• Algunos partidos piden una reforma constitucional para darle un nuevo sentido
  • PSOE y PP llevan años debatiendo esos cambios sin ningún acuerdo firme
senado, comunidades

En época de recortes, y cuando cada gasto público se analiza minuciosamente, cada vez son más las voces que cuestionan el papel del Senado en el engranaje burocrático español. Con un presupuesto directo anual de 52 millones de euros, la Cámara Alta cuenta en la actualidad con 266 senadores y senadoras a los que poco votantes ponen cara. Aunque nació como una cámara de representación territorial para las Comunidades Autónomas, cada vez más voces se alzan para reformar su estructura o, incluso, eliminarlo.

De los 266 senadores, 208 son elegidos por los ciudadanos y el resto por los Parlamentos de las Comunidades Autónomas. El Senado tiene según su configuración constitucional tres funciones: política, legislativa y de integración territorial.

La también conocida como Cámara Alta de las Cortes, puede tomar en consideración proposiciones de ley y remitirlas al Congreso de los Diputados o enmendar o vetar los proyectos y proposiciones procedentes de éste, que siempre puede rechazar las enmiendas o vetos por mayoría absoluta tras su reenvío por el Senado o por mayoría simple dos meses después de dicho reenvío.

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¿REFORMA O ELIMINACIÓN?

El Senado, tal y como está configurado actualmente, es una cámara inservible

El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pretendió en su última legislatura reformar el Senado pero finalmente no hubo un acuerdo mayoritario para llevarlo a cabo. En opinión de Óscar Sánchez, profesor de derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid, esa reforma es "posible, desde luego, es posible. A través de una reforma constitucional se puede cambiar lo que se quiera. Por tanto, no habría ningún problema en configurar un parlamento unicameral, como el que existe en otros países".

Aún así, Sánchez destaca: "Otra cosa es si esa reforma es conveniente o necesaria. Yo creo que el Senado, tal y como está configurado actualmente, es una cámara inservible que no cumple adecuadamente con la función que le otorga la Constitución, que es la de ser la cámara de representación territorial". Pese a esta visión, el constitucionalista agrega: "También creo que la solución no es suprimir el Senado, sino reformarlo para que pueda cumplir con esa función".

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¿UNA CÁMARA DE 'SEGUNDA CATEGORÍA?

Muchas de las críticas al Senado vienen determinadas por su función de segunda lectura, es decir, que se vuelven a debatir leyes y propuesta que ya han pasado por el Congreso y que, aunque se propicien más debates, finalmente la última palabra la volverá a tener la Cámara Baja. "Ahora mismo el Senado está actuando como una cámara de segunda lectura respecto de los textos legislativos que pasan por el Congreso. ¿Es necesaria esta segunda lectura? No creo que lo sea en muchos casos", asegura Sánchez. Pero añade: "¿Eso significa que el trabajo que se está haciendo en el Senado sea completamente inútil? Por supuesto que no".

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Para ello, la reforma propuesta por muchos expertos busca dar una voz real a la representación de las autonomías. "España es un Estado compuesto en el que existen unas Comunidades Autónomas dotadas de un alto grado de autonomía política y sería muy necesario que hubiera un Senado que representase a estas Comunidades Autónomas y a través del cual pudieran participar en el ejercicio del poder legislativo del Estado", concluye Sánchez.

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