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Luis María Linde EUROPA PRESS
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Luis María Linde, el sustituto de Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente del Banco de España, ha respaldado uno de los puntos más polémicos de su gestión en relación con Bankia: el cargo de deterioros contra reservas y no contra resultados que hicieron las siete cajas antes de su integración en el Sistema Institucional de Protección (SIP) que dio lugar a BFA-Bankia. Fernández Ordóñez defendió que era la "decisión correcta" y a Linde le parece que tiene "lógica".

Durante su declaración como testigo en el juicio oral por la salida a bolsa de Bankia, Linde no quiso pronunciarse en demasía sobre la gestión de la institución en la etapa anterior a la suya. Él fue nombrado gobernador del supervisor bancario en junio de 2012, justo antes de la intervención de Bankia (se le concedió el rescate para evitar una "catástrofe inminente", según el propio Linde) y semanas después de que Rodrigo Rato abandonara la entidad empujado, según su versión, por sus competidores y el exministro de Economía Luis de Guindos.

Sin embargo, durante el interrogatorio al que le sometió la letrada de la Confederación Intersindical de Crédito (CIC), que ejerce como acusación popular en el juicio, Linde dejó caer que Fernández Ordóñez no actuó contra la ley al permitir a las cajas que se integraron en BFA-Bankia cargaran sus deterioros contra reservas y no contra resultados.

“Tenía su lógica. Lo que permitía la normativa, [según] yo entiendo, es que las entidades hacían esa propuesta y el Banco de España no se opusiera. Creo que es el procedimiento, pero la decisión correspondía a la entidad”, señaló el exgobernador del Banco de España.

Las siete cajas que se integraron en el SIP (Caja Madrid, Bancaja, Caja de Canarias, Caja Ávila, Caja Rioja, Caja Segovia y Caixa Laietana) vivieron su último ejercicio como entidades independientes en 2010. Al cierre del año, contabilizaron a nivel individual sus deterioros contra reservas en lugar de contra resultados, algo que solamente se permitía a grupos consolidados.

El Banco de España, entonces pilotado por Fernández Ordóñez y Javier Aríztegui, su número dos, no se opuso a esta circunstancia, que permitió a las entidades cerrar 2010 con beneficios y, por ende, seguir entregando bonus a sus directivos.

Fernández Ordóñez, de hecho, lejos de arrepentirse, defendió este extremo durante su declaración como testigo en el juicio. "Fue la decisión más correcta, si no se hubiera ofrecido una imagen falsa de lo que iba a ser Bankia solo tres meses después", apuntó.

UNA CUESTIÓN MUY DEBATIDA

Esta cuestión ha sido objeto de debate en numerosas sesiones de la vista oral del caso Bankia y, de hecho, tanto la Fiscalía como las acusaciones populares y particulares han aprovechado para cuestionar sobre ella a todos los representantes del Banco de España y de la entidad que han pasado por el banquillo como testigos: los inspectores de cabecera de Bankia, José Antonio Casaus y José Antonio Delgado, el inspector Pedro Bravo y sus jefes Pedro González, Mariano Herrera, Pedro Comín y Jerónimo Martínez Tello, así como el exgobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez y su ex número dos Javier Aríztegui.

También pasó el exjefe de la División de Normativa Contable de Banco de España Jorge Pérez Ramírez, que desveló que, aunque no trabajaba para Supervisión, alertó a sus superiores de que no se podía cargar deterioros contra reservas a nivel individual, como hicieron las cajas. El hecho de que las entidades pudieran hacerlo derivó en que los estados financieros que se incluyeron en el folleto de salida a bolsa no reflejaran la imagen fiel de Bankia.

La cúpula del Banco de España no llegó a hacer caso a esta advertencia, según explicó Pérez Ramírez, pues el folleto salió adelante como había llegado a sus manos, con una horquilla de precios para el debut bursátil (entre 4,45 y 5,05 euros por acción) que presentaba "una contradicción absoluta con los estados financieros". Se estaba, en su opinión, vendiendo "a precio de cobre" una entidad que a la vez decían que valía "oro".

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