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Un edificio de oficinas en MadridJesús Hellín - Europa Press - Archivo

Como resultado del Covid-19 y de las medidas de cierre asociadas, se ha acelerado la tendencia a la flexibilización del concepto de oficina que ya se había abierto paso en múltiples sectores. El teletrabajo se ha implementado a marchas forzadas de la mano de la pandemia y ha colocado bajo el foco el debate del futuro de los espacios destinados a la actividad laboral. Los expertos no esperan que esto se revierta, incluso después de que la crisis sanitaria haya terminado y la gran pregunta es cómo solucionarán las empresas las necesidades de sus trabajadores en un entorno post-pandémico, a la vez que conjugan su actividad con el contexto de crisis económica. Un cóctel que acabará reduciendo la demanda hasta en un 25%, aseguran desde Aberdeen Standard Investments.

Sólo en España, la inversión en este sector cayó un 50% en 2020, hasta 2.100 millones de euros, cifras que promotoras como Savills Aguirre Newman prevén que se repitan en 2021. “Esto no significa la muerte de la oficina. Pero sí significa una mayor diversificación en los rendimientos futuros entre las oficinas que satisfacen las necesidades de los ocupantes y las que no”, puntualiza por su parte Aberdeen Standard Investments.

“Las empresas reevaluarán sus necesidades de oficinas a la luz de acuerdos de trabajo más flexibles, pero es probable que sea una tendencia a medio y largo plazo. Las empresas más grandes necesitarán tiempo para evaluar dichas necesidades”, explican los analistas de la gestora. A corto plazo, sin embargo, en los próximos 12 a 24 meses, “es más probable que sea el entorno económico el factor que determine la rentabilidad de las oficinas, más que los acuerdos de trabajo flexibles”, subrayan. Esto es particularmente pertinente “debido a la aguda y profunda recesión mundial que hemos presenciado en 2020, seguida de una probable recuperación gradual y una pérdida permanente de producción, en algunos mercados”. “Es probable que estos efectos reduzcan los puestos de trabajo en las oficinas y creen mayores tasas de vacantes”, prosiguen.

El Covid-19 no sólo ha causado una perturbación cíclica de corto plazo, sino que también ha creado desafíos estructurales a más largo plazo que Aberdeen Standard resume en uno: “El impacto de trabajar desde casa”. Esto se ha convertido en la norma para la mayoría de los trabajos de oficina durante la pandemia. La adopción del teletrabajo varía según las regiones. Depende de la ciudad, de las actitudes culturales hacia esta forma de trabajar y, lo que es más importante, del tamaño de las viviendas en algunos lugares. No obstante, los datos de las encuestas que maneja la gestora indican que los empleados de oficina buscan una mayor flexibilidad en el mundo posterior a la pandemia. “La mayoría de los asalariados buscan trabajar desde casa entre uno y dos días a la semana”.

La consecuencia inmediata es una “rebaja material de la tasa de ocupación de oficinas”, aseguran. “Esta tendencia reducirá la demanda de oficinas en un 15-25% a largo plazo. Los activos de menor calidad y menos aptos para su uso serán los más afectados por esta caída”, inciden los analistas de la gestora escocesa.

Sin embargo, identifican esto expertos un factor importante de compensación que podría venir de la mano de la “reversión de la tendencia de densificación”, pues los trabajadores de oficinas han estado teniendo menos espacio por cada empleado de la oficina. En este sentido, la creación de un entorno de trabajo óptimo, en el que los factores de bienestar son fundamentales para maximizar la productividad, tendrá prioridad sobre la reducción del número de escritorios. Esto implica que habrá más espacio asignado por empleado, con menos empleados en la oficina en un momento dado. “Sin embargo, creemos que la reducción de densificación del espacio sólo compensará parcialmente el impacto de trabajar desde casa”, sentencian.

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