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En 2020, León se quedará sin centrales eléctricas de carbón. Naturgy presentó a finales de diciembre la petición de cierre de su central térmica de La Robla al Ministerio para la Transición Ecológica.

La central de La Robla no estaba en las primeras quinielas de cierre del carbón ya que la antigua Gas Natural Fenosa sí anunció hace varios años las inversiones en desnitrificación y desulfuración que la normativa de emisiones exigía para seguir en funcionamiento. Sin embargo, después de que el secretario de Estado de Energía, José Domínguez, afirmara que el próximo año solo quedarán cinco centrales activas -y La Robla no estaba entre ellas-, el cierre de muchas instalaciones se da por descontado.

Entre las nueve centrales que el Gobierno prevé que se desconecten el año que viene están otras dos de Naturgy: la de Narcea, en Asturias, y la de Meirama, en A Coruña. La compañía no ha decidido nada aún, confirman fuentes del sector, pero en el marco de su nuevo plan estratégico -presentado el pasado junio-, sí indicó que no se harán inversiones en ninguna central que no cumpla los criterios de rentabilidad. También está en el aire el cierre de la planta de Puente Nuevo, en Córdoba, propiedad de Viesgo.

CENTRALES SIN VIABILIDAD

La decisión de la energética que preside Francisco Reynés se conoce días después de que Endesa pidiera la misma autorización para su planta de Compostilla y de que la ministra, Teresa Ribera, prometiera a los presidentes de Asturias, Castilla y León y Aragón firmeza con las eléctricas para que garanticen una "transición justa" en las regiones ligadas al carbón.

El cierre se enmarca, indica la empresa, en el nuevo contexto regulatorio: las normas sobre emisiones marcadas desde la Unión Europea y que entran en vigor el año que viene exigen un elevado nivel de inversión para la reconversión de las plantas y que puedan seguir operando más allá de 2020.

Tal y como está el mercado, con el coste de los derechos de emisión de CO2 disparado y mayores impuestos medioambientales -que buscan, precisamente, avanzar en la descarbonización y desincentivar las tecnologías contaminantes-, la viabilidad económica de las plantas queda en entredicho, un argumento que también ha utilizado Endesa para justificar su decisión de pedir el cierre de la otra planta leonesa, la de Compostilla.

INVERSIÓN EN RENOVABLES

La compañía indica que aún no ha presentado el plan de acompañamiento para este cierre, sólo la solicitud. Pero en su hoja de ruta para la región, destaca que de los 1.000 millones que destinará al desarrollo de parques renovables en España, 300 millones se ejecutarán en Castilla y León.

En las últimas semanas, la compañía ha trasladado a las administraciones autonómicas el plan de adecuación que ha diseñado para los 80 trabajadores de La Robla. Entre las soluciones que proponen está la continuidad en las labores de desmantelamiento o su reubicación en otras unidades de la empresa, pero también abren la puerta a las salidas pactadas.

Respecto a los empleados de las empresas auxiliares, la empresa afirma que favorecerá su contratación para los trabajos de cierre y desmantelamiento, así como para el desarrollo del plan alternativo que promueva el desarrollo de la actividad económica de la zona. Según la energética, se apoyarán proyectos de generación renovable, pero también de gas renovable en la comunidad, una región donde ha invertido más de 1.000 millones en el último quinquenio.

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