allemagne gaz

La guerra de Ucrania se extiende seis meses en el tiempo. El conflicto, que estalló el pasado 24 de febrero, sigue luchándose en el barro y las trincheras, pero con el foco puesto en la escena económica. En respuesta a las sanciones occidentales, Rusia está jugando, entre otras, la baza del gas para intentar asfixiar a los países europeos (y llevarse una buena tajada por el camino), que están sufriendo la subida sin frenos de los precios y los temores a la escasez de suministro en invierno, una realidad cada vez más palpable. Por ello, la Unión Europea está buscando la forma de ir reduciendo su consumo de gas, su exposición al hidrocarburo ruso y evitar así una situación de escasez y racionamiento, escenario que muchos países podrían esquivar… pero no Italia y, especialmente, Alemania. “La situación parece bastante sombría. Es bastante improbable que Alemania pueda evitar la escasez y el racionamiento sin recortes drásticos de la demanda de gas”, explican desde Rabobank.

El banco neerlandés señala que, según datos del Aggregated Gas Storage Inventory (AGSI+) de Gas Infrastructure Europe (GIE), si bien es cierto que los tanques de almacenamiento de gas están en línea con la media histórica (75,2% en el momento en que se escriben estas líneas) y en camino de cumplir el objetivo europeo de llegar al 80% en noviembre, hay razones para estar preocupados. Una de ellas es la diferencia entre Estados miembros, ya que a países como Francia (86%) o España (81%) se contrapone la situación de Alemania (77%) e Italia (77%). “La falta de infraestructuras no permite redistribuir fácilmente el gas entre todos los países europeos. En segundo lugar, aunque los depósitos de almacenamiento se han llenado bastante en los últimos meses, no hay garantía de que los países puedan seguir almacenando”, indican.

Uno de estos motivos de preocupación, señalan, es el funcionamiento del gasoducto Nord Stream 1, la mayor infraestructura gasística del Viejo Continente y principal vía de entrada de gas ruso a Alemania. Si bien Rusia ha cumplido con su palabra y ha reanudado el flujo de gas tras una parada técnica, el gasoducto funciona actualmente al 20% de su capacidad, al tiempo que Gazprom señala que esto se debe a que no se ha obtenido una turbina de la compañía germana Siemens necesaria para su operación.

Dicho componente estaba siendo retenido en Canadá debido a las sanciones impuestas a Rusia, pero en las últimas semanas fue trasladada a Alemania después de que el canciller Olaf Scholz consiguiera una excepción para que pudiese ser entregada a Gazprom. No obstante, el pasado 3 de agosto la gasista rusa rechazó aceptar la turbina, asegurando que necesita garantías de que no se impondrán sanciones por parte de Canadá, Reino Unido y la UE. Según diversas informaciones, Rusia cree que podría incurrir en algunas sanciones al operar la turbina y desde el Kremlin aseguran que, de ser así, la filial británica de Siemens podría apagarla de forma remota. La Unión, por su parte, cree que esto es otra estrategia de Rusia para ahogar al club comunitario.

Por otro lado, el aumento de las importaciones de gas natural de Noruega y de gas natural licuado (GNL) de EEUU y Catar ha contribuido a cubrir la escasez rusa. Sin embargo, no está claro hasta qué punto pueden persistir estos mayores volúmenes de importación, sobre todo los de GNL. “Los exportadores de GNL están operando casi a plena capacidad y parte de estas importaciones adicionales de GNL se consiguieron superando la oferta de los clientes asiáticos, que redujeron la demanda debido a las restricciones de Covid-19”, apuntan desde Rabobank, quienes creen que “es probable que esa demanda asiática vuelva en algún momento e incluso podría acelerarse”.

Con todo, los expertos de Oxford Economics aseguran que, de no obtener dichas garantías, Rusia podría congelar el suministro de gas a Europa. “Una interrupción de las entregas de gas ruso a corto plazo tendría un impacto significativo en la disponibilidad de gas en los cuatro mayores Estados miembros”, indican desde Rabobank, al tiempo que alertan que, incluso si se mantuviese este suministro, “Alemania seguiría sufriendo escasez de gas”. Países como España o Francia, menos expuestos al gas ruso que Italia y Alemania, podrían salvar la papeleta en un escenario de poco suministro o de un aumento de la demanda… pero no si el invierno es muy frío.

“Estos escenarios ilustran que existe un riesgo real de escasez de gas en la Eurozona tanto este invierno como en primavera. Además, aunque algunos países puedan evitar la escasez a nivel interno, sufrirían un golpe económico si las industrias de otros países tuvieran que cerrar por falta de gas”, señalan desde Rabobank. Y, por último, y desde luego no por ello menos importante, este año los almacenes se han llenado con mucho gas ruso, lo que significa que, aunque los países pasen este invierno con poco o ningún gas ruso, habrá que encontrar una gran cantidad de suministro alternativo para rellenar los inventarios casi vacíos de cara al próximo invierno. “La necesidad de ahorrar gas es real”, sentencian desde la firma de Utrecht.

AHORRAR GAS, REDUCIR LA DEMANDA

“Una forma directa de evitar una crisis del gas sería 'simplemente' reducir la demanda”, apuntan los expertos de Rabobank. El pasado 26 de julio y tras una dura semana de negociación, los Estados miembros aprobaron la propuesta de la Comisión Europea para reducir el consumo de gas en un 15% de forma voluntaria entre agosto de 2022 y marzo de 2023. Sin embargo, el objetivo, que puede llegar a ser vinculante si se cumplen ciertas condiciones y los socios comunitarios lo deciden, viene acompañado de una larga lista de matices que permiten a cada país adaptarse a su realidad energética.

