• El despido fulminante de Béjar dispara las sospechas
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La estrategia de dilación y ocultación con la que BBVA (y ahora Iberdrola) ha lidiado con el escándalo Villarejo se ha vuelto en su contra. El juez Manuel García Castellón de la Audiencia Nacional considera que ha puesto trabas a la investigación y que solo ha colaborado a regañadientes, lo cual complica aún más su situación procesal tras la imputación de Francisco González y del propio banco. La actuación que más sospechas despierta es la destitución fulminante de Antonio Béjar al frente de Distrito Castellana Norte (Operación Chamartín) y del propio banco, precisamente por 'cantar' ante el juez.

"Si quieres que un problema se eternice, nombra una comisión". Esta frase, atribuida por unos a Napoleón y por otros a Juan Domigo Perón, define la reacción del BBVA al estallido del escándalo por la contratación de los servicios de espionaje del excomisario José Manuel Villarejo: lanzar una investigación interna, que luego se convirtió en externa, que luego se repartió entre tres (Garrigues, PwC y Uría Menéndez) y que acabó eternizándose. Es decir, alargar todo lo posible el descubrimiento de la verdad, si es que alguna vez se descubría.

Pero a la entidad que preside Carlos Torres le ha salido el tiro por la culata y esa estrategia se ha vuelto en su contra. La Fiscalía Anticorrupción y el juez García Castellón han cogido el toro por los cuernos y en unos pocos meses han avanzado mucho más que la eterna investigación interna, que ya había recibido críticas de la CNMV y del BCE por su inexplicable tardanza.

Y es que esa dilación injustificada es interpretada por parte del juez si no como obstrucción a la Justicia, sí al menos como falta de colaboración. Y eso, tras la imputación del banco y del 'big fish', su carismático expresidente Francisco González, pinta todavía más oscuro su panorama judicial. Según algunos medios, Torres solo ha entregado documentación a regañadientes y con importantes retrasos.

LA DESTITUCIÓN DE BÉJAR NO GUSTA NADA AL JUEZ NI AL FISCAL

Pero más allá, lo que ha encendido las alarmas en la Audiencia Nacional es el comportamiento del BBVA con Antonio Béjar, al que destituyó inmediatamente después de declarar ante el juez. Una decisión que fue interpretada como un aviso a navegantes: el que 'cante' va fuera. Y, aunque no lo fuera, tomar esa medida tan contundente y sin esperar a que el juez decidiera sobre la fianza de medio millón que había impuesto a Béjar (la excusa para su destitución...y que finalmente retiró) queda de lo más sospechoso. Al igual que retirar la acusación de extorsión a Luis Pineda casi en las mismas fechas.

A los jueces y fiscales no les gusta nada que entorpezcan sus investigaciones, y menos aún que se tomen represalias contra los que sí colaboran; aunque el sumario es secreto, Béjar reconoció haber trabajado con Cenyt (la empresa de Villarejo) y es de suponer que facilitaría información jugosa posteriormente que ha llevado a la imputación de FG. Lo cual complica mucho las cosas para BBVA.

"Torres tiene dos opciones: o 'matar al padre', desvincularse de FG y echarle la culpa de todo, o cerrar filas con él a muerte y caer con él si FG cae", asegura una fuente conocedora de la situación. Su estrategia de la 'patada adelante' pretendía evitar tener que decantarse por una de las dos, pero el tiempo se le ha acabado. Esta semana declaran FG, varios directivos y el propio banco como persona jurídica. Así que debe tomar una decisión de la que depende su futuro y el del BBVA.

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