• El aumento de marzo confirmaría la posibilidad de que se vean al menos tres incrementos en 2017
  • El mercado estará muy pendiente de las nuevas previsiones económicas y sobre los tipos
Trump Yellen
El presidente de EEUU, Donald Trump, y la presidenta de la Fed, Janet Yellen

Pues va a a ser que sí. Va a ser que la llegada de Donald Trump afecta a todo. Y a todos. Incluso a la aparentemente impermeable Reserva Federal, que este miércoles, y salvo sorpresa mayúscula, elevará los tipos de interés, una decisión que supondrá acelerar el ritmo al que venía encareciendo el precio del dinero. Y que no es ajena a la llegada del republicano a la Casa Blanca.

Porque lo que va a ocurrir este miércoles representa un contraste mayúsculo con respecto a lo vivido en los dos últimos años. En 2015, y tras muchos meses de dudas, la entidad presidida por Janet Yellen sólo elevó los intereses una vez, y lo hizo casi sobre la bocina, puesto que acometió este incremento en diciembre. En 2016 la situación fue calcada. Se especuló mucho sobre cuántas veces subiría los tipos y sobre cuándo lo haría. Finalmente, tanta fanfarria se tradujo en un único incremento, ejecutado de nuevo en diciembre.

Pero en 2017 la historia va a cambiar. Salvo sorpresa, la Fed no esperará tanto para subir los intereses. No lo dejará para diciembre. Lo hará en marzo, en el cónclave monetario que concluye este miércoles, que se saldará con aumento de un cuarto de punto, para situar el precio del dinero en el 0,75%-1%. Hasta la propia Yellen y la gobernadora Lael Brainard, posiblemente las dos principales 'palomas' de la entidad, han dado su brazo a torcer y se han mostrado a favor de subir los tipos en esta reunión.

La entidad difundirá el comunicado con su decisión sobre los tipos a las 19 horas; en ese momento también publicará otro documento con sus nuevas previsiones económicas y sobre los tipos de interés

¿Qué ha cambiado para semejante variación? Principalmente, la llegada de Trump a la Casa Blanca. Y las expectativas de inflación y crecimiento que ha sido capaz de generar a partir de sus intenciones con respecto a la política fiscal, comercial y empresarial que pretende instaurar en EEUU. No parece casual que su desembarco en la presidencia coincida con las mayores prisas de la Fed, por mucho que Yellen se haya esforzado en insistir en que la subida de los tipos será "gradual". O, por lo menos, el gradual de los últimos años -una subida por año- no va a ser el gradual de 2017 -tres o cuatro subidas, con la primera en marzo-.

La ampliación del ciclo de crecimiento en EEUU -oficialmente, en marzo se convertirá en el tercero más longevo de la historia reciente, con 93 meses seguidos de expansión-, la continuidad en la creación de empleo -con 235.000 puestos de trabajo en febrero y una tasa de paro del 4,7%-, el retorno de la inflación -cada vez más cerca del 2% perseguido por la Fed- y la prolongación de la fiesta alcista en Wall Street -con el Dow Jones en los 21.000 puntos y el S&P 500 en los 2.400 puntos- sirven de coartada a la Fed para que dé otro paso en la normalización monetaria en EEUU. "Una demora en la decisión de subir los tipos de interés de referencia podría provocar un sobrecalentamiento de la economía y, con ello, afectar negativamente a la estabilidad financiera y la estabilidad de los precios", apunta Carlos Salvador, profesor del áera de Economía e Historia de CUNEF.

Los argumentos, por tanto, se agolpan para que actúe. Y para que lo haga ya. Y en todos ellos se ha dejado notar el 'chute' proporcionado por la victoria de Trump y las expectativas que ha generado. Sobre todo, las expectativas. Los agentes económicos las han comprado; los inversores las han comprado; y ahora la Fed también las compra, lo que confirma lo alargada que es la sombra de Trump.

MÁS ALLÁ DE MARZO: ¿JUNIO O JULIO?