Es el caso de la Península Ibérica e islas como Chipre, que no están conectadas o solo parcialmente a la red energética europea, o de países que dependen en gran medida de este hidrocarburo para la producción de electricidad y la industria o aquellos con capacidad de exportación suficiente para redirigir el gas a otros socios comunitarios.

Con o sin excepciones, los países están en modo ahorro y, además, para finales de septiembre deberán presentar una versión actualizada de los planes nacionales de emergencia existentes, incluyendo las medidas de reducción de la demanda previstas. Como no podría ser de otra forma, los ojos estarán puestos en las propuestas transalpina y germana. “En el peor de los casos, Alemania tendría que reducir el consumo de gas en un 38% para evitar la escasez, mientras que Italia tendría que reducir el consumo de gas en un 5% aproximadamente”, apuntan desde Rabobank.

Pero, ¿cómo llenar el hueco dejado por el gas ruso? Por ejemplo, con carbón. O eso creen países como Alemania, Austria, Francia o Países Bajos, quienes indicaron que podrían aumentar la generación de electricidad con esta materia prima, aunque no esté en consonancia con los objetivos europeos de emisiones. Aun así, según la ONG británica Ember, solo hay un par de centrales inactivas y, si todas funcionaran a lo largo de 2023 al 65% de su capacidad, únicamente aumentarían la generación un 1,5, es decir, lo suficiente como para abastecer a la UE durante una semana.

“Francia depende principalmente de la energía nuclear para la producción de electricidad, y el porcentaje de gas natural en la producción de electricidad es relativamente bajo también en Alemania. Además, el bajo nivel de los ríos europeos, sobre todo del Rin, dificulta el transporte del carbón desde las minas hasta las centrales eléctricas”, señalan los expertos de Rabobank.

Otra alternativa para Alemania sería sustituir parte del consumo de gas natural por energía nuclear. De hecho, el Gobierno Federal tiene idea de prolongar la vida útil de estos reactores, una idea que parece que apoyan los Verdes, la otra parte del Ejecutivo de Scholz. Otra opción más sería el petróleo que, si bien podría aliviar parte de la presión sobre las reservas de gas, no es una solución fácil ya que una buena parte de este hidrocarburo procede (o procedía) de Rusia y los precios, como no podía ser de otra forma, siguen subiendo.

¿Y SI HAY QUE RACIONAR EL GAS?

¿Qué pasaría si la reducción de la demanda y la generación con fuentes de energía alternativas no alcanzan los objetivos de reducción? Como contempla el plan comunitario, si un país se queda sin gas, los demás Estados miembros pueden prestar una ayuda (limitada). ¿Pero qué pasa si hay una escasez general en Europa y los países tienen que arreglárselas solos? De llegar a este escenario, no queda otra opción que racionar el gas natural.

En este caso, se daría prioridad a los servicios e industrias críticos como el sector sanitario o de alimentación, pero podrían cerrarse las industrias que hacen un uso intensivo del gas, producen bienes no esenciales y operan en cadenas de valor relativamente sencillas. Con esto en mente, los expertos de Rabobank intentan averiguar cuáles pueden ser algunos de los sectores que se verán afectados por este racionamiento.

Uno de ellos podría ser el subsector de minerales no metálicos, como la fabricación de vidrio, cerámica y hormigón, que es el que más gas consume según datos de Eurostat. El gas se utiliza para calentar hornos, por lo que es difícil ahorrar ya que llevaría un tiempo transformar los hornos de gas en eléctricos, de petróleo o carbón; otros de los subsectores son el siderúrgico (tercero en la lista), la producción de metales no ferrosos (cuarto) o la impresión y fabricación de papel (quinto). El segundo subsector que más gas consume es el químico y petroquímico que utiliza este hidrocarburo para la calefacción y para otros fines no energéticos, como por ejemplo la producción de fertilizantes y metanol, que requieren de gas natural.

Según el banco radicado en Utrecht, los países podrían optar por reducir la producción de estos bienes e importar vidrio, cerámica e incluso hierro y acero en lugar de fabricarlo… pero la situación se complica con los fertilizantes nitrogenados: los grandes exportadores netos son Rusia (obviamente no es una opción), China (es poco probable que contraríe a Moscú) y Canadá. “Es improbable que Europa pueda sustituir la producción de fertilizantes por importaciones, sobre todo porque también necesita encontrar fuentes alternativas para los fertilizantes que solía importar de Rusia”, explican. Los datos comerciales de junio indican que Europa sólo pudo sustituir el 28% de las importaciones perdidas de fertilizantes rusos por importaciones de fuentes alternativas.

El análisis de Rabobank concluye que el cierre de la industria de minerales no metálicos o la industria papelera probablemente ofrezcan la mejor ratio de menor impacto global-reducción de consumo significativa. “Aunque debería ser el último recurso, ahorraría una cantidad considerable de gas, lo que podría ser necesario para garantizar la protección de los consumidores y los sectores vitales. No obstante, el cierre de (una parte) de estas industrias será doloroso”, argumentan. Sea cual sea el caso, los expertos del banco neerlandés lo tienen claro: “Es casi seguro que la economía europea se enfrentará a algunas dificultades este invierno”.

Noticias relacionadas

contador