• Robert Casajuana: "A corto plazo se podrían reducir las exportaciones a España por el previsible enojo"
  • Ramon Morell: "Dentro de Cataluña, los empresarios que conozco tienen bien presente la evolución del síndrome de independencia"
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Cataluña vuelve a colocarse en el ojo del huracán en este otoño que está siendo de todo menos tranquilo. A la inestabilidad política que conlleva la ausencia de acuerdo para investir a un presidente del Gobierno, se añade el enésimo órdago soberanista: la voluntad de convocar un referéndum sobre la independencia de la región en el plazo de un año.

Si bien las repercusiones inmediatas del anuncio del president de la Generalitat, Carles Puigdemont, son difíciles de ver, dadas las turbulencias de las bolsas ante la crisis de Deutsche Bank, en el medio y largo plazo se dejarán notar los efectos de la paulatina desconexión que el Govern de la Generalitat llevará a cabo hasta julio de 2017.

Las consecuencias de una eventual independencia de Cataluña que, si Puigdemont sigue al pie de la letra su hoja de ruta llegará tras una victoria del “sí” en el referéndum que convocará en septiembre del año próximo, son imprevisibles. Si bien hay antecedentes muy cercanos en el “Brexit”, aún no se tienen cifras para valorar indicadores tan importantes como el impacto en el Producto Interior Bruto (PIB) de Gran Bretaña, aunque diversas estimaciones han alertado que se puede contraer entre un 3% y un 6%. Y esto sin entrar en materia de derecho internacional y de cómo se comportaría la Unión Europea.

Precisamente, los indicadores macroeconómicos: evolución del PIB, de la tasa de paro o de las exportaciones son datos que Carles Puigdemont presenta con orgullo de manera habitual. Y durante el debate parlamentario sobre la cuestión de confianza, celebrado entre el 28 y 29 de septiembre, ha echado mano de estadísticas y cifras de crecimiento para explicar la buena salud económica de la que goza Cataluña.

Muy especialmente se sirve de estos datos para apoyar su denuncia -que es una de las constantes de los soberanistas catalanes- de maltrato fiscal por parte del Ejecutivo central a Cataluña. “El 8% de déficit fiscal sale tanto del bolsillo de un independentista como de la de un dependentista. Las consecuencias de la falta de recursos las sufren todos por igual, de la misma manera que los beneficios de un reparto justo también serían para todos”, dijo Puigdemont antes de enumerar los datos que demuestran -asegura- que Cataluña es el motor de España.

“La economía catalana suma cinco trimestres consecutivos creciendo más de un 3% y 13 trimestres consecutivos de crecimiento positivo, siempre por encima de la media española”, destacaba Puigdemont. Sobre el paro, indicaba que “está por debajo del 16%, muy por debajo de la media española. Una diferencia que, por cierto, ha ido al alza desde el inicio de la crisis”.

En Cataluña el PIB ha crecido un 3,5% interanual en 2016 y que la tasa de paro se mantiene cuatro puntos por debajo de la media española

Los últimos datos del Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat) corroboran que el PIB ha crecido un 3,5% interanual en 2016 y que la tasa de paro se mantiene cuatro puntos por debajo de la media española del 20%. Las exportaciones catalanas, otro de los indicadores que maneja Puigdemont, suben hasta un 2% en junio de 2016 -también según el Idescat. Pero lo que no comenta el president de la Generalitat es qué pasaría con el vigor de la economía catalana en caso de independencia.

Robert Casajuana, gestor de carteras en SLM y profesor de ISEFi, remarca que estos indicadores van ligados a la producción de bienes y servicios sobre todo. No obstante, “a corto plazo sí que se podrían reducir las exportaciones a España por el previsible enojo y la tradicional falta de pragmatismo de Madrid hacia los problemas territoriales”.

“Es decir se dañaría de entrada el PIB catalán”, explica Casajuana. Más teniendo en cuenta que las ventas de bienes y servicios de empresas catalanas al resto de España superan a las exportaciones que hacen al resto del mundo y los ingresos procedentes de las ventas en otras comunidades autónomas representan el 30% de su riqueza, si hacemos caso a un reciente informe de Convivencia Cívica Catalana.

Sin embargo, el profesor de ISEFi cree que “a medio plazo España volverá a ser el cliente principal de Cataluña porque el proveedor provisional es menos competitivo que el catalán, cuando las aguas vuelvan a su cauce, volverá a comprar al proveedor habitual”. En cuanto a la demanda interna catalana, cree Casajuana que “no sufriría cambios importantes por el hecho de la independencia”.

“No deberían haber demasiados problemas en mantener el nivel de exportaciones si Cataluña permanece dentro de la UE y sus socios comunitarios continúan la lenta pero progresiva recuperación de sus ritmos de crecimiento”, asegura el experto.

Sin embargo, Ramon Morell, analista de ETX Capital indica que tanto el PIB como las exportaciones también van a verse afectados por el “efecto huída que una potencial independencia puede tener en las empresas de ámbito nacional o internacional radicadas hoy en Cataluña”.

Tanto el PIB como las exportaciones también van a verse afectados por el efecto huída que una potencial independencia puede tener en las empresas


FUGA DE EMPRESAS E INCERTIDUMBRE

De hecho, la salida de empresas del territorio catalán ha ido en aumento en los últimos años. Un informe de la Asociación Empresaris de Catalunya cifra en 490 las empresas abandonaron Cataluña en el primer semestre de 2016. Recopilando datos del Idescat, Axesor y otras fuentes, el documento refleja que Cataluña perdió, en 2015, 815 domicilios fiscales, lo que representa un 0,32% del total de empresas con asalariados. Pero la fuga de empresas podría ser coyuntural, ya que el mismo informe recoge que Madrid, "donde no consta que haya un proceso soberanista", perdió 1.035 domicilios fiscales, un 0,5% del total de las empresas de la comunidad.

