Legionarios contra Opus: la guerra oculta que acabó con el Popular

Esmeralda Gayán

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 03 jul, 2017 13:31
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Más allá de los fallos de gestión, tanto en la era de Ángel Ron como en la última etapa de Emilio Saracho, que los hubo, detrás de la desaparición del sexto banco español hay una guerra de poder entre dos facciones católicas ultraconservadoras: el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. La Obra, que ha tutelado el banco a lo largo de sus casi 90 años de historia, ha visto cómo esta congregación mexicana, fundada por el pederasta Marcial Maciel y sustentada por magnates aztecas como Antonio del Valle, maquinaba para arrebatarles el control. Hasta que lo consiguió. Y lo hizo desde dentro, con el apoyo de consejeros hasta entonces fieles a la Obra, como la exsupernumeraria Reyes Calderón o del gallego José Antonio Arias, expresidente del Popular y de la opusina Fundación Barrié de la Maza. Unos traidores para las familias históricas del Opus que lo han perdido todo.

La defunción del Banco Popular trasciende de las muchas cuestiones financieras que lo llevaron a su desaparición. Al banco lo mató una guerra de religión, una pugna entre dos órdenes ultraconservadoras, el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, que contaba con representantes dentro del banco. Una pugna que, según cuenta a este semanario un buen conocedor de las profundidades del Popular, está el trasfondo del traumático derrumbe de esta histórica entidad financiera.

La entrada en el capital de varios magnates mexicanos liderados por Antonio del Valle es el punto de inflexión que marca el inicio del fin del Popular, señalan estas fuentes. Su objetivo: arrebatar el control del banco a la Obra.

Con la entidad en sus manos, los “millonarios de Cristo”, como son conocidos en el país azteca, podrían expandir los tentáculos de la orden en España, centrada en la gestión de centros escolares y universitarios, pero que en realidad son “una transnacional de la religión", según la califica Raúl Olmos, un periodista mexicano que ha dedicado más de cinco años a desentrañar las redes del poder económico y político de la congregación fundada por el padre Marcial Maciel.

Durante las dos legislaturas en las que gobernó José María Aznar, este movimiento religioso vivió su edad de oro, consiguiendo, entre otros hitos, la homologación en 2001 de la Universidad Francisco de Vitoria, intentando imitar, pero sin alcanzarlo, la influencia de la Universidad de Navarra adscrita al Opus. De los Legionarios se ha dicho todo, principalmente lo relacionado a los escándalos de pederastia y a la doble vida de su fundador, pero poco se ha contado acerca del poder económico y la influencia política que despliega en todo el mundo y en especial, en España.

Entre sus próximos objetivos en nuestro país estaba haderse el Popular. El grupo de inversores mexicano encabezado por Antonio del Valle, invirtió 475 millones de euros para comprar el 6% del banco en 2014 a través de un intercambio de acciones con el banco mexicano BX+. Los socios mexicanos reforzaron su inversión en la ampliación de capital de 2015. En total, controlaba un 4,28% del banco.

La pregunta es, ¿por qué hace caer el Popular siendo que él también es accionista? La venganza parece estar detrás de la obsesión del multimillonario mexicano por acabar con el banco del Opus en España. Sólo así se entiende que Del Valle haya perdido 550 millones.

Según fuentes cercanas a la Obra, Antonio del Valle había pasado por las manos del Opus Dei y “salió muy atormentado y traumatizado”. Después entró en la órbita de Maciel y de esta orden religiosa, donde conoció quién sería su amigo y socio en el grupo Elementia, el también multimillonario Carlos Slim.

Y es que Del Valle se servía de la orden para sus negocios, que gestionaban sus hijos, con el apoyo de un grupo de expertos, entre los que destaca Jaime Ruiz Sacristán, que es además presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, un hecho que da una idea de hasta donde llegan los tentáculos en el poder político económico.

Antonio del Valle, según las fuentes próximas al Popular, tiene un modo de proceder muy propio de los Estados del norte de México. “Hay un episodio que lo delata. En una reunión con los principales responsables del Sabadell y con accionistas colombianos y mexicanos, a Ángel Ron se le hace una oferta de adquisición del Popular, oferta que el anterior presidente rechaza porque dañaba los intereses de empleados y de los accionistas, además de que el negocio no era, al parecer, muy limpio, ni todo lo ético que exige la moral. Del Valle insistió y Ángel Ron se levantó de la mesa porque no quería ser cómplice de una operación poco transparente. Fue entonces cuando Antonio del Valle le amenazó y le sentenció”, explica. Se cumplió la amenaza de Del Valle a Ron: "Yo seré más pobre, pero tú no vas a aguantar la presión de la prensa y la acción". Y durante los meses siguientes la acción se desplomó y el presidente acabó renunciando a su cargo por las presiones en el consejo.