Los inversores tienen tan claro que la Fed subirá los tipos este miércoles, que la atención principal se centrará en descifrar si el mensaje y las nuevas previsiones de la entidad abren la puerta a que el siguiente repunte se produzca en junio, algo a lo que el mercado concede por ahora una probabilidad del 50%, o si lo deja para julio. "Especialmente, el mercado buscará pistas sobre si la Fed se prepara a sí misma, o no, para otro movimiento en junio", confirman los expertos de Rabobank.

Para ello, será clave el escenario que la institución maneje en sus nuevas previsiones. En diciembre, esperaba un crecimiento del 2,1% para 2017, del 2% para 2018 y del 1,9% para 2019; pronosticaba un paro del 4,5% para 2017, 2018 y 2019; y anticipaba una inflación del 1,9% en 2017 y del 2% para 2018 y 2019.

El escenario de 2017 contrasta con el de 2015 y 2016. Las dudas están servidas. Y esta vez pasan por saber si la Fed elevará los tipos en tres o en cuatro ocasiones a lo largo del año

Aunque, sobre todo, lo que mirarán los inversores serán las previsiones de los tipos que ofrecerán los 'puntos' de la Fed, un diagrama en el que cada uno de los 17 integrantes del banco central aparece reflejado con un 'puntito' que muestra en qué nivel creen que los tipos despedirán este año y los dos siguientes. "Los comentarios sobre las perspectivas y los cambios en las previsiones de los participantes (los famosos ‘puntos’) serán determinantes", certifica Anna Stupnytska, economista global de Fidelity. En diciembre, esos 'puntitos' anticipaban tres subidas en 2017. El mercado vigilará si la Fed mantiene esa intención o si maneja, incluso, un ritmo mayor.

"Esperamos que la Fed mantenga en sus previsiones sobre los tipos la señal de que se producirán tres repuntes de los tipos en 2017 en la actualización de sus pronósticos económicos", confirman desde Danske Bank. A su juicio, la secuencia de aumentos comenzaría en marzo y continuaría en julio y en diciembre. "La Fed podría acelerar la normalización de los tipos en 2017 y subirlos más de tres veces", matiza Ipek Ozkardeskaya, analista sénior de mercado de London Capital Group. "Si el comunicado de la Fed es lo suficientemente duro, el dólar podría protagonizar otro impulso hacia arriba", pronostica. Por ahora, el 'billete verde' aguarda las palabras de la entidad en las 1,065 unidades por euro.

EN UN MUNDO CARGADO DE DEUDA

Pero, más allá incluso del dólar o la bolsa, la respuesta más relevante la proporcionará la deuda. La soberana y la privada. La de Estados Unidos y la de todo el mundo. Porque, al ser la Fed el principal actor del mercado, sus decisiones tienen capacidad de afectar a todo el planeta. Y esta realidad es especialmente sensible cuando, como ocurre ahora, ese planeta acumula más deuda que nunca. En otoño de 2016, y según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el mundo nadaba sobre 152 billones de dólares de deuda, un volumen sin precedentes.

Y claro, ahora que los costes de financiación se encarecerán porque las decisiones de la Fed ejercerán un efecto arrastre tanto sobre la deuda denominada en dólares como en los pasivos vinculados a otras monedas -e incluso en las estrategias de otros bancos centrales-, el impacto puede ser considerable. Por "gradual" que sea el ajuste pretendido por Yellen, la onda expansiva puede ser formidable dada semejante montada de deuda.

Por ahora, la rentabilidad del bono estadounidense a 10 años ha regresado al 2,6%, nivel que ya visitó en diciembre, cuando la Fed elevó los tipos, y cuya superación le situaría en las cotas más altas desde 2014. A su vez, la rentabilidad de las obligaciones estadounidenses a 30 años ha escalado hasta el 3,2%, su máximo desde mediados de 2016. Este repuntes, que son consecuencia de las ventas porque el rendimiento sube cuando el precio de los títulos baja, tiene su reflejo en otros mercados, en parte porque se descuenta que los pasos de la Fed abren el camino para las decisiones que sus respectivos bancos centrales acometerán en el futuro. Como en Europa. Así, la rentabilidad del bono alemán a 10 años, que despidió 2016 en el 0,20%, se encuentra en el 0,45%, y la de los bonos españoles a 10 años alcanza el 1,9% tras finalizar el pasado ejercicio en el 1,4%.

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