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Durante los últimos meses, prácticamente todas las previsiones económicas han apuntad claramente hacia una llamada 'recesión de invierno'. Una caída del crecimiento agravada, según los analistas, por los movimientos del Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, poco a poco los riesgos de esa desaceleración profunda se van disipando, con lo que cada vez parece más probable que quienes esperaban una grave recesión se equivoquen. Y esto será la excusa perfecta para dar alas a más subidas agresivas de los tipos de interés.

Aunque esto no significa que la economía de la zona euro esté fuera de peligro. Pero sí que una recesión aguda es ahora menos probable. "Dada la importancia que el crecimiento del PIB a finales de año tiene para el agregado anual debido a los efectos de arrastre, es probable que en los próximos meses veamos una rápida actualización de las predicciones más bajistas para el crecimiento en 2023", estiman los analistas de Oxford Economics.

Esperan que la eurozona sufra una "leve recesión entre el cuarto trimestre de 2022 y el primero de 2023", puesto que la economía se enfrenta al impacto combinado de la elevada inflación, los persistentes problemas de la cadena de suministro y unos precios de la energía históricamente altos. "Sin embargo, cada vez parece más probable que quienes esperaban una grave recesión se equivoquen", añaden.

Y en ello tiene gran parte que ver que en las últimas semanas se hayan ido disipando los peores temores en torno a la crisis energética. "El clima cálido, el ahorro energético y las medidas de apoyo fiscal contribuyeron a mitigar los temores de una inminente escasez de energía, mientras que los niveles de producción siguen beneficiándose de la mejora de las condiciones de suministro y de una gran cartera de pedidos", destacan en Danske Bank, que matizan: "No parece que un rápido repunte de la economía de la zona euro esté a la vuelta de la esquina".

Sin embargo, esta aparente resistencia económica "proporciona al BCE el escudo perfecto para seguir subiendo los tipos de forma agresiva a corto plazo, sobre todo porque no parece probable que la inflación subyacente descienda con rapidez", comentan en Oxford Economics, quienes advierten de que "el ciclo de subidas sin precedentes del banco central corre el riesgo de convertirse en un error de ajuste excesivo que afectará al crecimiento de la zona euro en los próximos 12 meses".

Y es que la inflación, aunque se frenó hasta el 9,2% en diciembre, esta lejos de ser contralada, por lo que la lucha contra los altos precios todavía no ha acabado.

"Mientras que los mercados celebraron otro marcado descenso de la inflación general hasta el 9,2%, no puede decirse lo mismo de la inflación subyacente, que alcanzó un nuevo máximo histórico del 5,2%. Por el momento, son los menores precios de la energía y, por tanto, los efectos de base, así como las intervenciones gubernamentales, los que están presionando a la baja la inflación general. Sin embargo, con un mercado laboral tenso, un aumento de los salarios y unas expectativas de precios de venta elevadas, es probable que la elevada inflación subyacente siga siendo motivo de preocupación para el BCE durante algún tiempo", opinan los expertos de Danske Bank.

En AXA IM creen que la "presión sobre los precios sigue aumentando", ante la resistencia del consumo y la economía, lo que puede conducir a "un mayor endurecimiento monetario". De hecho, consideran que el BCE comienza 2023 "con una actitud definitivamente agresiva". "Tal vez esta disposición a hablar duro se deba a la resistencia de la economía real, dado que la zona euro lo está afrontando mejor de lo previsto", dicen, y ven "probable que se mantenga la postura de línea dura de la reunión de diciembre", con dos subidas de 50 puntos básicos de febrero y marzo, hasta el 3%.

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