Después de desestabilizar la cúpula del banco y forzar la salida de Ron del consejo de administración, el último histórico en salir fue Francisco Aparicio, el todopoderoso secretario general, que fue cesado el pasado 19 de mayo.

Tras un tira y afloja, el grupo de inversores mexicanos, junto con la aseguradora alemana Allianz y la francesa Credit Mutual poseedores de un porcentaje del banco cada uno, fuerzan la dimisión del presidente.

La Obra pierde el control

A partir de entonces, el sector del Opus pierde el control del banco, y es elegido como nueva cabeza Emilio Saracho, quien había sido vicepresidente mundial de la banca norteamericana JP Morgan.

Parecía que el mexicano había logrado sus objetivos y se preparaba para dominar el banco, pero según explican fuentes de Cremades Calvo Sotelo, que asesoran a la Sindicatura de Accionistas, propietaria del 9,5% de las acciones y formada a su vez por la Sociedad de Gestión Inmobiliaria (Sogefi), la sociedad que vehicula los títulos de los empleados y por la Unión Europea de Inveriones (UEI), donde se encuentra el núcleo duro del Opus en el banco, el asunto se le acabó yendo de las manos.

Ahora, lo complicado es demostrar que tras el mexicano están los ataques a la acción. En el mercado se desconoce si mantuvo su participación en el banco o, por el contrario, vendió el resto de su participación en los últimos días. “Va a ser complicado averiguarlo, pero no imposible, también era complicado el Caso Madoff, o el caso Lehman, o el caso Bankia, y en todos ellos se ha acabado por desvelar la verdad”, señalan en Cremades. Los abogados que defenderán a la Sindicatura de Accionistas ya preparan una querella criminal contra el mexicano y también contra la vallisoletana Reyes Calderón, pieza clave en la caída del Popular, consejera independiente y ex presidenta de la comisión de Nombramientos. Les acusan de actuar movidos por intereses contrarios al banco

Y es que, según todas las fuentes consultadas, Del Valle no podía haber derrocado a Ron sin la ayuda que le prestaron algunos miembros del Opus desde dentro del banco, no sólo la citada consejera que, por cierto, fue la primera mujer que introdujo el mismo Ángel Ron en el máximo órgano de gobierno de la entidad. La misma que después le iba a traicionar.

También José María Arias, cansado de ver cómo su dinero se esfumaba al caer las acciones de precio, se une a los consejeros “rebeldes”. Fue tras la absorción del Pastor, que presidía Arias, por parte del Popular cuando entra en el consejo. Y fue entonces cuando la Fundación Barrié de la Maza, afín al Opus y que él mismo también presidía, pasó a controlar el 8,247% del capital del grupo: más de 147 millones de acciones que le garantizaban una posición cómoda con los dividendos para su supervivencia Pero las sucesivas ampliaciones de capital que el Popular impulsó para reforzar sus recursos propios y limpiar el lastre del ladrillo acabaron por dejar a la Barrié fuera de los socios de referencia en el banco. .

Así las cosas, los abogados de la Sindicatura tienen claro que Del Valle y Calderón han contribuido decisivamente a cargarse el banco y han llevado a la ruina a la Sindicatura de Accionistas, que aglutinaba las participaciones accionariales de importantes familias españolas vinculadas a la prelatura de Jose María Escrivá de Balaguer y que han visto esfumarse 1.611 millones d al igual que la Fundación Universidad de Navarra vinculada a la Obra, que ha perdido otros 558.000 millones.

Estas familias entraron de la mano de la mano de los Valls Taberner, presidentes del banco durante 32 años. “Luis Valls Taberner consiguió algo que no hacía ningún banco español: que los consejeros renunciaran a sus emolumentos para cederlos a la Obra, tal y como le exigía su condición de numerario”, señala alguien que conoció al mayor impulsor en la historia del Popular. Entre los apellidos más conocidos en el accionariado del banco, que también han perdido su inversión, están los Revoredo, (Prosegur), Martínez Igartua, Domecq, Sendagorta (Grupo Sener), Figuero y Martínez-Echevarría. La gran mayoría de ellos permanecieron fieles a Ángel Ron, a quien había colocado Luis Valls Taberner bajo la promesa de preservar la independencia y los principios del banco.

Con la desaparición del Popular, estas familias ven desaparecer todo el dinero invertido en el banco. No es extraño que, según las fuentes consultadas, estén muy enfadadas con Reyes Calderón por su papel en la salida de Ron y la llegada de Emilio Saracho. “La consejera independiente ha pasado de heroína a villana para muchas familias de la Obra”, señalan estas fuentes.

Original: El Nuevo Lunes

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