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Los tokens no fungibles (NFT por sus siglas en inglés) han alcanzado en poco tiempo ventas de 25.000 millones de euros gracias, en gran parte, a las plataformas de compraventa de estos activos criptográficos, como OpenSea que ha transaccionado más de 8 millones de tokens únicos. Los retos que tiene por delante este sector de la criptografía son numerosos y pasan por sus usos en el metaverso, la regulación para prevenir el fraude, por las mejoras a la hora de mostrarlos o incluso por que sus propietarios sean capaces de evolucionarlos.

Ineludiblemente, la notoriedad de estos tokens se debe a su eclosión en el mundo del arte y de la participación de las casas de subastas Christie's y Sotheby's en las transacciones. Ambas se subieron al carro de los NFT -que son en realidad un contrato de propiedad sobre aquella obra de arte u objeto al que se vinculan-, y en el último año han vendido Bored Apes, CryptoPunks y obras de Beeple por precios que van del millón a 60 millones de euros. En esta tendencia, según Charles Stewart, CEO de Sotheby’s, ha influido, como en tantas otras, la pandemia, ya que "ha cambiado muchos comportamientos" y la forma en la que se consume arte "no es una excepción".

En este sentido, ha declarado el jefe de la centenaria casa de subastas que gracias a los NFT los artistas han migrado a lo digital. Además, según ha afirmado durante una intervención en el Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, que se celebra del 28 de febrero al 3 de marzo, entre los aportes de estos tokens al mundo del arte está el hecho de que han logrado "expandir su audiencia en el último año”. Y es precisamente en la forma de exhibir estos NFT donde ahora se halla la innovación, en opinión de Stewart.

“Los consumidores han pasado de comprarlos y atesorarlos a querer mejorar la forma en que se muestran, que sea algo más allá que en la pantalla del móvil”, explica el CEO de Sotheby’s. “Se pueden enseñar en múltiples lugares y dispositivos a la vez”, prosigue, “por lo que es posible montar la misma exposición en 40 localizaciones”, por ejemplo.

VIDEOJUEGOS Y METAVERSO

Los artistas han marcado el hito con los tokens únicos de convertirse en "uno de los primeros casos de uso de la blockchain", subraya Stewart. Pero estos tokens como obra de arte han dejado de ser imágenes estáticas para incorporar audio y vídeo. Esta transformación de los tokens únicos se extrapola a otros sectores que también han florecido al calor de los NFT, como el de los videojuegos.

Aplicaciones como Axie Infinity o Waves Ducks funcionan con el modelo llamado ‘play to earn’ (jugar para cobrar) en el que el jugador, además de entretenerse, es capaz de sacar rendimiento económico a sus horas de juego. El siguiente paso en este sector es el de “hacer evolucionar los tokens no fungibles de los videojuegos”, explica Daniel Contreras, responsable de gaming de Belobaba CryptoFund. El experto subraya que, a diferencia de los juegos tradicionales, los jugadores son propietarios de los avatares o personajes de cada juego, que tienen su representación en NFT. Y, además, cada una de estas aplicaciones de entretenimiento tiene su propio 'tokenomics' (economía interna), por lo que las monedas de los juegos se compran y se venden como cualquier otro token en las criptobolsas. Por este motivo cree Contreras que los NFT revolucionarán los juegos tradicionales, ya que es cuestión de tiempo de que este 'lobby' acabe por incorporar el modelo que triunfa en la blockchain.

Otro de los sectores donde los tokens no fungibles también han prosperado es el metaverso, donde las marcas ya están ensayando con estas ‘criptos’ únicas. Las novedades en este terreno van “desde objetos que los avatares pueden usar en el mundo virtual, a NFT para pagos con tarjetas de crédito o NFT ligados a un objeto que se compre en el metaverso y luego llegue a casa”, explica Toni Garballo, responsable de metaverso de Belobaba CryptoFund.

Los tokens no fungibles presentan la ventaja de que son "monetizables”, destaca por su parte Albert Salvany, consultor estratégico en Belobaba CryptoFund y convierten en propiedades objetos virtuales con los que se puede comerciar a posteriori. Esta característica tiene su lado perverso y es que, hoy día, no se cuenta con una regulación que impida la apropiación y conversión a NTF de un activo físico, ya sea una obra de arte, una casa o un coche. De hecho, la comunidad de artistas ha denunciado este tipo de prácticas que se han usado para estafar a los compradores.

Pero, precisamente, uno de los grandes desafíos que presentan los NFT es su sincronización con el mundo real. Ya que estas acciones, simplemente, “no tienen validez”, indica Contreras. Los reguladores también deberán ponerse al día con la rapidísima evolución de esta industria para proteger a los compradores de falsificaciones y a los autores o propietarios de encontrarse con sus posesiones tokenizadas en un metaverso, coinciden los expertos.

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