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La crisis gasística europea está viviendo un nuevo capítulo con final incierto desde el pasado 11 de julio. Y es que ese día Gazprom cortó por completo el suministro de gas que fluye desde Rusia a Europa a través de Nord Stream 1, el mayor gasoducto del Viejo Continente, durante al menos diez días. Alemania teme que Rusia no restituya el suministro pasado el 21 de julio, aunque este martes Gazprom ha asegurado que restituirá el suministro; en cualquier caso, veremos si finalmente se cierra el más importante gasoducto ruso como una nueva medida de presión a la Unión Europea. De cumplirse este escenario, la inflación se dispararía todavía más y la economía alemana entraría de forma inevitable en una recesión… al igual que la de Italia.

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ambas economías son altamente dependientes de este hidrocarburo, ya que el 17% de la electricidad alemana se genera con gas y el porcentaje asciende hasta un monstruoso 49% en el caso del país transalpino. En este sentido, Moody’s indica que, de acuerdo con sus propios datos, dos tercios del ‘mix’ energético germano son importados, mientras que las compras de energía suponen tres cuartas partes del ‘mix’ italiano.

“Si los precios al contado del gas siguen subiendo y los Gobiernos permiten que los precios se ajusten, esto podría añadir una presión inflacionista adicional, ya que el gas natural tiene un peso del 2,4% y el 2,2% en las cestas de precios al consumo de Alemania e Italia, respectivamente, y la electricidad tiene un peso del 2,6% y el 2,2%”, explican desde la firma neoyorquina. Esto, añaden, intensificaría todavía más las presiones económicas a la baja, al hacer subir los precios, erosionar el poder adquisitivo de los consumidores y frenar el consumo privado.

Y es que, si bien ambos Ejecutivos están tomando medidas para aumentar sus reservas y reducir el consumo de gas, como la puesta en marcha de centrales de carbón, es probable que se produzca un cierto racionamiento “ya que el almacenamiento solo cubre, aproximadamente, un mes de las necesidades medias de invierno”. “Existe el riesgo de que algunas empresas que dependen del gas no puedan funcionar en caso de corte del suministro y de que algunas instalaciones sufran daños permanentes si tienen que ser desconectadas durante un largo periodo de tiempo”, señala la calificadora estadounidense.

En el caso de Alemania, la dependencia del gas por parte del sector industrial y su importancia para la producción económica hacen que “un racionamiento del gas pueda desencadenar una recesión”. Según datos del Bundesbank, si se interrumpe el suministro del gas, la economía alemana solo crecerá un 0,5% en 2022 y se contraerá un 3,2% en 2023.

Por su parte, el efecto en Italia sería menor, ya que, además de haber reforzado sus lazos gasísticos con Argelia y su potencial regasificador, este hidrocarburo se utiliza principalmente en la generación de electricidad y los hogares. “El impacto de una perturbación del suministro en la economía italiana es menor, de entre 1 y 3 puntos porcentuales”, señalan los expertos de Moody’s.

IMPORTANTES IMPLICACIONES FISCALES

Con estos datos en la mano, la calificadora norteamericana señala que “es de esperar” que ambos Gobiernos pusieran en marcha medidas de apoyo fiscal “similares a los paquetes desplegados durante la pandemia para aliviar el impacto en los hogares y las empresas”. Ambos países ya han prestado apoyo fiscal ante la subida de los precios de la energía, por un total de unos 35.000 millones de euros tanto en Alemania (0,9% del PIB) como en Italia (1,9% del PIB).

De cumplirse, se elevaría el déficit de ambos países. “Alemania tiene espacio fiscal para acomodar una mayor carga de deuda, dados sus bajos costes de financiación y su relativamente baja carga de deuda en comparación con otros países de la UE”, indican. En cambio, Italia “tiene un espacio fiscal más limitado”.

“Nuestras simulaciones de una perturbación fiscal y de crecimiento moderadamente negativa estiman aumentos de alrededor de 8 y 15 puntos porcentuales en la carga de la deuda sobre el PIB de Alemania e Italia”, apuntan. Para Moody’s, los diferenciales de la deuda pública italiana “ya han alcanzado niveles vistos por última vez en 2018 y probablemente se ampliarían aún más en caso de un recorte total”.

“Aunque esperamos que el BCE proporcione cierto apoyo para frenar el aumento de los rendimientos, el aumento de los pagos de intereses podría poner en peligro la sostenibilidad de la deuda del país si el coste de financiación sigue siendo elevado”, añaden. “Además, los costes de los intereses aumentarían porque la deuda ligada a la inflación representa el 10% y el 5% de la deuda total de Italia y Alemania, respectivamente”, agregan.

Según las estimaciones oficiales, cada aumento de un punto porcentual de la inflación añade 1.800 millones de euros (0,1% del PIB) en costes de intereses para Italia y 1.000 millones de euros para Alemania (0,03% del PIB).

DIVERSIFICAR PARA MITIGAR

En la semana del 18 de julio, los tanques de almacenamiento de gas de Alemania e Italia apenas estaban a dos tercios de su capacidad total según los datos de Aggregated Gas Storage Inventory (AGSI). Además, según señala Moody’s, “no hay garantía de que todo el gas almacenado pueda utilizarse en el país, ya que una parte puede haber sido reservada por contrapartes no residentes”. Como decíamos antes, un nivel insuficiente para poder pasar el invierno sin complicaciones.

Por ello, ambos países están buscando formas de diversificar el suministro para reducir el impacto de una interrupción prolongada. Por ejemplo, Alemania, que aspira a reducir su dependencia de Rusia al 10% para 2024, negocia con Shell la compra de grandes volúmenes de gas natural licuado (GNL) para compensar el posible corte de Nord Stream.

Además, el gobierno alemán también aprobó una legislación para aumentar y acelerar la instalación de turbinas eólicas, que obliga a los estados federales de Alemania a determinar un 1,8-2,2% de superficie terrestre (0,5% para las ciudades-estado) elegible para la construcción de turbinas eólicas antes de 2032.

Por el contrario, señala Moody’s, el objetivo de Italia es “algo menos ambicioso”, pues el país transalpino ha dicho que se librará del gas ruso en 2035, “aunque podría materializarse más rápidamente”. En este sentido, la firma neoyorquina destaca los recientes acuerdos con Argelia y los flujos de gas que llegan desde los países nórdicos, especialmente desde Noruega, “pero es probable que este suministro sea limitado en caso de que se reduzcan los flujos de gas desde Rusia”. “Los recientes acuerdos anunciados con Argelia, Egipto, Angola y la República del Congo ascienden a unos 18.000 millones de metros cúbicos, según las cantidades reveladas, y podrían reducir la dependencia de Italia del gas ruso en casi dos tercios”, detallan.

“Está previsto que en la primavera de 2023 entre en funcionamiento una nueva FSRU (unidad flotante de almacenamiento de GNL) con una capacidad de 5.000 millones de metros cúbicos y que otro buque de transporte de GNL se convierta en una FSRU en los próximos dos años”, añaden. El todavía Gobierno de Mario Draghi también está tomando medidas para acelerar la instalación y tramitación de instalaciones de energía eólica y fotovoltaica.

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