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La transición energética ha adquirido una nueva dimensión tras el estallido hace casi un año de la guerra de Ucrania. En este tiempo, la Unión Europea ha acelerado su apuesta por las renovables y las fuentes de energías alternativas al tiempo que ha tratado de reducir a marchas forzadas su dependencia de los combustibles fósiles de origen ruso. La apuesta de Bruselas por las cero emisiones netas es clara, como atestiguan los numerosos y ambiciosos planes comunitarios, y compañías españolas como Acciona Energía, Iberdrola, Solaria o Endesa pueden convertirse en algunas de las grandes vencedoras de este proceso.

Así lo cree Credit Suisse, que calcula que la Unión Europea podría movilizar unos 550.000 millones de euros de fondos procedentes principalmente de programas o mecanismos existentes para apoyar la transición ecológica.

“Si se asignan y utilizan todos los fondos, esto situaría la inversión verde potencial de Europa por delante del paquete de subvenciones de 369.000 millones de dólares de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) estadounidense, que la UE teme que saque la inversión fuera de Europa”, explican desde la firma helvética.

Con todo, desde el banco suizo señalan el “cierto grado de incertidumbre” al respecto de los fondos disponibles. Y es que la diversidad de mecanismos (RePowerEU, Mecanismo de Transición Justa, Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, Pacto Verde Europeo…) puede hacer que esta cantidad varíe sustancialmente.

“Estimamos que la horquilla podría situarse entre 419.000 y 755.000 millones de euros. La amplia horquilla refleja la complejidad de los planes existentes, el riesgo de solapamiento, los fondos parcialmente desembolsados y la posible creación de un nuevo fondo europeo de soberanía”, apuntan.

Por otra parte, estos expertos señalan que, con todo, esta ayuda estatal es “pequeña” en comparación con “la inversión anual de 5.000 millones de dólares necesaria para descarbonizar el sistema energético mundial, que según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) rondaría los 1.000 millones de dólares para la UE”. Sin embargo, estos fondos sí podrían ser “decisivos para desbloquear capital privado y cambiar la percepción pública”.

Asimismo, desde Credit Suisse agrupan los sectores y compañías que más directamente podrían verse afectados por estas ayudas comunitarias: renovables, eficiencia energética, economía circular, descarbonización de la industria, movilidad sostenible, transmisión energética, hidrógeno verde, seguridad de combustibles fósiles, habilidades y trabajos verdes y otros. Otras áreas económicas que se pueden ver afectadas de forma indirecta, como es el caso de las instituciones financieras o los gestores de inversiones alternativas, que podrían ver “un mayor nivel de financiación sostenible”, no han sido tenidas en cuenta.

En el caso de las renovables, la firma helvética calcula que cuentan con un 18% del total de los fondos disponibles en los distintos mecanismos comunitarios. “El Plan Verde Industrial (GDIP, por sus siglas en inglés) puede ayudar a acelerar el despliegue de la generación renovable mediante la simplificación de la ayuda a los proyectos, la ayuda específica a la capacidad de fabricación y el desarrollo de capacidades. Estimamos que mejorar el ritmo de concesión de permisos en un año puede mejorar las TIR de los proyectos en alrededor de un 1%”, explican.

Entre las compañías dedicadas a las renovables que Credit Suisse sobre pondera se encuentran Solaria y Acciona Energía. Sobre la primera, la compañía suiza cree que tener el 98% de su capacidad instalada en Europa le dará una ventaja clave, especialmente debido al tiempo de construcción “relativamente corto” (entre seis y nueve meses) que requieren las plantas fotovoltaicas. En cuanto a Acciona Energía, Credit Suisse señala que el 56% de su capacidad se encuentra localizada en España y el 75% de su EBITDA procede de Europa, al tiempo que su exposición internacional es limitada, siendo Estados Unidos (10%), México (13%) y Chile (8%) los países que concentran casi la otra mitad de su capacidad.

Por otra parte, estos expertos destacan que el crecimiento de las energías renovables apoyaría “aún más” el crecimiento de la inversión en redes de transporte y distribución de electricidad “gracias a las conexiones renovables y a las inversiones para hacer que las redes sean más inteligentes y resistentes”. En este sentido, Credit Suisse estima que el 70% de la nueva capacidad renovable se conectará a la red de distribución en 2030.

“Una mayor inversión en capital significa más requisitos de capital y mayores referencias de rentabilidad para garantizar que el gasto se lleva a cabo”, añaden, al tiempo que señalan que “los controles de precios suelen suponer una rentabilidad adicional cuando se requiere la emisión de capital para la entidad teórica”. “También hay más posibilidades de superar el gasto y conservar parte de los beneficios para los accionistas”, puntualizan.

Por ello, recomiendan sobreponderar energéticas como E.ON, Vestas, Enel o las españolas Endesa e Iberdrola. De la compañía presidida por Ignacio Galán, los analistas de la firma suiza destacan su gran apuesta por la eólica marina en Europa, así como el almacenamiento de energía solar y baterías en tierra o su importante infraestructura para la carga de vehículos eléctricos. En cuanto a la filial española de Enel, Credit Suisse subraya que las renovables representan el 50% del plan de inversión para los próximos tres ejercicios.

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