• La venta de NB Gestión a Trea aún no está cerrada y puede echarse atrás
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Eslogan comercial en portugués de Novo BancoEFE

Esta vez sí, Novo Banco pone a la venta todo su negocio en España. La entidad de origen luso sale en plena crisis del coronavirus a buscar un comprador dispuesto a quedarse con un negocio de unos 6.000 millones de euros. Se ha marcado como fecha límite para cerrar la operación el 31 de diciembre, y ayer se comunicó la decisión al comité de dirección y al conjunto de la plantilla.

La intención de los dirigentes en Lisboa es liberar capital de España, cifra que estiman en unos 200 millones y que se sumaría a la cantidad que obtengan por la venta de la sucursal. El banco está cerrando la contratación de un banco de inversión que maneje la operación y que ponga un precio al perímetro de negocio actual. Según fuentes financieras conocedoras, el negocio institucional cuenta con 600 millones en recursos, y los otros 5.400 millones se reparten en tres partes más o menos iguales entre la banca de empresas, la banca privada y la banca de particulares que el grupo aún conserva tras su reciente ERE.

A finales del año pasado, Novo Banco cerró siete oficinas -entre ellas, las de San Sebastián, A Coruña, Alicante o Palma de Mallorca- y llevó a cabo un ERE que afectó a 50 personas de los servicios centrales y la red comercial, lo que supuso, aproximadamente, el recorte de un 21% de su plantilla.

Lone Star, su propietario, pretende vender de una sola vez todo el negocio de la sucursal española, algo que le encajaría a un gran banco comercial, pero no descarta trocearlo y venderlo a distintos bancos especializados. El año pasado, Abanca hizo un intento de adquirir el banco al completo, pero se frenó desde Lisboa. Aunque Novo Banco ha intentando centrarse en la banca de empresas ibéricas y maximizar el beneficio derivado de esta, son varias las inyecciones de liquidez que ha necesitado.

En el último medio año, la entidad portuguesa ha hecho una fuerte limpieza de su balance en España con dos operaciones de desinversión, que le han permitido reducir en casi 400 millones su cartera de activos tóxicos. Vendió una cartera de préstamos dudosos a la gestora estadounidense Waterfall, y antes había vendido una cartera de activos inmobiliarios al fondo Cerberus.

La entidad de origen portugués es la resultante del rescate en 2014 de Banco Espírito Santo (BES), el cual llegó a ser el segundo banco más grande de Portugal y uno de los más antiguos y conocidos internacionalmente. Novo Banco se quedó con los activos sanos y, en 2017, fue adquirido al 75% por el fondo de capital riesgo norteamericano Lone Star. El Estado de Portugal, a través del Fondo de Resolución, mantiene el 25% restante. Con la operación de venta de su sucursal española, la matriz se desahogaría financieramente y, por tanto, el año que viene tendría que pedir menos dinero al citado Fondo de Resolución, ayuda enmarcada en el mecanismo de capital contingente que se incluyó en el acuerdo de venta a Lone Star.

LA VENTA DE NB GESTIÓN A TREA, EN RIESGO

Previamente, ya había llegado a un acuerdo con Trea Asset Management para traspasarle su gestora de activos -Novo Banco Gestión- por 15 millones de euros, aunque la operación no se ha cerrado todavía y, con la decisión de poner a la venta todo el banco, incluso corre el riesgo de echarse atrás. Novo Banco trasladó un día antes a Trea su decisión, y ahora esta gestora es quien tiene la pelota sobre su tejado.

Como publicó Bolsamanía en marzo, el cierre de la operación de Novo Banco Gestión pendía de un hilo y corría el riesgo de no llevarse a cabo. Trea se hizo con un negocio de alrededor de 800 millones, pero repartido entre tres tipos de actividades muy distintas entre ellas: vehículos familiares, que representan más del 50% del patrimonio total de Novo Banco Gestión, productos generalistas “de fábrica” y un tercer tipo de vehículos subgestionados o asesorados por terceros, los conocidos como fondos de autor. Pero el acuerdo de venta con Novo Banco no incluía ningún tipo de exclusividad, ni de que los banqueros y agentes colaboradores se mantengan en la entidad -su posible marcha podría provocar una fuga de patrimonios a otra entidad- ni de que los fondos más generalistas se tengan que seguir vendiendo en la red del banco. Ahora el panorama para Trea es peor aún, porque podría quedarse sin red a la que vender de un plumazo, a lo que se suma la fuerte pérdida patrimonial en la gestora tras la crisis del coronavirus.

Según varias de las fuentes anteriores, entre esta semana y la próxima Trea tenía previsto recibir la autorización pertinente por parte de la CNMV, por lo que tendrá que decidir a marchas forzadas si, a pesar de todo, cierra la compra o desiste de ella. Una de las fuentes consultadas prevé que Trea dé un paso atrás, ya que la operación “no tiene sentido para ellos en estas circunstancias”.

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