No hay marcha atrás

Juan Carlos Ureta Domingo, presidente ejecutivo Renta 4 Banco

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 26 jul, 2021 19:45
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Cuando aludíamos en nuestro último comentario a una mayor volatilidad en los mercados y a unas Bolsas sostenidas por la abundante liquidez, poco podíamos imaginar lo que nos deparaba la penúltima semana de julio.

Una semana que se inició el lunes con una fuerte caída de las Bolsas acompañada de un fuerte repunte en la volatilidad, y que terminó el viernes con volatilidad a la baja y con nuevos récords históricos en Wall Street. Récords que se tradujeron en que el viernes el Dow cerró por encima de los 35.000 puntos por primera vez en su historia, el S&P por encima de los 4.400 puntos también por primera vez en su historia y el Nasdaq 100 superó los 15.000 puntos. En definitiva, una semana que al empezar amenazaba tormenta terminó con el Eurostoxx subiendo el 1,8%, el Dow subiendo un 1%, el S&P un 2% y el Nasdaq casi un 3%.

A la hora de buscar las causas de esa nueva remontada, sin duda los buenísimos resultados empresariales que se están publicando deben tenerse en cuenta, y también los buenos datos económicos, como los PMIs europeos que se publicaron el pasado viernes, que muestran el mayor crecimiento de la actividad económica de la zona en dos décadas.

Pero hay algo más, porque incluso cuando las cifras no son tan buenas, la recepción por las Bolsas es entusiasta. Netflix, por ejemplo, dio buenos resultados, y sus beneficios del primer semestre casi duplican a los del año pasado. Pero ha experimentado una clara ralentización en la captación de nuevos suscriptores y ha perdido 430.000 abonados el último trimestre en EE.UU. y Canadá, que son sus mercados principales, ofreciendo además débiles previsiones de captación para el tercer trimestre, en el que prevé captar 1,5 millones de nuevos abonados, muy por debajo de las expectativas de los analistas. La acción de Netflix cayó en Bolsa un 3,5% pero el viernes rebotó con fuerza y recuperó casi toda la caída. Algo parecido podríamos decir de Unilever, que cayó un 6% tras dar un mal "guidance" por la subida de las materias primas, pero ha recuperado gran parte de las pérdidas a continuación. Y lo mismo sucede con el mercado en general, incluso cuando los datos económicos no son tan buenos, las caídas son inmediatamente contrarrestadas por compras que hacen rebotar los precios inmediatamente. Esta misma semana el dato de peticiones semanales de desempleo en EE.UU. no fue bueno y la Bolsa siguió subiendo.

La verdadera clave de esa resistencia de las Bolsas a caer es la enorme liquidez y la ausencia de alternativas de inversión en un mundo de tipos cero estructurales. Es decir, la clave está en la Fed y los Bancos Centrales. Y lo que cada vez parece más evidente es que, pase lo que pase, no hay vuelta atrás en las políticas expansivas de los Bancos Centrales. La Fed, sencillamente, no puede revertir sus políticas ultraexpansivas, y menos aún lo puede hacer un BCE que ha asumido la tarea de mantener alineadas las primas de riesgo de los bonos soberanos europeos y que viene comprando en los últimos quince meses la práctica totalidad de las emisiones de bonos públicos de los países de la zona.

La pregunta, por tanto, no es si la inflación va a ser duradera o no, o si va a subir o no de los niveles tolerables. La verdadera pregunta es si la Fed va a cambiar su política ultraexpansiva, y nuestra respuesta a esa pregunta, a riesgo de equivocarnos, es que, pase lo que pase, ni la Fed ni el BCE la van a cambiar. La presentación por el BCE el pasado jueves de su nueva estrategia, en un tono extremadamente y deliberadamente "dovish" vino a confirmar la idea, muy presente también en la comparecencia de Powell en el Congreso americano la semana anterior, de que las políticas monetarias ultraexpansivas no tienen marcha atrás. Y no la tienen, añadiríamos nosotros, aunque venga la inflación, porque ya no es un tema de querer o no querer, sino un tema de poder o no poder.

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