Los gurús hablan: "Los 'Nifty 50' vuelven a la escena bursátil"

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Capitalbolsa | 04 ene, 2021 19:12 - Actualizado: 13:45
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Como era previsible, la última semana del año ha transcurrido sin sorpresas, en unas sesiones de trámite, solo animadas por el pequeño intento de fuga alcista que pareció producirse el lunes.

Ese intento no fue a más en las Bolsas europeas (el Eurostoxx ha finalizado la semana subiendo un escaso 0,26% y el Ibex ha bajado un 0,47%), pero en el caso de los tres índices americanos no solo permitió batir nuevos récords históricos el mismo lunes, sino que, además, llevó al Dow Jones y al S&P a finalizar la sesión de cierre anual del 31 de diciembre en máximos históricos de todos los tiempos, con ayuda de una oportuna subida de última hora. Una subida de última hora que algunos justificaron en que las peticiones de subsidio de desempleo semanales fueron 787.000 en lugar de las 828.000 previstas.

Esos récords de fin de año ponen el broche final a un año que termina con la idea de que nada puede ir mal en las Bolsas y que las acciones solo pueden subir (stocks can only go up). Una idea repetida obsesivamente por el "day trader" Dave Portnoy, líder de un activo grupo de operadores cortoplacistas de la plataforma Robin Hood. Portnoy se llama a sí mismo "Davey Day Trader" y se compara con Warren Buffett, a quien dice superar como inversor. Por muy folclórico o incluso ridículo que nos pueda parecer el personaje, y por muy simple que sea su filosofía de inversión, que se reduce a comprar, a poder ser de forma apalancada, un puñado de valores tecnológicos sin prestar demasiada atención a los llamados "fundamentales", lo cierto es que este año 2020 Portnoy y sus seguidores han ganado muchísimo más dinero que la mayor parte de las instituciones de inversión llenas de sesudos analistas y gestores profesionales.

Y esperan seguir haciéndolo en el 2021, un año el que realmente la sola posibilidad de que algo pueda torcerse en las Bolsas, aunque sea solo un poquito, pase lo que pase, sería la auténtica gran sorpresa, el "cisne negro". A esta especie de dogma de fe (stocks can only go up) se ha llegado tras una década de esfuerzos de los Bancos Centrales para conseguir la estabilidad perfecta en los mercados financieros, una década cuyo colofón ha sido el 2020. Ni la pandemia global, ni el cierre sincronizado de la economía, ni la ruptura de las cadenas globales de producción, ni la realidad cada vez más visible de una amenaza de disrupción darwinista en casi todos los sectores de la economía real han podido hacer sombra a la idea simple pero muy efectiva de Dave Portnoy de que "las acciones solo pueden subir".

Esa idea es aún más potente si hablamos de las grandes tecnológicas, llamadas a dominar la sociedad en el mundo post Covid. Las cinco grandes (Apple, Amazon, Microsoft, Alphabet y Facebook) a las que ahora habría que añadir Tesla, y las chinas Tencent y Alibaba. Esas ocho compañías suman siete trillones americanos (millones de millones) de dólares de valor en Bolsa, incluso después del desplome de Alibaba por sus problemas con los supervisores chinos, es decir, valen el doble que las cincuenta empresas del Eurostoxx.

En los años setenta del pasado siglo en EE.UU. se puso de moda la idea de invertir en las grandes compañías americanas, nombres entonces míticos como Polaroid, Coca Cola o Walt Disney, que en algunos casos no han podido sobrevivir al paso del tiempo. Esas cincuenta grandes compañías, a las que se llamó "Nifty 50", movían los índices bursátiles y Burton Malkiel en su famoso libro "Un paseo aleatorio por Wall Street" dijo que la mejor filosofía de inversión era comprar las "Nifty 50" e ir luego al campo de golf a relajarse y esperar con tranquilidad. Como se decía entonces, había que "comprar y nunca vender". Esas grandes compañías cotizaban con elevados múltiplos, como ahora, y completamente desconectadas de sus fundamentales, pero llegado un cierto punto dejaron de subir y cayeron durante varios años.

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