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¿Saben aquellos que invocan la voluntad del mercado para justificar “cruzadas políticas” qué es lo que quiere el mercado? En opinión del Nobel de Economía Paul Krugman, todo apunta a que “no”.

La crisis financiera de los últimos días, señala en su columna de The New York Times, ha aumentado la brecha entre “lo que se nos dice que debemos hacer para apaciguar a los mercados y lo que realmente estos están pidiendo”.

Es decir, “se nos ha dicho en repetidas ocasiones que los gobiernas deben parar y desistir en sus intentos para mitigar el 'dolor' económico, no sea que su compasión excesiva sea castigada por los dioses financieros, pero los propios mercados nunca han parecido estar de acuerdo en que estos sacrificios humanos sean en realidad necesarios”.

Así, señala, por ejemplo, “se suponía que los inversores estaban intimidados por los déficits presupuestarios, con miedo a que las cosas se pusieran como en Grecia, pero año tras año, los tipos de interés se han mantenido bajos”.

¿CUÁL ES EL MENSAJE REAL DEL MERCADO?

De hecho, destaca si nos fijamos bien “el mensaje real del mercado parece ser que deberíamos estar aumentando los déficits y la impresión de dinero. Y ese mensaje se ha vuelto mucho más fuerte en los últimos días”. Y no habla solo de “la caída de las bolsas, aunque eso sin duda debería decirnos algo (…) sino de los tipos de interés, que están dando señales de alarma, no de crisis fiscal o de inflación, sino de depresión y deflación”.

En este sentido, Krugman llama la atención sobre los tipos de interés de largo plazo de la deuda del gobierno de Estados Unidos, que “han caído abruptamente. Esto nos dice que los mercados no están preocupados por un default, sino por la debilidad económica persistente”. Mientras estos indicadores en gran parte de la deuda europea “son aún más bajos, debido las malas perspectivas económicas de la región”.

Con todo, el Nobel de Economía concluye: “Una pregunta que cabe hacerse ahora es por qué el mensaje mercado a favor del gasto y de la impresión de dinero se ha vuelto de repente más fuerte. Mi conjetura es que se debe principalmente a los acontecimientos en Europa, donde el deslizamiento hacia la deflación y la creciente reacción pública contra la austeridad han alcanzado un punto de inflexión. Y es que es muy razonable que los problemas europeos podrían extenderse al resto de nosotros”.

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