le plan d urgence de l ue pour le gaz peut stabiliser voire faire baisser les prix dit un responsable allemand 20220823160520

La crisis energética que atraviesa Europa se puede resumir en una palabra: gas. Este jueves es el segundo día del parón “técnico” del gasoducto Nord Stream 1, la segunda incidencia de este tipo en apenas un mes, y mañana, si Gazprom cumple con su palabra, debería ser el último y volver a funcionar a su habitual 20% de capacidad. El precio del gas se ha disparado y los precios de la luz no dejan de alcanzar máximos nunca vistos, tanto en España como en el resto del Viejo Continente, que se prepara para un invierno duro. En los últimos días, Bruselas ha anunciado una intervención de emergencia y una reforma estructural del mercado eléctrico, la UE ha convocado de urgencia de sus ministros de Energía, Francia ha reconocido que puede cortar el gas a las grandes empresas del país y Alemania y España han unido fuerzas para impulsar la construcción del gasoducto MidCat pese al rechazo inicial galo. Aunque este pasado miércoles se ha alcanzado el 80% de almacenamiento gasístico, un objetivo conseguido dos meses antes del plazo marcado por la Comisión Europea e impulsado por la menor demanda veraniega, sigue habiendo muchas dudas a largo plazo. Para los expertos, “Europa se enfrenta a un período de 18 o 24 meses con altos precios de gas y electricidad”.

Los analistas de Schroders avisan que, pese a haber alcanzado el 80% de su capacidad, el reducido suministro puede poner en peligro los planes futuros de los Veintisiete, como alcanzar el 85% conjunto este mismo año o el 90% de cara a los próximos inviernos. En un año normal, este almacenamiento podría cubrir la habitual demanda de invierno en el Viejo Continente; según Aurora Energy Research, el gas almacenado en estos momentos podría satisfacer la demanda unos tres meses. Y es que con unos 888 teravatios hora (TWh) de gas almacenados, los países de la UE ya han superado los 858 TWh que tenían almacenados antes del invierno pasado.

Sin embargo, la situación se volvería más complicada si se dieran una serie de circunstancias como un invierno más frío de lo normal o, sobre todo, una interrupción total del suministro ruso. "Para hacer frente a esta situación de crisis, la reducción de la demanda será aún más importante que el almacenamiento", explica Simone Tagliapietra, miembro del ‘think tank’ belga Bruegel, en unas declaraciones concedidas a ‘Reuters’.

REDUCIR LA DEMANDA NO BAJARÁ EL PRECIO

El plan de ahorro energético comunitario contempla una reducción voluntaria del 15% del consumo de gas respecto a la media de los últimos cinco años, un recorte que deberá realizarse entre el 1 de agosto de 2022 y el 31 de marzo de 2023 con “medidas de su propia elección”, según explicó el Consejo de la UE. Sin embargo, no todos deberán ahorrar lo mismo en caso de que se interrumpa el suministro, pues la normativa contempla diversas excepciones para adaptar el consumo de gas en caso de emergencia energética a la realidad de cada país; España, por ejemplo, solo tendría que reducir su consumo un 7%.

De acuerdo con datos de Schroders y ‘Bloomberg’, la demanda de gas caerá notablemente este 2022 en Europa, situándose en los 445.000 millones de metros cúbicos de gas, muy por debajo de los niveles de 2021 (489.000 millones) y 2020 (464.000 millones). Asimismo, estas estimaciones prevén que la demanda en 2023 también se reduzca hasta los 452.000 millones de metros cúbicos, muy lejos de los niveles de los últimos años. Con todo, el precio seguirá siendo mucho más alto de lo habitual.

"Europa se ha convertido y seguirá siendo el mercado “premium” del gas durante este período, con precios superiores a los de Asia o Estados Unidos”, explican desde la firma británica. Según Schroders, esta situación durará hasta que “se empiece a ver la entrada de nuevos volúmenes significativos a partir de 2024 o 2025", ya que el precio solo puede reducirse de dos formas: mediante una reducción de la demanda o un aumento de la oferta.

En lo que a la demanda se refiere, los países europeos ya están ello. Según ICIS, el consumo de gas en Europa en la primera quincena de agosto fue un 11% inferior a la media de cinco años. Asimismo, de cumplir con la reducción del 15%, el almacenamiento una vez pasado el invierno se quedaría en el 45% si Rusia siguiese enviando gas como hasta ahora, mientras que la capacidad de los tanques se reduciría al 26% si Rusia dejara de suministrar gas a Europa.

