La Fed no es, precisamente, el rey Midas.
Zapatero a tus zapatos. No se crea el más listo de la clase y desconfíe de los vendehúmos, de los vendedores de crecepelos y demás especies, que abundan por estos lares. Por ejemplo, de los chiringuitos financieros, que prometen el oro y el moro y lo dejan en pelotas en un santiamén. Ya se ha visto en la jungla de las criptomonedas.
Ahora, los exfuncionarios de la Fed repiten esa frase pestilente: "yo no he sido, yo lo hice mejor". Mejor estar callados. La Fed nunca ha sido el rey Midas. El resto de los bancos centrales, tampoco. Interesante historia del rey Midas, un mito sobre la avaricia y lo que ocurre cuando no sabemos reconocer la verdadera felicidad. Midas era un hombre que deseaba que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Sin embargo, no había pensado que este deseo no era realmente una bendición, sino una maldición. Su codicia nos invita a reflexionar y darnos cuenta de las consecuencias que pueden llevarnos a convertirnos en esclavos de nuestros propios deseos. Los bancos centrales, entre ellos.