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El petróleo, que ha alcanzado este año niveles no vistos desde 2012, tampoco consigue escapar a los temores de recesión. Los contratos de West Texas Intermediate y de crudo Brent llevan semanas moviéndose ligeramente por debajo de los 90 y 100 dólares, respectivamente, retrocediendo un 25% desde los máximos alcanzados en la primavera y el verano. Por un lado, una posible recesión, impulsada por el endurecimiento monetario, impactará en el lado de la demanda, mientras que la prolongación del conflicto en Ucrania y la ptolítica de la OPEP+ tensionarán más la oferta. Muchos trazan paralelismos entre esta crisis del crudo y la de 1973, pero ¿hasta qué punto son comparables?

“Entonces y ahora, un conflicto regional desencadenó sanciones y se convirtió en una guerra económica mundial”, señala Jan Viebig, director de inversiones de ODDO BHF. Esa circunstancia provocó una “drástica escasez de suministro energético, acompañada de una fuerte subida de los precios de la energía”. “En ambos casos, el aumento de los precios de la energía incrementó la inflación en EEUU y obligó a la Reserva Federal a subir sustancialmente los tipos de interés”, añade este experto, “El resultado: estanflación, es decir alta inflación sin crecimiento”. ¿Les suena de algo?

Las similitudes, claro, no acaban ahí. “La inflación fue del 9,2% de media durante la primera crisis del petróleo, y del 8,4% durante el conflicto de Ucrania hasta ahora. El crecimiento del PIB cayó del 5,7% en 1973 al -0,5% en 1974. Para 2022, el crecimiento se estima en un 1,5%, por debajo del 6% del año anterior”, añade Viebig.

Hay muchas semejanzas, pero también diferencias, aunque sutiles. Por ejemplo, en la década de los 70, la cotización de las acciones no reaccionó bien ante una situación tan extrema. “El S&P 500 americano (rendimiento total) solo volvió a su nivel anterior a la crisis después de unos 3 años. La pérdida máxima en ese momento fue de casi el 50%”, explica Viebig, al tiempo que señala que, desde la invasión rusa de Ucrania, el S&P 500 ha caído casi una cuarta parte hasta ahora.

Y es que ambas crisis de precios tienen una magnitud muy similar. Sin embargo, una diferencia clave es que la actual subida de los precios de la energía “se está prolongando en el tiempo”, ya que “comenzó durante el pico de la crisis del Covid-19, en abril de 2020”.

“La diferencia crucial es que la producción era mucho más intensiva en energía en ese momento: en comparación con la década de 1970, hoy solo se necesita la mitad de petróleo para producir el mismo rendimiento económico”, relata el experto de la gestora germana, “Además, la situación de EEUU ha pasado de ser un importador neto de energía en los años 70 a un exportador neto”. Asimismo, subraya que no se puede obviar el efecto que están teniendo los precios del gas natural en Europa, mucho más dependiente del suministro gasístico que Estados Unidos.

Con todo esto sobre la mesa, el director de inversiones de ODDO BHF cree que es clave invertir “en empresas de calidad con alta eficiencia de capital, claras ventajas competitivas y poder de fijación de precios”. “Centrarse en modelos de negocio “a prueba de crisis” con poder de fijación de precios es, en nuestra opinión, crucial para el éxito de la inversión”, sentencia, “Es más importante que nunca seleccionar empresas que puedan repercutir el aumento de los costes a sus clientes y mostrar un sólido crecimiento de las ventas”.

“Durante una estanflación, los beneficios de las empresas se ven presionados por varios flancos. Las elevadas facturas energéticas y las demandas salariales aumentan los costes, mientras que un clima negativo de consumo e inversión amenaza las ventas desde el lado de la demanda”, apunta Viebig.

Asimismo, este experto subraya que la crisis, como muestran un gran número de indicadores, ya ha dejado su huella en la renta variable y cree que todavía es pronto para elevar la exposición a la misma. “En siete de las ocho recesiones que se han producido en Estados Unidos desde 1965, lo correcto fue volver a elevar las ratios de capital hasta poco antes de que terminara la recesión. Todavía no hemos llegado a ese punto”, asevera Viebig.

Sin embargo, tiene esperanza de que esta crisis no se extienda tanto en el tiempo. “Los años 70 han demostrado que los choques de oferta pueden durar más tiempo, porque, a diferencia de un choque de demanda, el Gobierno no puede hacer frente a un declive económico mediante una política fiscal expansiva o recortes de los tipos de interés”, apunta el experto de la gestora teutona, “Si lo hiciera, la inflación aumentaría aún más”.

Cabe recordar que la elevada inflación de los años 70 no se moderó en EEUU hasta después de la segunda crisis del petróleo, cuando la Reserva Federal, bajo el mando de Paul Volcker, subió los tipos de interés a más del 20% a principios de los años 80, sumiendo a la economía en la recesión.

Para Viebig, unas subidas de tipos de interés tan elevadas “son impensables hoy en día”, ya que “los países están mucho más endeudados que a principios de los años 70”. “Si el BCE subiera demasiado los tipos de interés, se avecinaría una segunda crisis del euro”, asegura, al tiempo que advierte que, dado el “limitado margen de maniobra” de los bancos centrales, “especialmente en Europa”, la fase de alta inflación “podría durar más de lo que el mercado espera actualmente”.

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