"Desmontar el modelo de dinero barato y deuda creciente va a ser muy difícil"

Juan Carlos Ureta Domingo de Renta 4 Banco

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 17 dic, 2018 10:25 - Actualizado: 10:27
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Aunque los índices bursátiles han conseguido esta última semana salvar una situación técnica delicada y mantenerse en niveles que permiten pensar todavía en un fin de año no bueno, pero al menos decoroso, la fragilidad de las Bolsas ha vuelto a aparecer, una y otra vez, a lo largo de las cinco últimas sesiones.

Una fragilidad que se traduce en giros bruscos intradiarios y en la sensación permanente de que en cualquier momento podemos asistir a una caída fuerte, sobre todo en los índices americanos.

Esa sensación fue muy evidente en la sesión del pasado viernes de cierre semanal, en la que el S&P, el Dow Jones y el Nasdaq sufrieron descensos del entorno el 2% o superiores, entrando ya los tres de lleno (el Nasdaq ya lo estaba) en territorio técnico de "corrección" que se produce cuando las caídas superan el 10% desde los máximos. Tras los descensos del viernes, solo el Nasdaq se mantiene en positivo desde principios de año, con un simbólico +0,11%, y, lo que es peor, el S&P, además de haber perdido, aunque sea por escasos puntos, la importante cota de los 2.600 puntos, está formando una peligrosa figura de "hombro-cabeza-hombro" que los analistas técnicos consideran como anticipo de caídas más fuertes. A todo lo anterior hay que unir el hecho de que el S&P del sector financiero está ya en territorio técnico "bajista" (bear market) al haber perdido más de un 20% desde sus máximos. A nadie se le escapa que lo que pase en el sector financiero tiene ondas expansivas que van mucho más allá del propio sector.

Estas señales no necesariamente determinan la entrada en un periodo de turbulencias en los mercados, y además se refieren a las Bolsas americanas, en las que, sencillamente, y como ya habíamos dicho muchas veces en estos comentarios, la subida era insostenible y la entrada en corrección era solo cuestión de tiempo. Pero sí que ponen de manifiesto que estamos ya en una fase de ajuste de valoraciones que va a tener cierta duración porque responde a un previo "inflamiento" de los precios de los activos provocado por ocho años de dinero barato (easy money) y por casi tres años, los que van de enero de 2015 a hoy, en los que se ha forzado la deuda hasta límites más allá de cualquier medida razonable. Como botón de muestra los ochocientos mil millones de dólares de nueva deuda que el Gobierno americano se va a echar a sus espaldas este año 2018, pero podríamos poner ejemplos de Europa y Asia también, sin ninguna duda.

Desmontar ese modelo de dinero barato y deuda creciente va a ser muy difícil y tal vez por eso el BCE ha sido extremadamente delicado, el pasado jueves, a la hora de transmitir sus mensajes al mercado. Draghi hizo alarde, una vez más, de sus dotes de comunicación, y logró animar a los inversores, pese a rebajar las perspectivas de crecimiento en una décima para el 2018 y 2019 (1,9% y 1,7%, respectivamente) subiendo a la vez la previsión de inflación para el 2019 en una décima hasta el 1,8%. El BCE va a poner fin a las compras de bonos, que han totalizado dos y medio millones de millones de euros (trillones americanos) pero de momento reinvertirá los bonos que venzan, para no reducir balance, y no descarta, más bien todo lo contrario, volver a utilizar instrumentos del pasado como el LTRO (prestar a los Bancos para que compren bonos soberanos). Hay alguna voz en el BCE, como la del gobernador del Banco de Austria, Nowotny, que pide acabar con los tipos negativos ya, pero es una voz aislada, sin impacto. (Artículo completo)

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