Rivera-Iglesias-Salvados

El debate entre Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos) organizado anoche por Jordi Évole en su retorno al ‘prime time’ de los domingos ha resultado muy ilustrativo para sacar algunas conclusiones, que pronto pueden ser definitivas, sobre los dos principales partidos emergentes.

Rivera, en definitiva, no sólo representa una opción nueva e incontaminada que, aunque sólo sea por la falta de biografía, no ha tenido ni tiene relación alguna con la corrupción...

Lo más revelador del cara a cara es que, en tanto Ciudadanos tiene un programa bien elaborado, posibilista, basado en los datos reales y encaminado a conseguir una especie de capitalismo con alma, caracterizadamente centrista en los baremos que se manejan en Europa, Podemos prefiere refugiarse en una relativa utopía, y efectúa propuestas desmesuradas o sencillamente inviables porque –vino a decir Iglesias- sólo así, elevando conscientemente el listón de la exigencia hasta lo imposible, se podrá dar un salto cualitativo hacia adelante.

Así fue el cara a cara entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en directo

Rivera, en definitiva, no sólo representa una opción nueva e incontaminada que, aunque sólo sea por la falta de biografía, no ha tenido ni tiene relación alguna con la corrupción, sino que ha elaborado un proyecto viable que, partiendo de los fundamentos institucionales del sistema –la Constitución- y respetando el espíritu del régimen –que es el de la Transición-, plantea una profunda modernización y regeneración del sistema.

Iglesias, en cambio, aunque ayer no habló de emprender un proceso constituyente como sí consta en alguno de sus programas (es conocida la curiosa evolución programática de Podemos desde aquel programa radical de las elecciones europeas del año pasado), no ha dejado de moverse por el terreno pantanoso de la demolición de lo que hay para erigir no se sabe bien qué, sin que esté tampoco claro hasta dónde llegan sus propuestas más bolivarianas, inquietantes y utópicas, como las nacionalizaciones (incompatibles de la UE), el establecimiento de un salario social que cobrarían todos los ciudadanos por el hecho de serlo, etc.

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ENTRE LA CONCIENCIA Y LAS VACILACIONES

El contraste entre la solvencia de Rivera, que se ha preparado a conciencia para el reto del 20D, y las vacilaciones de Iglesias, dispuesto a conquistar el cielo pero sin un itinerario conocido, ha sido demoledor para este último, que por cierto se ha hundido en las encuestas a medida que el público ha tenido ocasión de conocer su deriva y sus debilidades programáticas e intelectuales.

De cualquier modo, el debate de ayer permite obtener otras conclusiones procesales que vienen muy a cuento. En primer lugar, es evidente el interés de celebrar debates a cuatro (o a cinco, porque Izquierda Unida mantiene su presencia con renovadas energías generacionales), además o en lugar de los tradicionales debates a dos, que resultarían en todo caso insuficientes. Y en segundo lugar, ha quedado claro que son mucho más amenos y útiles los debates informales, sin tiempos tasados ni temarios predeterminados, que los formales y tasados, con reglas fijas y una desoladora falta de espontaneidad.

Antonio Papell

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