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Banco Santander

El bombazo del fichaje de Andrea Orcel como consejero delegado del Santander tiene varias explicaciones. Pero quizá la más importante sea que el banco pretende volver a realizar una gran operación que le devuelva a la senda del crecimiento y que le permita justificar una nueva ampliación de capital tras la del Popular. Para ello, cuentan con el mejor.

Para entender la jugada hay que partir de la situación en que se encuentran hoy los bancos: los márgenes están bajo mínimos porque los tipos de interés oficiales siguen negativos (y no subirán hasta finales de 2019... ó 2020) y el crédito sigue sin crecer porque aún no ha concluido la purga de los excesos que llevaron a la crisis (desapalancamiento). Y, en esta tesitura, llega el derrumbe de las divisas emergentes, que si a BBVA le golpean por Turquía, al Santander lo hacen por su mayor mercado, Brasil.

La guinda al pastel la pone el BCE, que lleva tiempo pidiendo a los grandes bancos europeos que corten su exposición a los países emergentes y ahora, con la crisis de divisas, directamente se lo exige. ¿Qué puede hacer el Santander? Ana Botín tiene dos opciones.

La primera es vender Brasil, algo a lo que no está dispuesta porque supondría renunciar a la gallina de los huevos de oro que salvó al banco cuando el sector se hundió en España. La segunda es una nueva ampliación de capital, la segunda en poco más de un año. Eso le costaría el puesto.

La única vía de escape a esta disyuntiva diabólica es acometer una operación corporativa que permita justificar la ampliación para "crecer", como ocurrió en el caso del Popular. Una operación que sería muy bien vista en Frankfurt, donde quieren campeones nacionales capaz de resistir cualquier crisis futura, incluso aunque ello implique la compra de otra entidad española con la restricción de la competencia que supondría.

ORCEL, EL MÁS INDICADO PARA UNA ADQUISICIÓN

Y si de operaciones corporativas se trata, el hombre indicado es Andrea Orcel, sin duda. Éll fue el responsable de las grandes operaciones del Santander durante la presidencia del padre de Ana Botín. Esta relación comenzó en su etapa en Merrill Lynch, donde llegó a ser el número tres mundial con solo 45 años tras la compra por Bank of America.

En esa firma asesoró al Santander en su gran expansión internacional: la compra del británico Abbey National (germen del actual Santander UK y en la que Orcel y Emilio Botín se hicieron íntimos), y en las operaciones posteriores de Alliance and Leister, ABN Amro -incluyendo la posterior venta de Antonveneta, la jugada maestra de Emilio-, Banco Real y Sovereing Bank. Asimismo, dirigió las sucesivas ampliaciones de capital acometidas por la entidad.

DOS JUGADAS REDONDAS: ANTONVENETA Y POPULAR

Lo de Antonveneta merece capítulo aparte. Santander lo compró en 2007 dentro del troceo del ABN Amro holandés (que era inviable) y que revendió apenas un mes después al Monte dei Paschi di Siena con una espectacular plusvalía de 2.400 millones. Fue la jugada maestra de Emilio Botín. Años después, el Monte dei Paschi tuvo que realizar varias ampliaciones y ser rescatado con dinero público, y su futuro aún es de lo más incierto.

Orcel también asesoró al Santander en la subasta fallida del Popular que Emilio Saracho acometió a la desesperada para tratar de salvar el banco y en la resolución posterior. Hay algunas fuentes que hablan de "pago de aquel favor" con su nombramiento como CEO. Es posible. Pero lo que está claro es que Orcel suena a Emilio Botín en los oídos de los accionistas del Santander. Y, sobre todo, suena a su filosofía: crecer o morir.

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