Síntomas de cansancio al acabar un buen julio

Juan Carlos Ureta Domingo, presidente ejecutivo Renta 4 Banco

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 02 ago, 2021 19:30
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La mayor novedad en los mercados al empezar agosto es, precisamente, que todo sigue más o menos igual que al iniciarse el año. El guion marcado por los Gobiernos y los Bancos Centrales en abril del pasado año para salir de la situación creada por la pandemia es demasiado potente y, aunque en estos primeros meses del año ha habido varios momentos en los que parecía que los mercados podían desestabilizarse, lo cierto es que no ha habido correcciones significativas en ningún momento y que los mercados entran en el siempre temido agosto con una sensación básicamente positiva.

Por medio ha habido varios momentos delicados. Primero fue la irrupción de las llamadas "meme stocks" a fin de enero, con los movimientos especulativos de millones de inversores minoristas en torno a Gamestop, AMC Entertainment y otras acciones, que llegaron a crear problemas a varios hedge funds. Luego vino, en febrero y marzo, el temor de inflación, que hizo subir con fuerza los tipos de interés de largo plazo, llegando el del bono americano a diez años (T bond) al 1,75%. Es ese momento muchos apostaban por que el tipo del T bond superaría el 2%, dando lugar a una corrección importante en las Bolsas. En abril llegaron las quiebras de Archegos y Greensill, como primeros síntomas de que el apalancamiento excesivo estaba generando valoraciones muy artificiales en los mercados. Una de esas valoraciones era la del bitcoin y otras criptomonedas. El bitcoin perdió más de la mitad de su valor en pocos días tras haberlo multiplicado por más de cinco veces en los meses previos y algunas criptomonedas han llegado a perder más del 80% de su cotización.

Contra todo pronóstico, en junio los tipos de interés de los bonos de largo plazo empezaron a caer, llegando el del T bond a situarse por debajo del 1,20%. Las Bolsas se inquietaron en ese momento justo por lo contrario de lo que se habían inquietado en febrero. Si en febrero el temor era la inflación, en junio el temor pasó a ser el estancamiento económico, ya que la caída persistente de los tipos de interés de los bonos de largo plazo parecía transmitir el mensaje de un crecimiento económico futuro bastante mediocre, poniendo en duda la esperada reactivación en "V".

Ninguno de esos problemas ha llegado a inquietar de verdad a los inversores en los últimos meses. Como mucho hemos visto correcciones de un 2% o un 3%, que han durado pocas sesiones. La última un poco seria que vimos se produjo el lunes 19 de julio, día en el que las Bolsas globales cayeron entre un 2% y un 3% en la sesión, inquietos por la bajada de los tipos de interés de largo plazo. Pero a continuación vinieron seis sesiones consecutivas al alza, que llevaron a los índices americanos a nuevos récords históricos de todos los tiempos.

Esa fuerza de las Bolsas para seguir subiendo ignorando las noticias adversas se basa, como ya hemos dicho muchas veces, en las extraordinarias medidas monetarias que se pusieron en marcha en abril de 2020 y que hoy, en agosto de 2021, siguen ahí, sin que haya ninguna previsión de que vayan a finalizar en el horizonte previsible. Las vacunas, la reapertura de las economías, la oleada de innovación y transformación positiva juegan sin duda su papel, pero si la Fed no hubiese duplicado el tamaño de su balance subiéndolo de cuatro a ocho billones de activos o el BCE no hubiese comprado casi todos los bonos europeos soberanos emitidos el último año, las Bolsas habrían subido, pero no habrían tenido la impresionante fuerza de la que han hecho gala.

Lo sucedido esta última semana confirma esa convicción. La Fed se reunió el pasado miércoles y algunos han querido ver en su comunicado una especie de preparación del terreno para empezar a retirar liquidez en los próximos meses. Obviamente los mercados no lo han interpretado así, sino más bien al contrario. El tipo de interés del T bond cerró el viernes en 1,22%, lo cual no parece presagiar que las condiciones monetarias se vayan a endurecer. El mal dato de crecimiento del PIB americano del segundo trimestre (+6,5% por debajo del 8,4% estimado) y las 400.000 solicitudes de desempleo semanal que se conocieron el pasado jueves, por encima de las estimaciones, muestran una economía que no acaba de estar vibrante, en la que a la Fed le va a ser difícil endurecer su política. En nuestra opinión, como decíamos la semana pasada, ni siquiera aunque la inflación se disparase le va a ser fácil a la Fed subir tipos y retirar liquidez, porque se ha creado una economía adicta a la deuda y porque los mercados financieros entrarían en una fase de turbulencias extremas. El recuerdo de lo que pasó en diciembre de 2018 debería bastar para ver lo que podría pasar ahora, pero elevado a una escala superior.

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