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Joan Molins

Las tres ramas de la familia Molins que controlan la cementera catalana homónima no podrán copar la ampliación de capital que acometerá la compañía en los próximos cinco años y el Grupo Cementos Molins por fin podrá dar el salto desde el mercado de corros de Barcelona al Continuo. Fuentes cercanas a la empresa explican que este es el motivo principal por el que la Junta de Accionistas aprobó esta operación por valor de 10 millones de euros, el 50% de su valor actual.

Los aumentos de capital al amparo de esta autorización del accionario al Consejo de Administración de Cementos Molins se realizarán mediante la emisión y puesta en circulación de nuevas acciones. El objetivo: ejecutar la salida a las Bolsas de Valores de Madrid, Bilbao y Valencia, así como su inclusión en el Sistema de Interconexión Bursátil Español (SIBE). Un proyecto que lleva cinco años de retraso y que ahora esperan culminar antes de 2023.

La primera vez que el accionario, formado en su mayor parte por los Molins, se planteó dar el salto desde la Bolsa barcelonesa, donde cotiza desde los años 40, fue en 2013. Pero quedó en una mera declaración de intenciones por “la división existente entre las ramas de la familia -que controla la cementera desde hace su fundación, hace 90 años-“, explican a Bolsamanía desde el entorno de la empresa.

“Nadie quiere vender”, prosiguen las mismas fuentes, lo que se traducía en un capital flotante de apenas el 5%, frente a una autocartera del 4% y un 91% en manos de los Molins. Además, "cuando hay una ampliación de capital todos acuden”, agregan. En cambio, en esta ocasión, el incremento es “lo suficientemente grande como para que no se reparta entre los accionistas mayoritarios y se cumplan los requisitos del Mercado Continuo”, redondean.

En la actualidad, además de la familia, en el capital figuran importantes fondos ‘value’ como azValor y Munda Valor, además de otros accionistas como EDM Gestión, Gesiuris, GVC Gaesco, Mirabaud, March Gestión y Santander Private Banking.

CAMBIO DE RUMBO BAJO LA BATUTA DE JOAN MOLINS

La decisión se ha tomado en el primer aniversario de la presidencia de Joan Molins Amat, que tomó e control del grupo en julio de 2017 a causa del fallecimiento de Casimiro Molins Ribot, a los 97 años y tras décadas presidiendo el grupo. Desde entonces, otra rama de la familia, los Molins Amat ha pilotado la cementera y bajo su mando se han afrontado varias decisiones clave.

La más reciente, la incorporación como consejero delegado independiente del actual presidente de la Fundación Natrugy (antigua Gas Natural Fenosa), Rafael Villaseca Marco, que abandonó la dirección de la gasista a principios de febrero de este 2018, cuando Francisco Reynés, hasta entonces vicepresidente y consejero delegado de Abertis, fue nombrado presidente ejecutivo de Naturgy.

Pero desde luego, no ha sido la más amarga. La empresa, muy vinculada a la población de Sant Vicent del Horts, de la que es alcalde el exvicepresident de la Generalitat, Oriol Juqueras, y con estrechas relaciones con el nacionalismo catalán se unió en octubre del año pasado al éxodo empresarial que asoló Cataluña. Ahuyentada por “la situación política y social que se vive en Cataluña y a la inseguridad jurídica que ello provoca”, según explicaron en un comunicado a la CNMV, se mudaron a Madrid.

Cementos Molins cerró 2017 con un beneficio neto de 89,1 millones de euros, lo que representó un crecimiento del 39,5% respecto del año anterior. En el primer trimestre de este año ganó 20,4 millones netos, un 0,1% menos que un año antes. El peor comportamiento en España fue compensado con las sociedades internacionales del grupo, que aportaron un beneficio neto de 23 millones (+4,5%). La cifra de negocio cayó un 5,5% y se situó en 150,7 millones.

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