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La Unión Europea ha cambiado de opinión y ha acordado con la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, que ha viajado este jueves a Bruselas, reabrir las negociaciones sobre el Brexit para modificar la declaración política que acompaña el acuerdo de retirada de 585 páginas. No obstante, el acuerdo de retirada, de momento, permanece innegociable para la Comisión Europea.

Un comunicado de la Comisión pactado entre las dos partes indica que "las conversaciones se llevaron a cabo en el contexto de una determinación compartida de lograr una asociación sólida para el futuro". Durante el encuentro, May "planteó varias opciones para hacer frente las preocupaciones con el Acuerdo de Retirada en línea con sus compromisos con el Parlamento británico", a lo que Juncker le respondió que "no reabrirá el acuerdo de retirada, que representa un compromiso cuidadosamente equilibrado entre la Unión Europea y el Reino Unido".

Sin embargo, el presidente de la Comisión Europea expresó a la primera ministra británica "su disposición a añadir un texto a la declaración política acordada por los 27 y el Reino Unido para ser más ambiciosos en términos de contenido y velocidad en lo concerniente a la relación futura entre la Unión Europea y el Reino Unido".

Las conversaciones mantenidas entre ambas partes han sido "robustas pero constructivas" y, en ellas, los líderes han acordado "que sus equipos deberían mantener conversaciones para encontrar la forma de obtener el apoyo más amplio posible en el Parlamento del Reino Unido y respetar las directrices acordadas por el Consejo Europeo".

El 'BACKSTOP', EL PALO EN LA RUEDA DEL BREXIT

La declaración política y el acuerdo de retirada son dos documentos diferentes. La idea inicial era aprobar primero la declaración política para, posteriormente, dar el visto bueno al acuerdo de retirada, pero, al final, ambos textos se aprobaron conjuntamente a finales de pasado mes de noviembre durante la cumbre de jefes de Gobierno celebrada en Bruselas. La declaración política, el texto que ahora se ha vuelto a abrir para su renegociación, establece las líneas generales de la relación futura entre la Unión Europea y el Reino Unido. Mientras que en el acuerdo de retirada se establece el libro de instrucciones para la desconexión de las islas con el Viejo Continente.

En este sentido, el objetivo británico es renegociar en la declaración política lo que debería ser el acuerdo de relación futura para evitar la entrada en vigor del 'backstop', el principal escollo del Brexit. De hecho, esta semana, el Gobierno y la mayoría de los parlamentarios apoyaron la enmienda propuesta por el parlamentario conservador Graham Brady para que se sustituya el llamado 'backstop' por "arreglos alternativos" (indefinidos).

El backstop es un un plan de emergencia contemplado en el acuerdo del Brexit para evitar la aparición de una frontera dura en la isla de Irlanda que entraría en vigor en caso de que Reino Unido y la Unión Europea no lleguen a un acuerdo comercial durante el período de transición del Brexit, en diciembre de 2020. En caso de llegar a este punto, Reino Unido seguiría estando alineado con la unión aduanera de la UE después de la fecha citada, algo que, por supuesto, ha generado rechazo entre los más euroescépticos.

Todos estos esfuerzos entre Londres y Bruselas están dirigidos a evitar un cada vez más probable Brexit sin acuerdo. "Me he estado preguntando cómo es ese lugar especial en el infierno para aquellos que promovieron Brexit, sin siquiera un bosquejo de un plan sobre cómo llevarlo a cabo de manera segura", se ha lamentado este miércoles Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo.

El próximo lunes se reunirán en Estrasburgo el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, y el ministro para el Brexit británico, Stephen Barclay, y a finales de mes volverán a verse en Bruselas el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y la primera ministra.

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