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Comparecencia de Sánchez tras el Consejo de Ministros extraordinarioMONCLOA

Lo ha dicho todo el mundo, desde Chistine Lagarde a Pimco: es insuficiente con la actuación de los bancos centrales para paliar el enorme impacto de la crisis del coronavirus, hace falta una "gran respuesta fiscal". Las medidas drásticas tomadas en España -a diferencia de otros países- van a provocar una recesión sin duda, que amenaza con convertirse en depresión como descuentan los mercados. Para evitarlo, el Gobierno debe tomar medidas muy contundentes; y no solo de mayor gasto, sino sobre todo de reducción de impuestos y cotizaciones, aunque impliquen pérdida de recaudación, y de costes laborales.

Las primeras medidas anunciadas la semana pasada -con el bombo habitual y, además, con trampa, como denunció Bolsamanía- simplemente consistían en un aplazamiento de las deudas con el Estado de pymes y autónomos. Obviamente, se han quedado ridículas tras la imposición del confinamiento con el Estado de Alarma. Si se obliga a comercios, talleres, industrias, hoteles, bares, restaurantes, centros de ocio y deportivos, y todo tipo de servicios a cerrar más de 15 días, como reconoció ayer Ábalos, no van a ingresar nada en ese período. Por tanto, tampoco pueden pagar nada: ni impuestos, ni cotizaciones, ni salarios, ni facturas, ni créditos, ni el recibo de la luz. Nada.

Este martes se aprobarán unas nuevas; de nuevo, con un enorme retraso porque en estos días muchas empresas han tenido que tomar medidas drásticas que no podían esperar, pero más vale tarde que nunca. Como ocurrió con el Decreto del sábado, se ha filtrado un borrador de estas medidas, pero distintas fuentes ya están cuestionando algunas de ellas y, al final, todo dependerá de lo que Pedro Sánchez logre imponer a Pablo Iglesias tras muchas horas de Consejo de Ministros. Y ya se sabe que el líder de Unidas Podemos no es muy proclive a las medidas a favor de empresas y autónomos.

Con esas salvedades, hay cosas que van en la dirección correcta si se aprueban finalmente, como la supresión de la cuota de autónomos de la Seguridad Social. Pero no basta con eso. Es imprescindible ir mucho más allá e incluir todos los gastos fiscales, laborales y de suministros. Y se trata de condonarlos, no de aplazarlos para cuando pase la crisis porque no van a recuperar los ingresos perdidos en este confinamiento; se perderán para siempre. Tampoco estaría mal dar avales del Estado a los créditos a pymes como ha hecho Reino Unido y pide la UE.

EL DÉFICIT PÚBLICO, A LA ESTRATOSFERA

Obviamente, eso tendría dos grandes implicaciones. La primera es la merma de recaudación paran las arcas públicas, que se suma a las medidas de gasto que Podemos impondrá en el mismo Decreto. El déficit público, por mucho que Bruselas haya abierto la mano, puede ser de aurora boreal, y no parece que el Gobierno esté preocupado por recortar el enorme gasto público improductivo de nuestro país.

La segunda es el impacto laboral, ya que muchos trabajadores tienen que ir al paro de forma temporal (ayer Burger King mandó a 14.000 nada menos). Obviamente, tampoco se puede dejar a esos trabajadores sin cobrar, por lo que tendrá que hacerse cargo el Estado facilitando los ERTE. Ni a esos, ni a los falsos autónomos, de ahí que sea importante concederles prestación por desempleo (una de las medidas que están en el aire). En todo caso, más gasto público.

¿ERA NECESARIO EL CONFINAMIENTO?

Por último, cabe cuestionar la causa de este parón económico, que no es el coronavirus, sino la respuesta adoptada por el Gobierno con el estado de alarma. Quizá ya no hubiera otra solución al actuar con tanto retraso, pero -sin entrar en debates científicos- es evidente que no es la única estrategia posible, como demuestra el exitoso caso de Corea (que prefirió hacer tests masivos, tal como sigue pidiendo la OMS, en vez de confinar) o los de Reino Unido y Suecia (que asumen que se contagiará casi toda la población a cambio de mantener la actividad económica y evitar la ruina).

Si no se toman medidas contundentes para mantener a flote empresas y empleos, y asistimos a una oleada de quiebras y despidos, muchos afectados culparán al Gobierno y probablemente veamos un aluvión de demandas (ya hay algunos bufetes planteándolas). Más vale prevenir.

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