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Donald Trump ha despertado reticencias al imponer nuevos aranceles del 10% a determinados productos chinos a partir del 1 de septiembre. No solo en los mercados, sino también entre los analistas, que creen que esta decisión forma parte de un plan del presidente de EEUU para seguir presionando a la Reserva Federal (Fed) y obligarle a que baje aún más los tipos. Y es que, como dijo el otro día Trump, Jerome Powell le "defraudó" al no asegurar nuevos recortes.

La teoría que circula entre los expertos es la siguiente: Trump ha intensificado su guerra con China en un momento muy concreto, justo después de que Powell usase las tensiones comerciales para justificar el recorte de tipos que la Fed acometió hace unos días, el primero en diez años. Creen que el presidente del banco central dio al republicano la excusa que necesitaba para forzar a la Fed a seguir abaratando el precio del dinero, y por eso ha creado nuevas tensiones comerciales.

El anuncio de Trump cogió a todos por sorpresa, ya que en anteriores ocasiones EEUU había avisado antes de confirmar su decisión y se habían producido negociaciones para intentar evitar esos gravámenes. En esta ocasión no ha sido así, y la Administración estadounidense ha anunciado directamente la imposición de los aranceles apenas unos días después de haber retomado las negociaciones con el gigante asiático en Shanghai, una cita que ambas potencias calificaron de constructiva.

Entonces, ¿por qué Trump ha optado por este movimiento? Muy sencillo: para presionar la economía estadounidense y obligar así a Powell a adentrarse en el camino que él quiere seguir, el de los tipos aún más bajos. Cabe recordar que ni el gobierno chino ni las empresas del país asiático pagan directamente los aranceles, sino que son gravámenes sobre los productos importados que pagan las empresas registradas en EEUU a la aduana cuando la mercancía llega a territorio estadounidense. Los importadores, a menudo, repercuten esos costes en el precio, por lo que al final son sus clientes (fabricantes y consumidores en Estados Unidos) los que lo pagan.

Como recuerdan desde Bank of America Merrill Lynch, los aranceles aplicados hasta ahora por EEUU a China "habían evitado en su mayor parte los bienes de consumo", aunque esta vez no ha sido así, y los gravámenes que se aplicará sobre los 300.000 millones de dólares de importaciones chinas que actualmente no están sujetas a ellos afectarán, sobre todo, a productos que van desde ropa infantil a ordenadores portátiles y smartphones, por lo que se notará en el bolsillo del consumidor. Los 250.000 millones de dólares restantes seguirán estando sujetos a un arancel del 25%.

"Las esperanzas de la Fed de pasar un verano tranquilo de observación de datos se han visto frustradas, ya que Trump ha decidido aumentar su apuesta en la guerra comercial, una vez más", dicen por su parte desde IG. Los expertos de esta firma señalan que "intentar incitar a la Reserva Federal a recortar los tipos a través de Twitter no le ha funcionado, por lo que Trump va a hacer todo lo posible para aumentar los riesgos de su guerra comercial con China" para conseguirlo.

Con su decisión, Trump ha lanzado a la Reserva Federal otra 'bola curva' que podría forzar al banco central a recortar los tipos más de lo que se espera para proteger a la economía estadounidense de los riesgos de la política comercial. Desde Think Markets apuntan que no se debe esperar "ninguna postura cautelosa" de la Fed, porque los nuevos aranceles de Trump hará que la política monetaria vaya en un solo sentido. "Si los datos económicos son débiles, será fácil para la Fed vender su postura 'dovish', pero ahora, bajo estas nuevas circunstancias, la Reserva Federal no puede decir que no espera una nueva tanda de recortes en los tipos". Como recuerdan los analistas de esta casa, los nuevos aranceles significan una escalada de la guerra comercial y es probable que de ello resulte un crecimiento mucho más bajo, por lo que Powell y los suyos se verán obligados a "utilizar su arma del recorte de los tipos de interés".

Aunque también podría ocurrir que Powell resistiese al nuevo desafío de Trump. "El hecho de que la Fed se muestre claramente reacia a ceder como desearían la Casa Blanca y los mercados puede hacer de agosto un mes interesante para los mercados, ya que los riesgos se acumulan", remarcan los expertos de Oanda. De hecho, los analistas de BofA Merrill Lynch se muestran preocupados porque la postura de la Fed "continúe envalentonando a la administración Trump para que aumente las tensiones comerciales".

¿HABRÁ NUEVAS REUNIONES?

Ahora lo que todos se preguntan es qué va a pasar con la reunión prevista entre EEUU y China en septiembre, que se iba a celebrar en Washington. Y es que las renovadas tensiones entre ambas potencias (el país asiático ya ha dicho que habrá represalias a los nuevos aranceles) deja en el aire posibles avances en las negociaciones. De hecho, los analistas creen que lo ocurrido reduce las perspectivas de progreso a corto plazo y sienta las bases para una disputa prolongada entre las dos economías más grandes del mundo.

La escalada de tensión ha sido rápida e inesperada, y dar marcha atrás puede no ser tan fácil. "Trump no es ajeno a las tácticas de 'brazo fuerte' para conseguir lo que quiere, pero esto es demasiado impulsivo, incluso para él", dicen los expertos de Oanda, que creen que el presidente quiere acabar con la cuestión de la guerra comercia cuanto antes, "en lugar de tener que esperar hasta las elecciones del año que viene, especialmente si la economía sigue fallando". El problema, remarcan, es que el republicano "está corriendo grandes riesgos porque si China no entra en el juego, tendrá que ir a por todas y eso podría costarle caro".

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