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La pandemia del Covid-19 y sus profundos estragos en el crecimiento mundial han convertido 2020 en un mal año para todos, pero en el caso del presidente de los EEUU, Donald Trump, ha sido catastrófico. Poco antes del virus, el líder republicano arrancaba la carrera hacia su posible reelección con todos los números comprados para vencer con holgura en las elecciones presidenciales de noviembre, pero la crisis sanitaria, la recesión en la que ya se halla la economía estadounidense y la profunda crisis social derivada de los disturbios raciales por el homicidio de George Floyd a manos de un policía, han dado un vuelco en las encuestas de 180 grados.

El candidato demócrata, Joe Biden, a quien analistas y expertos auguraban una sonora derrota frente al magnate ha empezado a aventajarlo en algunos sondeos, como el publicado esta misma semana en la CNN que prácticamente suspendía la gestión del republicano al frente de la Casa Blanca. Y aunque cuenta con cinco meses para recuperar el favor de los votantes, Trump reanuda su campaña electoral con menos vientos de cola con los que contaba en marzo, mientras los demócratas empiezan a digerir la idea de que tal vez Biden salga airoso donde Hillary Clinton fracasó en 2016.

“La irrupción de la Covid-19 lo ha puesto todo patas arriba, si no hubiera aparecido el virus, los demócratas aún se estarían destrozando unos a otros en las primarias”, comenta Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF. Sin embargo, al igual que otros expertos no cree que los conservadores lo tengan todo perdido y señala que aun queda mucha tela por cortar en los próximos meses, tiempo suficiente para que algunas de las cuestiones que atenazan ahora al país mejoren sensiblemente o se resuelvan. Además, “pueden aparecer otras distracciones o puede que algunas se reaviven deliberadamente, como por ejemplo en la política exterior (tensiones con China)”, subraya, y al igual que otros expertos recuerda como hace cuatro años la demoscopia tampoco favorable al magnate.

“Si se repite la experiencia de 2016, los colegios electorales darán a Trump una bonificación equivalente a casi 3 puntos en el voto popular”, elabora Cavalier en una nota de análisis. “Las encuestas no logran representar bien el voto popular como un factor de éxito. En octubre, cuando las intenciones de voto se aclaren, ¿cuál será el tema dominante?”, redondea.

Para empezar, es muy probable que el equipo de campaña de Trump sea capaz de darle un vuelco a la percepción que tiene la opinión pública de la gestión del virus. “Se va a colgar la medalla de haber salvado vidas debido al confinamiento”, comenta Naeem Aslam, jefe de análisis de Avatrade. Hasta la fecha, la tasa de muertes debido al virus en EEUU supera los 100.000 fallecidos y son casi dos millones los infectados, no obstante, las previsiones del doctor Anthony Fauci, consejero del presidente Donald Trump en la crisis del coronavirus, elevaban el número de muertos a 200.000. Cavalier, por su parte, argumenta que si la pandemia sigue en retroceso de aquí a noviembre, es muy probable que “se hayan olvidado las críticas a la administración republicana por su manejo de la situación” y toma como ejemplo el proceso de impeachment al presidente de los EEUU del pasado mes de diciembre “del que nadie se acuerda”.

En cuanto a las consecuencias económicas, no son baladí. Estados Unidos entró oficialmente en recesión el pasado mes de febrero, poniendo así fin a 128 meses consecutivos de expansión, que representan el periodo más extenso de crecimiento del país de toda la serie histórica, que se remonta a 1854, según ha anunciado la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER). Sin embargo, el dato de creación de empleo del mes de mayo sorprendió con una creación de 2,5 millones de empleos frente a la destrucción de 7,5 millones de trabajos anticipada por los expertos, un hecho que el líder norteamericano no dejó escapar para felicitarse por las cifras con un tuit que rezaba “buen trabajo presidente Trump”.

Para Aslam, el candidato de los republicanos seguirá sacando pecho de la recuperación y del hecho de que “la economía del país se halla en una posición mucho más sólida en comparación con el resto del mundo”, algo que se verá respaldado “por el desempeño del mercado de valores y de una mejora constante en la tasa de desempleo”, asegura el analista. “¿Seguirá siendo tan alto el nivel desempleo después del verano, que seguirá siendo un factor importante para los votantes, o más bien se fijarán en el pronunciado descenso después de haber tocado fondo de forma histórica?”, se pregunta a consecuencia el economista jefe de ODDO BHF.

EL POLVORÍN DEL DESCONTENTO SOCIAL

De las tres crisis, la que tiene un desenlace más incierto es el descontento social que ha estallado a raíz del homicidio de Floyd. El politólogo Allan Lichtman, en su libro, 'Las llaves de la Casa Blanca', citó que un factor clave en la reelección de un presidente en ejercicio era la falta de un malestar social sostenido. Trump no puede decir le haya faltado este malestar en toda esta legislatura. La primera semana de junio estuvo marcada por las manifestaciones contra la violencia policial, que fueron inusualmente intensas y que también derivaron en disturbios y saqueos. Para restaurar la ley y el orden, los gobernadores llamaron a la Guardia Nacional en casi la mitad de los estados. “El Presidente Trump, acusado de avivar las brasas, no salió con una reputación mejorada de esta situación”, comenta Cavalier. De hecho, parte de la ventaja de Biden en las encuestas se debe precisamente del caos provocado por el ‘dedo flojo’ del republicano en Twitter.

Lejos de calmar la situación, la polarización de la sociedad juega a favor del magnate, por lo que es muy probable que en lo que le queda de campaña apele al miedo de los ciudadanos por los disturbios y les prometa mano dura contra las protestas. Sin embargo, si la sociedad tensionada se une para votar en su contra, es muy probable que acabe perdiendo la presidencia, indican los expertos consultados.

Por último, a Trump siempre le quedará China como un comodín inagotable que Cavalier espera que ponga en juego con esmero en lo que queda de precampaña. “La crisis actual tiende a amplificar las críticas al gigante asiático, tanto en el plano político (las autoridades han tratado de enmascarar la gravedad de la epidemia, aumentando el problema) como en el plano económico (la excesiva dependencia de los proveedores chinos)”, comenta. “Al atacar a China, Trump no teme a nadie. Incluso puede que le interese elevar su retórica agresiva, sabiendo que la opinión mayoritaria está en la misma longitud de onda”, prosigue. “Esto sería una desventaja para Joe Biden, que preferiría una campaña electoral centrada en temas sociales”, concluye el economista.

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