• Los dos grandes de la Eurozona lucharán por la presidencia el próximo año
  • París y Berlín verían con mejores ojos la designación del irlandés Philip Lane como 'número 2'
Luis de Guindos
El ministro de Economía, Luis de Guindos.

La seguridad con la que Moncloa expresa que el futuro vicrepresidente del Banco Central Europeo (BCE) será "un español o española" contrasta con una realidad más incierta. Fuentes financieras admiten a 'Bolsamanía' que no está tan claro que España vaya a contar finalmente con los apoyos con los que da por hecho que contará. La sucesión de Mario Draghi en 2019 alimenta estos recelos.

El banquero italiano cederá 'la campana' a su sucesor en la presidencia del BCE en noviembre de 2019. Y este relevo, además de por su propia relevancia, condicionará la elección del vicepresidente, que se resolverá en las próximas semanas, puesto que el mandato de su actual inquilino, el portugués Vítor Constancio, vencerá el 31 de mayo. El Gobierno de Mariano Rajoy ha dado por hecho en los últimos meses que este cargo no se le escapará a España. "La vicepresidencia será para un español o española", ha asegurado en distintas ocasiones el ministro de Economía, Luis de Guindos.

A falta de confirmación oficial definitiva, que se producirá este miércoles como muy tarde, todo indica que el candidato será precisamente Luis de Guindos. Por tanto, y dado el convencimiento que existe en el Ejecutivo, su designación equivale prácticamente a su 'nombramiento' como 'número 2' del BCE.

Pero fuentes financieras aconsejan no ir tan rápido. Y mucha más cautela. En la sustitución de Constancio no se puede sacar de la ecuación lo que pasará el año que viene con el relevo de Draghi, exponen. Más que nada, por cómo suelen tejerse estas 'cosas' en Europa. Si, como parece, Alemania o Francia aspiran a la presidencia, no les conviene que el vicepresidente sea el representante de otro de los países más fuertes de la Eurozona, de ahí que no esté tan seguro que el candidato español vaya a contar finalmente con el respaldo de París y Berlín.

Este riesgo tiene un precedente cuyo recuerdo sobrevuela estos días los pasillos de Moncloa. Ocurrió en 2015. Entonces, como ahora, el Gobierno había dado por hecho que contaba con los apoyos suficientes para situar a Guindos como presidente del Eurogrupo. La realidad, sin embargo, es que no consiguió hacerlo. "No podemos volver a fallar", insisten ahora fuentes gubernamentales con ese fracaso en mente.

LA APARICIÓN DE LANE

A lo largo de la aún breve historia del Banco Central Europeo, constituido en 1998, los equilibrios de poder siempre han estado presentes. El primer presidente, un holandés, Wim Duisenberg, contó con un francés, Christian Noyer, en la vicepresidencia. El galo fue relevado en 2002 por el griego Lucas Papademos, como antesala del nombramiento en la presidencia del francés Jean-Claude Trichet. A Papademos lo sustituyó ya el luso Constancio en 2010, que desde 2011 hizo tándem con el italiano Draghi. Es decir, la combinación siempre ha sido un representante de una de las principales economías de la región -hasta la fecha, Francia e Italia- con otro representante de otros países de menor tamaño -Holanda, Grecia y Portugal-.

La maniobra de Irlanda, con la presentación de un candidato tan sólido como Philip Lane, denota que no todo está tan atado en la sucesión de Constancio como se 'vende' desde Moncloa

Con un holandés, un francés y un italiano en la presidencia, todas las quinielas apuntan a que el cuarto presidente de la entidad será, esta vez sí, un alemán, con el actual presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, como gran aspirante. Sin embargo, Francia también estaría interesada en recuperar la presidencia, para lo cual puede contar con una candidata de postín: la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. A diferencia de otros bancos centrales, como la Reserva Federal (Fed) estadounidense con Janet Yellen o el Banco de Rusia con Elvira Nabiullina, el BCE no ha estado comandado todavía por una mujer, con lo que la candidatura de Lagarde tendría serias opciones de imponerse a la de Weidmann.

En todo caso, un alemán o un francés más un español en la presidencia y la vicepresidencia del BCE suena a demasiada concentración de poder entre las potencias de la Eurozona. España, por mucho que su peso específico y su representación en las esferas de poder se haya debilitado en los últimos años, es la cuarta mayor economía de la región, tras Alemania, Francia e Italia. Y los últimos movimientos evidencian que no todo está tan decidido como descuentan en el Gobierno español. Esas maniobras tienen pasaporte irlandés, puesto que Dublín ha presentado ya a la lista de candidatos al actual gobernador del Banco Central de Irlanda, Philip Lane. Por experiencia como banquero central, ya que ocupa el cargo desde 2015, y por formación y prestigio, doctor en Economía por Harvard y uno de los investigadores en asuntos económicos más reputados del mundo, Irlanda presenta a un candidato de peso.

Aunque incluso desde Irlanda se admite que Guindos parte con el papel de favorito, el paso dado por Dublín sugiere que 'alguien' en el seno de la Eurozona no vería con malos ojos que un irlandés actuara como complemento de un futuro presidente de Alemania o Francia, algo que mantendría el equilibrio de fuerzas vigente en los últimos 20 años. Irlanda es la octava economía de la Eurozona, también está protagonizando una notable recuperación y nunca ha tenido representante en el Comité Ejecutivo del BCE, en el que sus seis miembros conforman la auténtica sala de máquinas de la institución.

LA 'VARIANTE KNOT'

Otra lectura es que Dublín simplemente quiere posicionar ya a Lane para que 'herede' el cargo de economista jefe, ahora en manos del belga de origen alemán Peter Praet, en junio de 2019. En ese caso, las posibilidades del candidato español crecerían, aunque para ello también necesitará otro paso: que Alemania y Francia renunciaran a la presidencia en favor de un candidato de otro país. Vuelve a sonar Holanda con Klaas Knot, presidente de su banco central desde 2011 y con un perfil duro -'halcón', en la jerga de los bancos centrales- que puede ser del agrado de Alemania. Resultaría así una mezcla entre el quinto país por PIB de la Eurozona -Holanda- con el cuarto -España-, pero en el juego de los equilibrios de poder esta combinación podría ser aceptada porque conjugaría a un representante centroeuropeo con otro mediterráneo, similar a la que en su tiempo protagonizaron Duisenberg y Noyer.

En este supuesto, España se estrenaría en la vicepresidencia y recuperaría su sillón en el Comité Ejecutivo. España tuvo representación en este órgano primero con Eugenio Domingo Solans, entre 1998 y 2004, y luego con José Manuel González-Páramo, entre 2004 y 2012, y perdió su sitio porque el candidato que el Gobierno presentó en 2012, Antonio Sainz de Vicuña, no logró el respaldo preciso. Seis años después, España aspira no sólo a recuperar su silla, sino a encaramarse a la vicepresidencia por primera vez. Moncloa lo da por hecho. Hasta han vendido en público la piel del oso. Ahora 'sólo' falta cazarlo.

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