“Los elevados precios pueden provocar por sí mismos un descenso de la demanda, ya que los usuarios limitan su consumo de gas”, señala Mark Lacey, responsable de Global Resource Equities de Schroders, quien subraya que “tras una subida de precios de alrededor del 400% interanual, es inevitable que se destruya algún elemento de la demanda”. Para este experto es probable que la demanda de gas en Europa “caiga en torno a un 10% en 2022” y en 2023, "incluso con precios más bajos, es poco probable que crezca significativamente dado el riesgo de recesión” al que se enfrentan los Veintisiete.

"Los precios del gas en Europa (y Asia) presentan un claro riesgo de caída desde los niveles actuales, pero cuando se normalicen, es probable que retrocedan hasta un nivel de base más alto”, sentencia Lacey. Además, el analista de Schroders recalca que “aunque la inflación de la energía retrocedió del 42% interanual al 39,7% interanual en la última lectura, esperamos que nuevas subidas de precios mantengan la energía y la inflación general elevadas en el segundo semestre de este año, lo que a su vez reducirá el poder adquisitivo de los hogares”.

POCA DIVERSIFICACIÓN

Con todo, buena parte del problema se encuentra en la diversificación. Irene Lauro, economista medioambiental de Schroders, señala que la UE importa el 90% de su consumo de gas, y Rusia aporta alrededor del 45% de esas importaciones en 2021. “Austria y Polonia importaron más del 80% del gas de Rusia en 2021, Alemania más del 50%, mientras que para Francia y España la cuota fue inferior al 8%”, explica esta experta.

Los almacenes de gas están llenos gracias a la importación masiva de gas natural licuado (GNL), proveniente en buena medida de Estados Unidos, pero la falta de interconexión energética complica que este llegue a los países más dependientes como Alemania o Italia. Asimismo, la oferta de GNL que llegará al mercado en los próximos dos años será “limitada” y Europa compite con países como China e India por una mercancia que va “donde paguen más por ella”.

Para Laura, no obstante, hay margen de mejora en este aspecto. Según “las expectativas de la AIE (Agencia Internacional de la Energía) en materia de energía eólica y solar para los próximos dos años, y teniendo en cuenta las políticas actuales”, la experta de Schroders cree que hay margen suficiente en el potencial renovable de países altamente dependientes del gas ruso como Alemania o Polonia para suplir esta carestía de gas, mientras que otros menos dependientes como Francia o Países Bajos podrían verse igualmente beneficiados.

“La necesidad de frenar las emisiones nocivas y de reducir la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles rusos van de la mano”, explican. Los episodios vividos en las últimas semanas, indican desde Schroders, son una prueba fehaciente.

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En azul, dependencia del gas ruso para generar electricidad entre 2016 y 2021; en verde, potencial renovable para el período 2021-2023.
Schroders

“En última instancia, apostar por las renovables hará bajar los precios y hará que la UE sea más autosuficiente en términos de generación de energía”, explican desde la firma británica. Si bien es cierto, destacan, que los proyectos de energías renovables, como parques eólicos o solares “pueden no ser soluciones inmediatas al problema”, los expertos de Schroders sí consideran que “son mucho más rápidos de poner en marcha que una central nuclear”.

LAS QUÍMICAS SUFREN POR EL RIESGO A UN CORTE

El gran interrogante a despejar de cara al invierno es saber si se podrá sobrevivir al frío sin tener que racionar el gas a empresas y hogares, especialmente en el caso de Alemania. Recientemente, la primera ministra francesa, Elisabeth Borne, ha reconocido que el Elíseo estudia racionar el gas a las grandes empresas del país y ha admitido que está sobre la mesa el realizar cortes regulares y temporales de electricidad en los hogares franceses si se cumplen los peores pronósticos.

Firmas como Rabobank predicen un invierno de racionamiento en el suministro, mientras que otras como Julius Baer solo son más optimistas y creen que estas interrupciones en el tejido industrial solo se producirán si se dan una serie de condicionantes, como un corte total del suministro ruso o un invierno anormalmente frío.

El uso de gas de la industria alemana se desplomó un 21% en julio en comparación con la media de registrada entre 2018 y 2021, pero antes de eso ningún otro mes había experimentado un recorte mayor del 14%, según los datos del regulador energético Bundesnetzagentur.

