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Sebastián Albella (CNMV) en un curso de la APIEUIMP

El presidente de la CNMV que más esperanzas había suscitado -porque sabía algo de mercados, para variar- no hace más que decepcionarlas. Tras el escándalo de la ocultación del expediente al ministro Josep Borrell por sus ventas en Abengoa cuando era consejero, Sebastián Albella se apunta al tan español 'sostenella y no enmendalla': pide que los expedientes sigan sin publicarse para poder sacar los que le conviene y ocultar los que no. Y encima, echa la culpa a todo el mundo menos a él del fracaso de España en el Brexit, y pide que le entreguen la nueva autoridad de defensa del consumidor.

No deja de ser curioso que el presidente de una institución cuya misión principal es velar por la transparencia en los mercados y porque todo el mundo tenga la misma información (la información privilegiada es el cáncer del mercado español y Albella tampoco ha sido capaz de acabar con ella) pida carta blanca para ser opaco. Se escuda en la prudencia y esas cosas, pero la realidad es que aplica un doble rasero, como hizo con los casos de Borrell -lo ocultó- y Telepizza -lo publicó-.

"Hemos establecido una serie de criterios y uno de ellos es que la regla general debe ser la no publicación, pero que hay ciertos supuestos que hemos tratado de concretar porque, a priori, esa ponderación tiene que inclinarse hacia la publicación. La publicidad de expedientes sancionadores desde el punto de vista de la supervisión tiene sus pros claros porque se trata de hacer presente al supervisor, llamar la atención sobre conductas que pueden estar produciéndose en el mercado y que interesa transmitir cuando antes que no deben permitirse", declaró ayer.

Es decir, que me dejen a mí decidir cuándo hay que publicar un expediente y cuándo hay que ocultarlo (para no molestar al Gobierno de turno, por ejemplo). Nada de que lo fije la ley. Una superioridad moral que recuerda a los tiempos oscuros de Manuel Conthe para la transparencia, la libertad y los derechos constitucionales. Y que el Gobierno -el actual o cualquier otro- no debería permitir.

PIDE MÁS PODER Y CULPA A LOS DEMÁS DEL FRACASO DEL BREXIT

Albella no se conformó con esta petición sino que, una vez que se había venido arriba, pidió más. Por ejemplo, que la nueva autoridad de defensa del consumidor financiero se integre en la CNMV para manejarla él también a su antojo. Algo que incluso podría tener sentido si la CNMV hubiera dado muestras alguna vez en su historia de ser independiente. No se ha dado el caso y, además, ahora sufre un importante desprestigio por el caso de Borrell, por el doble rasero aplicado en los cortos de Popular y de Liberbank, o por hacer ahora un informe que cuestiona las cuentas del Popular... cuando en el juicio de Bankia -que empieza la próxima semana- ha sostenido siempre que no tiene competencias para ello.

Otro ejemplo claro de falta de independencia del supervisor bursátil es el Brexit. Madrid ha fracasado esterpitosamente en su intento de atraer a las firmas y profesionales que tendrán que salir de Reino Unido, y que se irán a París o Frankfurt (o incluso a Holanda). Tiene razón Albella en que el desafío en Cataluña ha ahuyentado a muchos, y también en que la elevada -y, sobre todo, incoherente- fiscalidad española y la descoordinación entre administraciones han hecho el resto.

Pero, ¿no podía haber hecho él algo más? En un acto público dijo que se contemplaba una rebaja de impuestos para atraer a estas firmas, pero, cuando el entonces ministro Cristóbal Montoro le llamó a capítulo, agachó las orejas y no volvió a decir esta boca es mía. Otra muestra de independencia más. Y la CNMV podría haber liderado el proyecto y haber actuado de coordinador de las administraciones, pero tampoco lo hizo. Ahora, toca lamentarse y echar la culpa a los demás. También muy español.

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