fabrizio saccomanni unicredit
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Un paro cardíaco puso fin a la vida de Fabrizio Saccomanni el jueves, tan solo un día después de que el banquero presentara ante la opinión pública los resultados semestrales de Unicredit, la entidad que presidía. El italiano ponía fin así, a los 76 años, a una trayectoria profesional que se extiende cuatro décadas y que ha estado dedicada en su mayoría al Banco de Italia, el banco central del país, en el que Saccomanni tuvo que bregar con la peor crisis financiera de su historia. Algunos años después llegó a la presidencia de Unicredit, el banco más grande de Italia, donde ha podido ejercer un año en compañía del artífice de la mayor reestructuración de este banco, la clave de su salvación.

El papel más importante de la vida laboral de Sccomanni lo vivió en el Banco de Italia, al que se incorporó en 1967. Tras un impasse de tres años en los que fue vicepresidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (EBRD), que actualmente preside la ministra de Economía Nadia Calviño, Saccomanni fue nombrado director general del banco central italiano en 2006. En sus últimos meses al frente del Banco de Italia también fue presidente del Instituto de Supervisión de Seguros (IVASS) y ya en 2014 recibió el título de director general de honor de esta autoridad.

Saccomanni se vio obligado, como director general del banco central, a sufrir los peores años de la crisis financiera que, al igual que hizo en España, golpeó con dureza al sector financiero italiano. Fueron años de fuerte oleaje a los que el sector bancario italiano sobrevivió, pero salió debilitado, como ha demostrado el paso del tiempo.

Bajo su mandato, el primer banco italiano que recibió ayuda del Estado fue Banco Popolare, resultado de la fusión que Banco Popolare di Verona e Novara y Banca Popolare Italiana protagonizaron en 2007. Sin embargo, el paradigma de la crisis financiera italiana fue, precisamente, el banco más antiguo del país, la Banca Monte dei Paschi di Siena. La entidad, tras años de inestabilidad, llegó arrastrándose a una intervención que tuvo lugar ya en el año 2016 y que derivó en su nacionalización. Italia se quedó un 70% del banco.

Poco después, en el marco del procedimiento de resolución que estrenó Popular, las entidades italianas Banca Popolare di Vicenza y Veneto Banca fueron intervenidas a nivel nacional, pese a que la Junta Única de Resolución (JUR) las consideró failing or likely to fail (en grandes dificultades o con posibilidad de estarlo).

EL COSTE DE SER SALVADO

El que se libró de una intervención o posible nacionalización tras la crisis fue Unicredit. Lo hizo gracias a una fuerte reestructuración que implicó la salida de 14.000 empleados del banco y que lideró Jean Pierre Mustier. El actual consejero delegado de la entidad, que llegó al banco en 2011, fue ascendido a ese cargo precisamente para liderar el ajuste, que se complementó con una ampliación de capital de 13.000 millones de euros. Como referencia, el importe equivale a más del doble del aumento que tuvo que realizar Santander tras quedarse Popular.

Santander, precisamente, tuvo un pequeño cameo en la historia de Unicredit. Ambas entidades negociaron la fusión de sus gestoras de fondos con el objetivo de convertirlas en un campeón europeo. Tras un par de años de idas y venidas los contactos terminaron en ruptura y Pioneer, la gestora de Unicredit, acabó en manos de Amundi el año pasado.

Sin embargo, Saccomanni no llegó a Unicredit hasta abril de 2018, tras un breve paso por el Gobierno italiano. En 2013 se convirtió en ministro de Economía, puesto al que acudió llamado por Enrico Letta, pero su mandato, al igual que el Ejecutivo, fue breve, de tan solo un año.

En la primavera de 2018 fue nombrado presidente de la junta directiva del banco, el primero por clientes de todo el país. El ejecutivo más fuerte del banco es ahora Mustier, quien se ha despedido de la efímera presidencia de Saccomanni “con un inmenso dolor”, al considerarle “un amigo de gran inteligencia y humanidad, culto, competente e ingenioso”, un banquero de “alto nivel” y con gran “amor por Italia”. Será el vicepresidente, Vicario Cesare Bisoni, quien asuma los mandos mientras se encuentra un nuevo presidente.

UNA RECUPERACIÓN QUE NO LLEGA

Años después de la crisis financiera, la mora sigue protagonizando las pesadillas de los bancos italianos, que en los últimos meses han sufrido, además, inestabilidades políticas que les han hecho temblar. En los últimos test de estrés realizados por la Autoridad Bancaria Europea (EBA), cuyos resultados se publicaron en noviembre, la banca italiana salió ilesa, aunque las grandes entidades del país, como UniCredit e Intesa San Paolo, no demostraron gran fortaleza en capital.

De acuerdo con los resultados, cuestionados por las autoridades británicas, los italianos tendrían en la estimación para el peor escenario de 2020 unas ratios de capital CET1 fully loaded inferiores al 10%. En esa misma situación se encuentran las francesas Société Générale y BNP Paribas, el alemán Commerzbank y el irlandés Bank of Ireland Group, además de los bancos británicos y los españoles.

Es solo una prueba de que la banca italiana no termina de recuperarse de los flecos de la crisis financiera. De hecho, una de sus entidades ha sido la protagonista de la intervención del Banco Central Europeo (BCE) más reciente. Banca Carige, que arrastraba problemas de capital y de gestión desde hace años que se agravaron con la dimisión en bloque de gran parte de su cúpula, estrenó las nuevas funciones del italiano Andrea Enria al frente del Consejo de Supervisión con una intervención temprana que con los meses ha derivado en un rescate público y el intento de uno privado. Esta situación, unida a la inestabilidad política del país, llevó a la banca italiana, una de las más vigiladas por el BCE, a temblar de nuevo.

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