lagarde powell2

Los bancos centrales tendrán que extremar su ejercicio de funambulismo a partir de septiembre entre la inflación, la fuerza de los activos, la variante Delta y la ralentización de la recuperación en las principales economías. Los analistas coinciden en que es pronto para que se aborde la retirada de la respiración asistida de los supervisores monetarios y la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) parece tener la misma opinión, ya que su presidente, Jerome Powell, reiteró la gran cautela sobre el momento para una reducción en las compras de activos en su discurso en el simposio virtual en Jackson Hole.

En cuanto al Banco Central Europeo (BCE), cuya reunión de política monetaria de septiembre se celebra el próximo jueves, los comentarios sobre inflación de varios miembros del Consejo de Gobierno han dado alas a la idea de que la discusión sobre el 'tapering' se podría abordar en diciembre.

Con todo, el mundo, aunque especialmente en Estados Unidos, "se encuentra ante una inflación transitoria", señala Yves Bonzon, CIO (Chief Investment Officer) de Julius Baer. El aumento de la tasa de inflación alemana hasta el 3,9% no generó mucho interés, y, de hecho, el experto cree que las declaraciones de los banqueros centrales europeos al respecto han sido "tímidas".

“Después de un comienzo de año dominado por el regreso de la inflación, los mercados finalmente se han decantado por los efectos a corto plazo en lugar de a largo plazo sobre los precios de los bienes y servicios”, asegura Bonzon. Sin embargo, en lo que respecta a los precios de los activos, la presión se mantiene sostenida. Los diferenciales crediticios corporativos se encuentran en mínimos históricos, al igual que el coste del crédito. “Por supuesto, existe una disparidad en los costes de financiación entre las grandes empresas que tienen acceso a los mercados de capitales y las que no”, añade. “No obstante, la demanda sostenida de estrategias de deuda privada debería reducir lentamente esta brecha en favor de las pequeñas y medianas empresas”, asegura el CIO de Julius Baer.

Como resultado, cada vez hay más voces que piden una reducción en el estímulo monetario, mientras que el impacto de la variante delta (entre otros) es incierto. “Por tanto, hemos entrado en una fase delicada para los bancos centrales”, apuesta Bonzon. Por un lado, los mercados esperan plenamente la reapertura de las economías y los precios de los activos inmobiliarios y el resto de los activos están mostrando signos de una fuerza excesiva. Por otro lado, el impulso de las economías posterior a la reapertura se está desvaneciendo.

En China en particular, el índice de gestores de compras de servicios cayó a su nivel más bajo desde el inicio de la recuperación pospandémica. “Vale la pena señalar, por cierto, que en un mundo bipolar chino-estadounidense, las fluctuaciones en la economía china tienen al menos tanto impacto en la curva de tipos de Estados Unidos como la postura de la Fed”, analiza el experto. “Como recordatorio, mantenemos bonos del Tesoro de Estados Unidos en las carteras de multiactivos, a pesar de que los tipos de interés reales en su mayoría son negativos, principalmente debido a su creciente escasez y perfil de liquidez único cuando los mercados entran en aguas turbulentas”, agrega.

Además, la recuperación económica continúa a un ritmo más moderado, mientras persisten las incertidumbres relacionadas con el coronavirus. “Esto permite que los bancos centrales de Estados Unidos y Europa sigan siendo acomodaticios y respalden los activos de riesgo”, relata. Básicamente, los beneficios se han recuperado a niveles por encima del pico prepandémico”, afirma. Desde su punto de vista, hay que tener en cuenta que la ausencia de volatilidad, incluso si está fundamentalmente justificada, es en sí misma una receta para la dislocación cuando se produce un shock externo, incluso uno menor, y los inversores deshacen el posicionamiento excesivo asociado con el apalancamiento de manera desordenada.

Noticias relacionadas

contador