La historia se repite. El mercado de las criptomonedas ha vuelto a tropezar con la misma piedra que el bitcoin y las 'altocoins' ya han encontrado otras veces en su corta trayectoria. A un rally alcista de proporciones pantagruélicas, al que muchos inexpertos se han subido a destiempo, ha seguido una corrección que ha dejado ríos de lágrimas a su paso, pánico y a "miles de inversores corriendo como pollos sin cabeza", en palabras de Mike Novogratz, fundador de Galaxy Digital. Con las heridas muy a flor de piel, la gran pregunta que planea en los mercados es si la burbuja ha estallado del todo o si queda algo para exprimir al 'momentum' alcista. La respuesta más honesta es que nadie lo sabe a ciencia cierta.

Si hay algo claro ahora mismo para Luis Garvía, director del Máster en Riesgos Financieros de ICADE Business School, es que gran parte del rally actual hasta el máximo histórico en casi 65.000 dólares de mediados de abril se ha visto alimentado por inversores institucionales. Muchos de ellos compraron bitcoins entre 20.000 y 30.000 dólares -por ejemplo, el precio medio al que MicroStrategy adquirió sus 91 bitcoins es de 24.450 dólares por token-, por lo que "es muy probable que no dejen caer la cotización". De ahí el juego mediático en el que participan, con el fundador de Tesla, Elon Musk, a la cabeza, para mover el mercado.

También es innegable que hay una formidable resistencia en los 60.000 dólares y que el análisis técnico apunta a un rebote tras tocar 30.000 dólares el 'miércoles negro' del 19 de mayo. De la misma manera, numerosos expertos esperan un período de consolidación tras la brutal volatilidad de esta semana.

De ahí a predecir cuándo vale la pena comprar, hay un trecho muy largo. "Cuando todos los cuchillos están por el aire, jamás hay que meter la mano", comenta Garvía, quien aconseja, sobre todo, "no invertir en algo que no se entiende en un momento de alta liquidez como el actual". "En cuanto todo el mundo se cuestiona cuándo compro o cuándo vendo un activo, es la señal más flagrante de que hay que vender", sentencia, para afirmar que "el momento para entrar en el bitcoin será el próximo 'criptoinvierno'". Sin embargo, se muestra cauteloso a la hora de certificar la defunción del ciclo alcista actual para dar lugar al largo período que se conoce popularmente como 'el invierno' en cada oleada de las criptomonedas.

Pero sí está seguro el profesor de ICADE Business School de que es imposible predecir el comportamiento de un activo tan volátil. No obstante, en la corta historia de las monedas online se reitera un patrón cíclico de tres años. Arranca con un período de subidas estratosféricas y brutales correcciones, que suele prolongarse meses o incluso un año, para entrar en otros 12 a 18 meses de mercado bajista. En el transcurso de este tiempo sí se puede hablar de burbuja ya que, en palabras del mismo fundador de Ethereum, Vitalik Butterin, "se generan unas expectativas que la tecnología acaba demostrando, de una manera u otra, que aún no está preparada para cumplir".

Ocurrió por primera vez en 2013, antes de la quiebra de Mt. Gox, cuando las transacciones eran dudosas y se dio un auge de pagos e intercambios para actividades relacionadas con la 'dark web'. La segunda oleada fue en 2017, con la aparición de la red Ethereum y los contratos inteligentes, que revelaron al mundo la utilidad del blockchain. En ambos casos se repitió el proceso: a meses de alzas constantes siguió un período de sequía y de escaso interés, hasta 2020, punto de partida del tercer ciclo en el que nos hallamos inmersos.

DE 2008 A 2021

Con la gran salvedad de que ahora es el dinero de Wall Street el que está en juego y que esas manos fuertes seguirán interviniendo verbalmente en las 'criptos', la inversión en criptoactivos actual es distinta a las dos oleadas anteriores por tanto que muestra muchísimas coincidencias con lo ocurrido en 2008, año del nacimiento del bitcoin.

Garvía establece un paralelismo entre el elevado interés que han suscitado las 'criptos', al calor de la pandemia del Covid-19 y de la profunda crisis económica y social que se deriva, con la aparición del llamado oro digital. En 2008, pocos meses después de que estallara la crisis de las subprime en EEUU, que derivó en la crisis crediticia de la eurozona, se minaron las primeras criptomonedas. Según asegura el economista, el origen de todo ello es una desconfianza en el sistema financiero tradicional que está "roto" desde entonces. Es más, lo vivido en el último año no ha hecho más que volver a poner de manifiesto que "no da pie con bola".

La quiebra de Lehman Brothers supuso un punto de inflexión para la política monetaria y fiscal y han transcurrido más de 12 años sin que estados ni bancos centrales hayan funcionado con normalidad. Tanto las administraciones públicas como la banca se han vuelto adictas completamente a las inyecciones de liquidez, lo que ha zombificado totalmente el sistema.

Este contexto provoca a una búsqueda constante de nuevos rendimientos con productos OTC -over the counter-, como los ETF, las SPAC o las propias 'criptos'. Todas estas clases de activos surgen fuera de los mercados regulares y "son fruto de un sistema financiero que no es capaz de unir ahorros con las necesidades de inversión por las vías tradicionales", aduce Garvía.

Con todo, hace hincapié el experto en que tras la fachada especulativa de los activos digitales se asienta una tecnología con enormes posibilidades, especialmente la red Ethereum, "un sistema que permite programar un sinfín de aplicaciones seguras y 'low cost'". Pero también reconoce que todo este desarrollo todavía está en pañales, por lo que augura un largo proceso de "evolución y sacrificios". Y deja una frase como colofón: "Estamos en las primeras etapas, en el momento equivalente a los hermanos Wright en la historia de la aviación". Seguiremos volando.

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