China y la vuelta a los 'seventies'

Juan Carlos Ureta Domingo, presidente ejecutivo Renta 4 Banco

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 05 oct, 2021 19:31
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Tras siete meses consecutivos de subidas en el S&P y en el Eurostoxx, septiembre ha vuelto a recordar a los inversores que el escenario optimista de una recuperación perfecta tras la pandemia no es el único posible. Y que, aunque finalmente las cosas salgan, como todos deseamos, bien, puede haber algunas dificultades a lo largo del camino.

Eso es lo que han reflejado las Bolsas este último mes, con las caídas del 4,8% en el S&P, del 5,3% en el Nasdaq, del 3,5% en el Eurostoxx y del 5% en el Hang Seng de Hong Kong. Ha sido el peor mes para el S&P desde marzo de 2020. Algunas Bolsas se han comportado mejor, como la de Shanghái, en parte por el cierre vacacional de fin de mes, o nuestro Ibex que ha cedido solo medio punto porcentual en septiembre, o el Nikkei, que ha subido casi un 5% celebrando la llegada del nuevo primer ministro Fumio Kishida. Pero en su conjunto el MSCI World en dólares ha caído un 4,3% en septiembre, recogiendo así las Bolsas algunas dudas que ya habían ido apareciendo a partir de julio, pero que en estas últimas semanas se han ido intensificando.

China ha tenido mucho que ver en esa creciente inquietud de los inversores y en cierto modo ha actuado como el catalizador de algunos temores que ya venían incubándose los meses previos en Estados Unidos y en Europa.

Por un lado, el temor de subida de la inflación, que ha alcanzado ya en septiembre el 4,1% en Alemania (máximo de los últimos 29 años) y el 3,3% en la zona euro (mayor nivel en 13 años). En EE.UU. el viernes supimos que el PCE (personal consumption expenditures) que es la medida de inflación preferida por la Fed, ha subido en septiembre al 3,6% en términos anuales, un ritmo de subida no visto en más de 30 años. La primera aproximación a la subida de precios a partir del pasado febrero fue considerarla transitoria, vinculándola a la reapertura de la economía tras los confinamientos, opinión que han defendido de nuevo la Fed y los restantes Bancos Centrales en el simposio del BCE celebrado esta última semana en Sintra. Pero la subida continuada y en algunos casos muy intensa de las materias primas, con el petróleo y el gas a la cabeza, ha llevado a muchos a la convicción de que el repunte de precios no es solo motivado por la reapertura (reopening) de la economía, sino que hay elementos más estructurales. Entre ellos la escasez de algunas materias primas provocada por la falta de inversión en exploración y producción tras varios años de precios bajos. No se ha invertido lo suficiente y ahora no hay suministro suficiente y suben los precios o hay cuellos de botella.

A la presión de las materias primas se une, en parte precisamente como consecuencia de esa presión (léase gas y petróleo) el shock energético que estamos empezando a vivir a nivel global, un shock que alimenta aún más la inflación. Tanto Europa como Asia empiezan a padecer una inquietante falta de suministro que tensiona enormemente los precios de la electricidad y que ha obligado a China a parar varias fábricas esta última semana por falta de suministro de energía. Todo parece indicar que la transición hacia energías más verdes es un proceso delicado que requiere más tiempo y más inversiones de las que se habían previsto. La excesiva velocidad en el tránsito hacia la economía verde y la falta de previsión sobre las necesidades reales de inversión son la causa principal de los cuellos de botella que estamos empezando a vivir. Algunos analistas creen que ha sido un tremendo error prescindir de forma tan precipitada de la energía nuclear.

Pero además de la inflación preocupa también el crecimiento. Muchos economistas piensan que en el segundo trimestre hemos visto el pico de crecimiento y que a partir de ahora las cifras no serán tan buenas. De nuevo, China ha sido la encargada de encender las alarmas. El PMI de manufacturas de septiembre, que se publicó el pasado jueves, ha entrado en zona de contracción, al caer por debajo de 50, en concreto a 49,6. Es verdad que el PMI de servicios subió a 53,2 desde los 47,5 de agosto, y que el PMI compuesto ha subido a 51,7 desde los 48,9 de agosto, pero el mal dato de manufacturas unido a los problemas del sector inmobiliario y de algunas grandes tecnológicas hacen temer un PIB del tercer trimestre realmente bajo, algunos creen que incluso cercano a cero, lo cual sería un golpe tremendo tras el crecimiento del 18,3% del primer trimestre y del 7,9% en el segundo. Es verdad que los PMIs europeos y americanos de septiembre hasta ahora publicados no han sido tan malos, pero China es la economía que más contribuye al crecimiento global y un parón fuerte de su economía se notará en EE.UU. y en Europa.

La combinación de una inflación creciente y un crecimiento económico a la baja hace pensar, inevitablemente, en los años setenta del pasado siglo (back to the seventies), cuando precisamente una gran subida del precio del petróleo llevó a la economía occidental a la estanflación, al convivir una alta inflación con una economía estancada. Un escenario que no parece preocupar a los banqueros centrales reunidos en el foro de Sintra, cuyos discursos se han limitado a repetir el mensaje oficial (inflación transitoria y crecimiento al alza), pero que sí empieza a preocupar seriamente a los inversores, que perciben que el dinero barato y abundante y la deuda sin límite tienen también su lado "oscuro".

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