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Sede del Banco Mundial.IZERTIS - Archivo

El último informe ‘Perspectivas económicas mundiales’ del Banco Mundial alerta sobre el creciente riesgo de estanflación, con consecuencias “potencialmente dañinas para las economías de ingresos medios y bajos por igual”, provocadas por el efecto amplificador que el conflicto en Ucrania ha tenido en la ralentización de la economía mundial, que está entrando “en lo que podría ser un período prolongado de débil crecimiento y elevada inflación”. "Para muchos países, la recesión será difícil de evitar", ha apuntado David Malpass, presidente del organismo.

Así, la institución estima un recorte del crecimiento mundial en 2022 hasta el 2,9%, una previsión sensiblemente pesimista respecto al avance del PIB global del 4,1% que calculaban el pasado mes de enero. “Se espera que ronde ese ritmo en 2023-24, a medida que la guerra en Ucrania perturbe la actividad, la inversión y el comercio a corto plazo, se desvanezca la demanda reprimida y se retire la acomodación de la política fiscal y monetaria”, señalan.

Al mismo tiempo, como consecuencia de los daños causados por la pandemia y la guerra, el nivel de renta per cápita en las economías en desarrollo se situará este año casi un 5% por debajo de su tendencia anterior a la pandemia.

"La guerra en Ucrania, los cierres en China, las interrupciones en la cadena de suministro y el riesgo de estanflación están afectando al crecimiento", ha señalado Malpass, quien ha explicado que “los mercados miran hacia adelante, por lo que es urgente fomentar la producción y evitar las restricciones comerciales”. “Se necesitan cambios en la política fiscal, monetaria, climática y de endeudamiento para contrarrestar la mala asignación del capital y la desigualdad”, ha añadido.

Por su parte, Ayhan Kose, director del grupo de Perspectivas del organismo, ha subrayado que “las economías en desarrollo tendrán que equilibrar la necesidad de garantizar la sostenibilidad fiscal con la necesidad de mitigar los efectos de las crisis superpuestas actuales en sus ciudadanos más pobres”. Por ello, Kose, cree que el camino a seguir es “comunicar las decisiones de política monetaria con claridad, aprovechar los marcos de política monetaria creíbles y proteger la independencia de los bancos centrales” y, así, “anclar eficazmente las expectativas de inflación y reducir la cantidad de endurecimiento de las políticas necesarias para lograr los efectos deseados en la inflación y la actividad."

El Banco Mundial prevé que el crecimiento de las economías avanzadas se desacelere bruscamente, pasando del 5,1% en 2021 al 2,6% en 2022, 1,2 puntos porcentuales por debajo de las proyecciones de enero. Además, espera que el crecimiento se modere aún más, hasta el 2,2% en 2023, "lo que refleja en gran medida la continuación de la retirada del apoyo de la política fiscal y monetaria durante la pandemia".

En concreto, ha revisado a la baja su previsión de crecimiento para Estados Unidos, que crecerá a un ritmo del 2,5% en 2022 y del 2,4% en 2023, cuando en enero había proyectado un crecimiento del 3,7% y del 2,6%, respectivamente. De cara a 2024, el Banco Mundial espera una expansión del 2%.

En cuanto a la zona euro, las previsiones del organismo son de un repunte del PIB del 2,5% en 2022 y del 1,9% en 2023, una reducción sensible de 1,7 y 0,2 puntos porcentuales, respectivamente, en comparación con sus estimaciones realizadas hace seis meses.

Entre las economías de mercado emergentes y en desarrollo (EDE), también se prevé que el crecimiento caiga del 6,6% en 2021 al 3,4% en 2022, muy por debajo de la media anual del 4,8% entre 2011 y 2019. El informe señala que los efectos negativos de la guerra contrarrestarán “con creces” cualquier impulso a corto plazo de algunos exportadores de materias primas gracias al aumento de los precios de la energía. Las previsiones de crecimiento para 2022 se han revisado a la baja en casi el 70% de los EDE, incluida la mayoría de los países importadores de materias primas, así como en las cuatro quintas partes de los países de renta baja.

Además, el informe subraya la necesidad de una acción política decisiva a nivel mundial y nacional para evitar las peores consecuencias de la guerra en Ucrania para la economía mundial. “Esto implicará esfuerzos globales para limitar el daño a los afectados por la guerra, para amortiguar el golpe del aumento de los precios del petróleo y de los alimentos, para acelerar el alivio de la deuda y para ampliar la vacunación en los países de bajos ingresos”, subrayan, al tiempo que remarcan que también “implicará respuestas enérgicas de la oferta a nivel nacional, manteniendo el buen funcionamiento de los mercados mundiales de productos básicos”.

Por último, el Banco Mundial considera que los responsables políticos deberían abstenerse de aplicar políticas distorsionadoras, como controles de precios, subvenciones y prohibiciones de exportación, que podrían agravar el reciente aumento de los precios de los productos básicos. “En el difícil contexto de una inflación más alta, un crecimiento más débil, unas condiciones financieras más estrictas y un espacio de política fiscal limitado, los gobiernos tendrán que volver a priorizar el gasto hacia una ayuda específica para las poblaciones vulnerables”, concluyen.

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