Matthias Buck, director para Europa de Agora Energiewende, apunta que Alemania necesita una reducción del 20 al 25% en el uso del gas este invierno. De no cumplirse este ahorro, será mucho más difícil llenar los depósitos para el próximo. Este recorte incluye la reducción de la demanda de los hogares, una medida que, según él, debe ir acompañada de una mayor acción gubernamental para proteger a los hogares de bajos ingresos del aumento del coste del gas y la electricidad.

En las últimas semanas, Alemania ha aprobado una serie de medidas de ahorro que se empezarán a aplicar a partir de este 1 de septiembre : límite de 19 grados centígrados para la calefacción en edificios públicos (con algunas excepciones como en el caso de los hospitales), fin a la iluminación puramente estética en monumentos y edificios públicos, apagar los escaparates de las tiendas o priorizar el transporte de energía en parte de la red ferroviaria germana. Según el ministerio de Economía, las medidas podrían ahorrar a los hogares, las empresas y el sector público unos 10.800 millones de euros durante los próximos dos años y reducir el consumo de gas en torno a un 2%.

Todavía no podemos saber si este ahorro será suficiente o no para evitar un racionamiento, pero firmas como Schroders tienen claro que esta incertidumbre no sienta bien sectores de alto consumo energético, como el sector químico, uno de los más afectados por esta situación.

“¿Se enfrentarán todas las industrias al mismo nivel de racionamiento? Podría darse el caso de que el gobierno intentara proteger a industrias como la de producción de alimentos y bebidas, o a las empresas sanitarias”, apunta Arianna Fox, analista de renta variable europea en Schroders. De ser así “industrias como la química tendrían que soportar una mayor carga, lo que afectaría más a su producción”.

En las últimas semanas, importantes empresas productoras de fertilizantes como la noruega Yara International o la polaca Grupa Azoty han recortado su producción debido a los altos costes del amoníaco provocado por el menor suministro gasístico ruso. El fenómeno, según ‘Reuters’, afecta a dos tercios de la capacidad de producción de fertilizantes en Europa. Pero el problema es mucho mayor.

"El problema es que las sustancias químicas se utilizan en muchos productos y procesos. En última instancia, todas las industrias sentirían el impacto de la reducción del suministro o el aumento de los precios de los productos químicos”, explica Fox. Además, la experta de Schroders subraya que, aunque las empresas podrían intentar importar los productos químicos que necesitan de fuera de Europa, las cadenas de suministro siguen perturbadas después de la pandemia de Covid-19 y no hay garantía de que las plantas de fuera de Europa puedan satisfacer la demanda.

Además, otro factor juega en contra: el riesgo de recesión. La posibilidad de que se produzca una amplia desaceleración económica, explican desde la firma británica, complica aún más las opciones de empresas como las productoras de productos químicos, que se verían irremediablemente abocadas a reducir sus volúmenes de producción.

"Normalmente, las empresas que se enfrentan a un descenso del volumen intentan proteger los beneficios subiendo los precios. Pero eso es difícil para las empresas químicas en el entorno actual, en el que los clientes ya han soportado subidas de precios. En su lugar, es probable que la demanda caiga", apunta Fox.

Pero, ¿y si Rusia mantiene el suministro de gas? "Creemos que es más probable la continuación de los flujos de los oleoductos (aunque a niveles reducidos) que un corte total”, explica Lacey. Un corte, indica, haría que Rusia perdiera “toda su influencia política y económica sobre Europa”. “Además, la pérdida de ingresos por la venta de gas debe tener un impacto significativo en los ingresos de exportación del país", añade.

Sin embargo, este experto subraya que, incluso aunque el suministro se mantenga y con él se alivien ciertas presiones, los precios de gas y electricidad seguirán sin bajar en el futuro cercano y reitera que Europa tiene “24 meses difíciles por delante”. Esto, incluso una vez superada la crisis actual, tendrá importantes implicaciones para estas industrias intensivas, ya que seguirán teniendo que hacer frente a costes más elevados de lo que estaban acostumbrados, lo que afectaría a su rentabilidad. “Esto podría provocar un cambio estructural a largo plazo que reduciría la competitividad de las empresas químicas que producen en Europa, ya que podrían tratar de trasladar la producción a países donde el coste del gas sea más barato”, concluye Fox.

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