisamente, el día que el italiano Andrea Enria, anterior presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), se estrena en el cargo de presidente del Consejo de Supervisión del BCE.

ESCALADA DE DIMISIONES

El pasado 22 de diciembre, la junta de accionistas de la entidad se reunió para dar su visto bueno a varios acuerdos, si bien rechazó la propuesta más relevante, la de atribuir al consejo de administración la delegación de poder lanzar una ampliación de capital por un máximo de 400 millones de euros. Además, los accionistas no quisieron aprobar un contrasplit (reagrupación de varias acciones) de un título nuevo del banco por cada mil antiguos.

La dimisión de la cúpula se produce tras fracasar su intento de lanzar una ampliación de capital

El rechazo del primero de estos planteamientos fue el origen de las dimisiones en bloque que se han producido en la cúpula de la entidad. Al día siguiente de la celebración de la junta, la vicepresidenta del consejo, Lucrezia Reichlin, y el accionista y miembro del consejo Raffaele Mincione presentaron sus respectivas dimisiones ante el órgano de gestión.

En esta situación, ese mismo domingo el banco con sede en Génova celebró un consejo de administración para analizar las decisiones tomadas por la junta y una semana después, el pasado lunes, Fabio Monti, que había sido elegido durante la junta como auditor alterno dentro del consejo de vigilancia de la entidad, renunció a este cargo.

Dos días después, el 2 de enero, cinco consejeros (Pietro Modiano, Fabio Innocenzi, Salvatore Bragantini, Bruno Pavesi y Lucía Calvosa), entre ellos el presidente, presentaron su dimisión, situación que el BCE aprovechó para dar un golpe en la mesa y nombrar a tres administradores temporales, así como un comité de vigilancia formado por otros tres directivos. Los gestores temporales serán Fabio Innocenzi, Pietro Modiano y Raffaele Lener. Los dos primeros son el consejero delegado y el presidente de la entidad, que habían renunciado a sus cargos este mismo miércoles.

EN EL PUNTO DE MIRA DEL BCE

El BCE se ha cansado de esperar. Desde hace medio año lleva advirtiendo a la entidad de la necesidad de tener un consejo de administración en condiciones. El pasado julio, de hecho, remitió a Banca Carige una dura misiva en la que le instaba a encontrar una solución para su crisis.

“Una estructura de gobernanza en pleno funcionamiento es particularmente crucial en este momento a la luz de la transformación estratégica sustancial del banco”, señalaba el supervisor, que recordaba a la entidad que en los últimos cuatro años había estado en manos de tres consejeros delegados diferentes y que de los quince miembros del consejo nombrados en 2016 diez habían presentado ya su dimisión.

El banco tiene necesidades de capital, como evidenció el resultado de los test de estrés que el BCE elabora paralelamente a los de la EBA, que solo estudian a las grandes entidades. En ese ejercicio, según ha trascendido, Banca Carige tendría en el escenario adverso un capital inferior al 5,5%, que es el umbral del aprobado que da el mercado.

Esta es la primera intervención de un banco italiano tras las liquidaciones de Banca Popolare de Vincenza y Veneto Banca ejecutadas por la Junta Única de Resolución (JUR) tan solo menos de tres semanas después de la subasta de Popular al considerar que eran inviables o estaban a punto de serlo (failing or likely to fail).

Esta entidad, por cierto, pudo haber sido adquirida por Santander hace cuatro años. El banco español, controlado por Ana Botín desde solo dos meses antes, tuvo la oportunidad de hacerse con el italiano a bajo precio, pues en aquel momento la entidad, que cotiza en la bolsa de Milán, tenía una capitalización cercana a 700 millones de euros.

Ahora es, sin embargo, mucho más barata: el valor total de sus acciones no supera los 85 millones. Sus títulos se negocian a un precio de 0,0015 euros y su cotización fue suspendida el miércoles tras la decisión del BCE por la Commissione Nazionale per le Società e la Borsa, el supervisor italiano de los mercados.

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