El Brexit vuelve de vacaciones

Análisis Santander Private Banking

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 04 oct, 2016 21:24

La intervención de Theresa May en la convención del Partido Conservador del Reino Unido este fin de semana ha servido para arrojar algo más de luz sobre los planes del Gobierno británico sobre el proceso de Brexit. Así, la Primer Ministro anunció que planea invocar el articulo 50 del Tratado de Lisboa (lo que daría oficialmente el pistoletazo de salida al Brexit) antes de finales de marzo de 2017.

Aunque no supone un cambio sustancial respecto a nuestras expectativas, parece que parte del mercado había puesto en precio un inicio más tardío del proceso (posterior a las elecciones alemanas de septiembre de 2017) o, incluso, que todavía se pudiera dar vuelta atrás al mismo. Así pues, el anuncio de May clarifica el calendario del proceso y reduce la confusión existente a nivel de mercado sobre los próximos pasos a seguir por el Gobierno británico.

Una cuestión que nos gustó menos de la intervención de May fue el endurecimiento de su discurso. Si bien hay que tener en cuenta que el discurso se hizo en el marco de la convención del Partido Conservador (y, por tanto, el tono de May habría que interpretarlo en clave interna, buscando contentar a los miembros más euro-escépticos de su partido), la Primer Ministro señaló claramente que no piensa ceder soberanía en materia de inmigración o de legislación, lo que apuntaría a que el Gobierno británico se estaría decantando por perseguir una línea dura de negociación (lo que los medios han empezado a denominar como Hard Brexit), en vez de buscar una acuerdo que permita un modelo de relación similar al de Noruega o el de Suiza con la UE.

La lectura que hacemos del endurecimiento de la postura de May es doble. En primer lugar, una vez activado el articulo 50 (marzo 2017) podría llegar a cumplirse el plazo de dos años sin llegar a un acuerdo con la UE, lo que podría dejar al Reino Unido fuera de los tratados de comercio actuales sin haber llegado a alcanzar un sustituto, dado que a día de hoy la UE mantiene un acuerdo en materia de inmigración como condición sine qua non para el acceso al mercado único. La segunda, que si persiste esta posición, las empresas internacionales (en especial aquellas que usan al Reino Unido como plataforma de exportación/acceso a la UE -especialmente sector financiero y autos-) empiecen a buscar, antes de que finalicen las negociaciones, otras alternativas para el acceso al mercado de la UE, lo que afectaría significativamente a la confianza e inversión empresarial. En conclusión, a pesar de la tranquilidad estival, el Brexit vuelve a recordar su la capacidad de ser un elemento desestabilizador tanto desde el punto de vista cíclico como de mercado.

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