De vuelta a Cataluña, la independencia podría precipitar la emigración de sociedades hacia otros territorios “a menos que la Generalitat ofreciera ventajas fiscales serias y seguridad jurídica clara a las empresas y que el gobierno de España no penalizara mediante aranceles los productos catalanes”, señala Morell. Lo que si deja claro el analista de ETX es que sin tejido empresarial “difícil veo que se mantuviera el crecimiento anterior”.

Por otra parte, Puigdemont llama a la tranquilidad y asegura que la independencia no provoca incertidumbre en los consejos de administración de las principales empresas, en cambio, la ausencia de gobierno en España sí. Los expertos consultados por Bolsamanía discrepan en gran parte esta afirmación. Ramon Morell explica que si bien “el IBEX ciertamente refleja las preocupaciones por la falta de gobierno que no sea en funciones, dentro de Cataluña, los empresarios que conozco tienen bien presente la evolución del síndrome de independencia”. “Cuando hay actuaciones como la del Parlament (el anuncio de un referéndum), rápidamente se sacan y actualizan los planes de coyuntura elaborados para estas situaciones”, asegura el analista.

Otro dato a tener en cuenta es el de la inversión extranjera productiva. Según datos del Ministerio de Economía del primer semestre de 2016, la llegada de capital foráneo a la región se ha desplomado un 60%. En todo el Estado, entre enero y junio ha caído un 29%, siendo Madrid la comunidad donde más se ha invertido desde el extranjero: un 50% del total. A Cataluña, ha llegado sólo el 15,8% del total.

Aunque el descenso del apetito extranjero en Cataluña es considerable, podría haber también un cierto efecto coyuntural, sin embargo Robert Casajuana, por su parte, descarta completamente que la inestabilidad política en el Estado se traslade a los mercados. “De hecho es muy destacable que a pesar del gobierno provisional en España desde casi hace un año y del proceso catalán, el bono español a 10 años ha mejorado y se ha conseguido reducir su rendimiento (coste de financiación para el emisor España) hasta niveles ligeramente inferiores al 1%, con la consecuente mejora de la prima de riesgo”, señala el profesor de ISEFi.

¿SE PODRÁ FINANCIAR CATALUÑA?

Otra de las grandes incógnitas que ensombrecen la independencia de Cataluña es su coste y dónde obtendría financiación un hipotético Estado catalán. Estudios del Institut d'Estudis de l'Autogovern, que dirige Carles Viver Pi-Sunyer, han fijado el coste de la desconexión de Cataluña con el Estado español en 20.000 millones de euros el primer año. No obstante, el Consell Assessor de la Transició Nacional fijó la suma en 5.000 millones de euros al mes.

La clave, tal y como explica Nació Digital, es que durante este año se despliegue, en el marco de sus competencias actuales, la Hacienda catalana dotándola de un número más elevado de recursos y funcionarios. Se estaría, de este modo, a punto para poder asumir con una cierta rapidez el cobro de los impuestos del nuevo estado.

La deuda catalana no goza ahora de buenos ratings: la financiación en los mercados internacionales saldría demasiado cara

Pero esto no será suficiente y, de hecho, Casajuana advierte que las mayores incertidumbres están en la partida de gasto público. Para el gestor de carteras en SLM, la duda radica en que si los gastos corrientes, ahora en parte financiados por el gobierno central, “podrían ser cubiertos con los recursos excedentes de la eliminación del déficit fiscal que actualmente tiene Cataluña y de unos costes razonables de financiación de la deuda catalana en los mercados de capitales”.

Sin embargo, la calificación de esta deuda no goza ahora de buenos ratings con lo que la financiación en los mercados internacionales saldría demasiado cara, “más si se tiene en cuenta el desconocimiento de los operadores del mercado de bonos sobre la economía catalana”, indica Casajuana. Y añade: “No sé qué tipo aceptarían los inversores institucionales de bonos soberanos para comprar deuda catalana, lo que sí sé es que todo lo que fueran costes superiores al 7% en 10 años sería inviable”. El antecedente está en 2012 cuando el bono español flirteó con estos niveles, a un paso del rescate del país.

Ramon Morell es más pesimista ya que opina que, de entrada, “Cataluña tendría el flujo cortado en España y en el resto de Europa Occidental. Quizá podrían encontrar algo en el Reino Unido pero no parece viable porque incordiaría en la negociación del ‘Brexit’. En Europa Oriental tampoco interesa mostrar apoyo a regiones independentistas por lo que pudiera pasar allí. Y América Latina no está para regalar nada”.

Al final, concluye el analista de ETX, los únicos que podrían apoyar con financiación vienen de Asia, árabes, chinos y rusos, con las implicaciones que ello tiene en sus acuerdos comerciales con la Eurozona”.

Difícil es la palabra que domina la cuestión de la independencia de Cataluña en materia económica. Puigdemont no es ajeno a todos estos impedimentos, tal vez por este motivo se esfuerza en insistir que lo deseable es una salida negociada con el Estado español. Un referéndum pactado a la escocesa, que pudiera darle la validez internacional que a la vía unilateral le falta.

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