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Annegret Kramp Karrenbauer (CDU) y Ursula von der Leyen (Comisión Europea)CDU (Flickr)

La renuncia de la sucesora de Angela Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, a presentar su candidatura para la Cancillería y a seguir al frente de la CDU (abandonará el liderazgo del partido conservador en verano) ha abierto una etapa de incertidumbre no solo en Alemania, sino también en Europa. La UE al completo tiembla porque hay mucho en juego, y es que lo que pase en Berlín podría afectar a la economía de toda la zona euro.

El detonante de la marcha de Karrenbauer ha sido la votación en Turingia, donde los conservadores, en contra de las órdenes de su 'jefa', decidieron apoyar al candidato de Democracia Libre (FDP) para liderar la región quien, a su vez, contaba con el respaldo del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). La tensión que ha provocado lo ocurrido ha llevado a la sucesora de Merkel al frente de la CDU a tirar la toalla tras apenas catorce meses (fue elegida en diciembre de 2018), y eso ha abierto un cisma en el seno del partido que podría afectar a la ya delicada situación de la economía germana.

La CDU debe encontrar un nuevo líder y, aunque candidatos no van a faltar (ya suenan Friedrich Merz, Armin Laschet y Jens Spahn), las luchas de poder que pueden surgir no le vendrán bien a Alemania. "La incertidumbre política no es lo que necesita la economía germana", señalan los expertos de Oanda, que creen que el mercado se mantendrá a la espera hasta conocer el desenlace de este culebrón. "Los inversores querrán saber si la CDU se mantiene en el centro o se desvía un poco a la derecha", dependiendo del candidato que gane la contienda.

El problema es que la carrera sucesoria del partido conservador alemán se producirá en un momento en el que la economía de la 'locomotora' europea está más en el punto de mira que nunca. El año pasado Alemania evitó la recesión por poco, y el PIB cerró con su ritmo de expansión más débil desde 2013 afectado por el desplome del sector manufacturero, que ha venido acusando los problemas que la guerra comercial entre EEUU y China ha provocado en las exportaciones, de las que depende la economía.

Y la situación no ha hecho más que empeorar en el arranque del año. Al menos, así lo aseguran los expertos de Oanda, que apuntan que la desaceleración alemana probablemente se extenderá debido al impacto del coronavirus chino. Los analistas de Berenberg creen, por su parte, que la debilidad de los últimos datos sobre ventas al por menor, producción industrial y pedidos de fábrica afectarán al PIB, aunque apuntan que "lo peor de la caída de la economía más grande de Europa podría haber pasado para el segundo trimestre de 2020".

Y, además, se muestran optimistas sobre el virus de Wuhan. "Aún no hay una debacle por el coronavirus", señalan los expertos de la firma alemana, que apuntan que "a menos que la pandemia del virus paralice partes clave de la industria mundial durante más de, digamos, dos meses, es probable que las pérdidas temporales en la industria manufacturera fuera de China se recuperen en gran medida en los meses siguientes". Y si las tensiones comerciales no vuelven a estallar, "se espera que la producción manufacturera alemana crezca modestamente a partir del segundo trimestre".

En lo que coinciden todos los analistas es en que Alemania necesita un liderazgo fuerte para hacer frente a todos los retos económicos actuales (guerra comercial, Brexit, coronavirus...) que, de momento, la CDU no ofrece. Los nervios ante la marcha de Merkel, que lleva al frente del país desde 2005, se dejan notar en Berlín y también en Bruselas. No es para menos, dado el peso y la importancia de Alemania en la economía de la zona euro. En la UE se ha disparado el temor a que la parálisis germana acabe por afectar a toda la región, que hasta ahora avanza con paso lento, pero seguro.

AL FRENTE DEL CONSEJO DE LA UE

Está claro que en Europa todos miran hacia Alemania y esperan mucho de Berlín. Y más este año, en el que asumirá la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea. Será en julio cuando lo haga, tomando el relevo de Croacia, y permanecerá en este cargo hasta diciembre, dado que se hace por turnos de seis meses.

El Brexit, que se decidirá durante la presidencia germana (tras la salida de Reino Unido el 31 de enero, ahora el país y la UE tienen hasta finales de año para negociar su relación futura, y la fase más dura coincidirá con el mandato alemán), o el Pacto Verde Europeo que se acaba de poner en marcha para conseguir que el bloque reduzca al máximo sus emisiones de CO2 para 2050, son dos de los temas que coparán la agenda en la segunda mitad del año.

Pero también el presupuesto europeo, el marco financiero para el período 2021-2027, que se adoptará durante la presidencia alemana y dependerá, y mucho, del país. Con la salida de los británicos, falta un miembro solvente en la UE y por eso el Parlamento Europeo ha exigido a todos los Estados miembro que cubran ese espacio y que en el futuro aumenten incluso sus aportaciones financieras a Bruselas. Alemania se opone, aunque es de esperar que si se acaba por concretar, tendrá importantes responsabilidades.

Alemania ha asegurado que trabajará durante su mandato en el Consejo de la UE por una Europa "fuerte y soberana", y con el objetivo de lograr que el Viejo Continente sea más importante en el escenario mundial, aprovechará para pedir la creación de un Consejo de Seguridad Europeo.

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