Las bolsas vuelven a su esencia

Carlos López Perea de EFE Dow Jones

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 09 mar, 2018 13:39
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La volatilidad de las bolsas en los dos primeros meses de 2018 ha sido suficiente para constatar una transformación que hace algún tiempo habría sido traumática: la negociación regresa a la ortodoxia y deja de estar al amparo del paraguas de los bancos centrales.

Detrás de ese viraje está la percepción cada vez más clara de que el endurecimiento de la política monetaria en todo el mundo marcha lenta pero firmemente por una senda sin retorno. Y eso lleva a los inversores a volver a mentalizarse de que la renta variable es un activo con riesgo implícito y sujeto a vaivenes, como lo ha sido toda la vida, y que ningún gobernador de turno vendrá al rescate ante un desplome, como pasaba en la fase más peliaguda de la crisis financiera.

Se sabía que esto ocurriría algún día. Es la hora de que las que en su momento se denominaron "bolsas yonkis" superen el "mono" de los estímulos monetarios, pero después de tanta costumbre hecha ley, el vértigo algunas veces es acuciante.

De pronto un día, tras el fuerte repunte bursátil de enero, los datos de inflación son la excusa para entrar en pánico --aunque no hay señales de que este indicador esté descontrolado en las principales economías del mundo y no hace muchos meses los temores se centraban más bien en lo contrario, el peligro de deflación--. O basta que el nuevo presidente de la Fed, Jerome Powell, ofrezca una valoración optimista de la economía estadounidense para que el miedo se instale otra vez en el parqué.

Sin embargo, los analistas vienen destacando desde hace tiempo que los fundamentales son sólidos, respaldados por un repunte de los beneficios empresariales y por unas cifras macroeconómicas que refrendan "la mayor expansión sincronizada en una década a nivel mundial", como recordaba recientemente AXA Investment Managers en un informe.

El mercado entendió las primeras palabras de Powell en el cargo como un aviso de que habrá más subidas de tipos de las previstas en 2018 y se asustó. Y para arreglar la situación, los tambores de guerra comercial de la Administración Trump han terminado de poner los nervios de muchos inversores a flor de piel.

"Estamos volviendo a la norma", afirma Juan Carlos Castillo, director de análisis de renta variable de Capital Bolsa, que cree que son lógicas las "reacciones de cierta confusión" ante el proceso de normalización de la política monetaria.

LA INCERTIDUMBRE, QUID DE LA CUESTIÓN

Y es que el problema es ese, la incertidumbre. ¿Qué pasaría si la Reserva Federal aumenta los tipos cuatro veces este año y no tres, como insinuó en diciembre? Uno podría pensar que sería música celestial para la banca, ya que obtendría más beneficios de sus préstamos, pero también los impagos podrían repuntar. "Hay que tener en cuenta que muchas empresas y negocios de autónomos no están aún en condiciones de pagar tipos de interés más altos", comenta Ramón Morell, analista de ETX Capital. De hecho, este experto prevé que el negocio crediticio podría resentirse con una subida de los tipos más agresiva de lo esperado porque una aceleración de la inflación también "deteriora el margen operativo de muchas empresas, que no pueden trasladarla al cliente final".

En concreto, el IBEX-35 es uno de los índices más sensibles a los movimientos de los tipos de interés por el elevado peso de los bancos, pero también de las eléctricas y de Telefónica SA (TEF.MC).

En el caso de las "utilities", su dividendo podría seducir menos a los inversores si la rentabilidad de las obligaciones españolas a 10 años crece de la mano de un incremento del precio del dinero. "Estas compañías son generadoras de caja y dividendos muy atractivos. Esa es la principal motivación para invertir en ellas", explica Ángel Pérez, analista de Renta 4. "Si el precio del bono sigue cayendo, es normal que estas compañías también caigan en bolsa", agrega. Actualmente, las empresas del sector gozan de una rentabilidad por dividendo superior al 5% frente al interés del 1,4% de la deuda española a 10 años.

Por su parte, Telefónica tendría que hacer frente automáticamente a unos mayores costes financieros asociados a su elevada deuda, lo que le podría llevar a implementar medidas de ahorro de costes o a recortar su plantilla, advierte Jaime Sémelas, director de análisis de Value Tree. "Eso no se ve inmediatamente, pero el mercado sí que lo descuenta inmediatamente", señala.

DRAGHI, CON CALZADOR

Sin embargo, el presidente del BCE, Mario Draghi, volvió a tirar de oficio el jueves durante la rueda de prensa posterior a la reunión de política monetaria, en la que eliminó de su discurso la promesa de acelerar las compras de bonos mensuales si la economía de la región se deteriora, lo que se interpretó como un paso pequeño pero significativo hacia la retirada de su programa de estímulos. Las bolsas europeas agradecieron una vez más su prudencia y cerraron al alza.

Para Franck Dixmier, director global de renta fija de Allianz Global Investors, aunque la inflación se mantenga baja en la eurozona, las perspectivas de crecimiento para la región son robustas en los próximos meses, tal y como confirmó el banco central también el jueves al situar el aumento del Producto Interior Bruto de la zona euro en el 2,4% para este año desde el 2,3% previsto en diciembre.

"Esto hace que la postura cautelosa del BCE en cuanto a política monetaria parezca cada vez menos justificada", afirmaba esta semana en un informe Dixmier, que espera una subida de los tipos de interés en la eurozona en 2019 ante el alto grado de confianza económica, aunque la inflación siga lejos del objetivo de la institución de un nivel ligeramente inferior al 2%.

Eso no quiere decir que la normalización de los tipos de interés vaya a coger velocidad de crucero. "Tenemos precedentes que nos dicen que periodos de crecimiento económico no tienen por qué traducirse en periodos excesivamente inflacionarios. Por ejemplo, la década de los 90 en Estados Unidos, con fuertes crecimientos del PIB y una media del IPC del 3%", frente al 10% que se registraba en los 80 en la mayoría de países, apunta Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank.

Pero la realidad es que en esta nueva coyuntura los mensajes de la Fed y del BCE van a ser lo contrario de lo que estaba acostumbrado el mercado, que a partir de ahora "se va a basar más en valoraciones puras y duras, y en la oferta y la demanda", sostiene Sémelas, de Value Tree.

Quizá convendría que los brokers refrescaran conocimientos releyendo "La riqueza de las naciones", de Adam Smith, pero también que tuvieran en cuenta que, "históricamente, las bolsas se han comportado mejor en los ciclos alcistas de tipos que en los bajistas", como recuerda Castillo, de Capital Bolsa. Al final, todo esto es producto de la expansión económica y, por tanto, de una mejora de los beneficios empresariales.

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