Cuando la ciencia cumplió el viejo sueño de los alquimistas y pudo transmutar otros elementos en oro

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Capitalbolsa | 26 oct, 2021 19:10
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A principios de los años 70, en un reactor experimental soviético cerca del lago Baikal, un grupo de investigadores descubrió una cosa sorprendente: parte de las protecciones de plomo que constituían los sistemas de seguridad de la central se habían transformado en oro. ¡En oro!

Durante cientos de años, miles de alquimistas se habían dejado la vista, los ahorros y la vida en conseguir una manera de transmutar un elemento en otro; y ahí estaba la clave, en mitad de la Siberia meridional.

Sin embargo, el secretismo soviético hizo que la anécdota quedara para siempre a medio camino entre la realidad y el mito. Por eso, menos de una década después, en 1980, el prestigiosísimo Glenn Theodore Seaborg decidió que era momento de tomar cartas en el asunto. Cartas científicas, eso sí: iba a crear oro. La "piedra filosofal" estaba al alcance de la mano.

Porque Seaborg no era un mindundi. Nacido en 1912, este químico atómico y nuclear estadounidense era toda una eminencia. Había descubierto y aislado diez elementos químicos, había desarrollado el concepto de "elemento actínido" que, a posteriori, fijaría la disposición actual de la tabla periódica. Durante la Segunda Guerra Mundial había tenido un papel importante en el 'Proyecto Manhattan' y en 1951 se llevó el premio Nobel.

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