“La felicidad ha sido reempaquetada como un truco de confianza para recompensar la conformidad”

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Capitalbolsa | 21 ene, 2020 17:00
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“¡Sea feliz!' Mary Wollstonecraft exhortó a su amante y atormentador separado, Gilbert Imlay, a fines de 1795. ¿Qué quiso decir? Habían pasado solo unos días desde que la habían pescado del Támesis, después de haber fracasado en su intento de ahogarse.

Despreciada, avergonzada y disminuida en su visión de sí misma en el mundo, Wollstonecraft había elegido la muerte. En esto también se vió frustrada, "inhumanamente devuelta a la vida y la miseria". La intimidación de Imlay fue la fuente de sus males, y ella también se lo contó. ¿Por qué, entonces, desearía que fuera feliz? ¿Era esto un perdón? Apenas. Wollstonecraft sabía que la nueva amante de Imlay era "lo único sagrado" en sus ojos, y que su muerte no aplacaría su "disfrute"”, así comenzó Rob Boddice un interesante artículo en AEON, en el que nos da su opinión sobre el confuso sentimiento de felicidad. Boddice señala:

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