• Las asociaciones de trabajadores critican la actitud de las empresas en un momento tan delicado
  • El azúcar vive una crisis de imagen y un castigo fiscal por parte de los gobiernos
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AzúcarUWE HERMANN/FLICKR

La expresión ‘a nadie le amarga un dulce’ comienza a perder su efecto. Y es que el sector del azúcar no pasa por su mejor momento. La caída de la reputación del azúcar en la sociedad, los impuestos a los productos azucarados y la reciente liberalización del sector en Europa generan un ambiente de incertidumbre a las compañías y, sobre todo, a los trabajadores de esta importante industria para España.

Más aún, cuando son los gigantes del sector los que encienden las alarmas. El pasado 18 de enero Associated British Foods (ABF), conocido por ser la matriz de la compañía textil Primark, anunciaba que su filial AB Sugar, primer productor de azúcar a escala mundial, había sufrido un recorte del 12% de su beneficio en las últimas 16 semanas y reducía su previsión de beneficios (‘profit warning’) para el resto del año.

Una alerta que se producía, principalmente, “por los precios significativamente menores del azúcar en la Unión Europea (UE), lo que afectó negativamente a nuestras empresas en el Reino Unido y España”, informaba el gigante británico en su comunicado. Una declaración que pone el foco en su filial española, AB Azucarera Iberia, empresa líder en la producción de azúcar en nuestro país.

Una alerta que cala entre los trabajadores del sector. “En España, el sector del azúcar no vive un problema empresarial, vive un problema social”, afirma Matías Llorente, secretario general de Ugal-Unión de Pequeños Agricultores y Agricultores (UPA) en Castilla y León, la Comunidad Autónoma donde más actividad tiene esta industria. Fernando García, responsable del sector remolachero de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), ve a la industria en peligro, sobre todo, por “la senda economicista que ha adoptado Azucarera”.

Ni ABF ni su filial española han querido mostrar su postura a ‘Bolsamania’. Azucarera es responsable de 4.600 puestos de trabajo de los 10.000 totales con los que cuenta el sector en España. La plantilla está formada por 900 empleados directos, a los que se unen los 3.700 agricultores con los que trabaja la compañía azucarera, y “genera más 300.000 jornales durante las campañas de recolección en el norte y el sur de España”, según informa en su web Azucarera. La facturación anual de la filial española de ABF supera los 500 millones de euros. No obstante, los expertos del sector estiman que la empresa reportará este año unas pérdidas de 30 millones de euros.

Azucarera es responsable de 4.600 puestos de trabajo de los 10.000 totales con los que cuenta el sector en España

Su operativa se centra en Castilla y León. La empresa cuenta con cinco centros de producción, envasado, suministro e I+D+i situados en Zamora (Benavente y Toro), León (La Bañeza) y Burgos (Miranda de Ebro). Estas plantas se proveen de remolacha procedente de las comunidades autónomas de Castilla y León, País Vasco, La Rioja y Navarra. En datos de la comunidad autónoma, Azucarera ha obtenido en su última campaña 1,5 millones de toneladas de azúcar, que reciben sus cuatros fábricas.

En Andalucía, AB Azucarera Iberia opera en una fábrica, en Cádiz (Jerez de la Frontera), en la que se extrae azúcar procedente de remolacha y del refino de azúcar crudo de caña, así como energía, mediante procesos de cogeneración. La remolacha procede principalmente de campos de cultivo de Cádiz y Sevilla. En esta planta, la filial de ABF produjo cerca de 600.000 toneladas.

El único competidor de Azucarera en España es la Sociedad Cooperativa General Agropecuaria ACOR. Una cooperativa castellanoleonesa fundada en 1962, que agrupa a más de 5.000 socios agricultores, y que actualmente tiene presencia en los sectores de aceites alimentarios, biodiesel, distintos productos destinados a la alimentación animal y energía eléctrica renovable.

Pero, sobre todo, la cooperativa destaca por la producción y comercialización de azúcar. ACOR produjo en su última campaña 924.412 toneladas de azúcar, que recibe en su única planta de Olmedo (Valladolid). La cooperativa emplea a cerca de 1.100 trabajadores y unos 4.300 agricultores de remolacha. La facturación aproximada de la sociedad se sitúa en los 141 millones de euros. “Una cooperativa que le está comiendo terreno a Azucarera por su mejor trato a los agricultores”, afirma Matías Llorente.

ALERTA POR ‘LIBERALIZACIÓN’

El pasado 1 de octubre el sector sufrió un giro de 180 grados. El sistema de cuotas de producción expiró tras más de 50 años de existencia. Junto con las cuotas, desaparecieron los precios mínimos garantizados y la limitación de las importaciones de azúcar. En España, la industria azucarera vive estos primeros meses de liberalización con muchas dudas.

En 2017, el precio de la tonelada de azúcar cayó por debajo de los 500 euros. “En estos momentos el precio baja de los 380 euros, lastrado por una caída del 16,5% en los dos últimos meses del pasado año”, añade el representante de UPA. “Los precios están muy bajos y se pone en riesgo la producción con la llegada de azúcar de los grandes países productores de caña como son Brasil, Tailandia o India”, alerta Fernando García.

Hasta el 30 de septiembre, España tenía asignadas 498.480 toneladas de azúcar, que se repartían entre cuatro fábricas de AB Azucarera Iberia (378.480 toneladas) y una fábrica de la cooperativa ACOR (120.000 toneladas). Con la desaparición de la cuotas, España tiene la oportunidad de conseguir un aumento en la producción de remolacha y azúcar para abastecer el mercado interno, que es deficitario, dado que, frente a una cuota cercana al medio millón de toneladas, el consumo está estable en 1,3 millones de toneladas.

No obstante, García indica que “las fábricas españolas se han quedado pequeñas para aumentar la producción”. El agua es el principal factor negativo para que la industria azucarera española compita con el resto de Europa. “Las plantaciones de remolacha en España son de regadío, a diferencia que otros productores europeos, y los problemas hidráulicos del país, que son más que conocidos, causan una daño grandísimo en las plantaciones de remolacha”, añade Matías Llorente. Por último, los expertos señalan el factor energético y su alto coste como otro de los condicionantes negativos.

A todas estas dificultades de producción se le une la mala reputación del azúcar. En estos tiempos saludables, los productos azucarados se han convertido en un ‘enemigo’ de la sociedad. Los gobiernos de Reino Unido y de España han comenzado imponer tasas al azúcar, un contexto que pone en riesgo la estabilidad del consumo en el país.

“Hay una desconfianza de los propios agricultores en el sector”, afirma el secretario general de Ugal-Unión de Pequeños Agricultores y Agricultores. Por otro lado, señalan un nombre propio en esta preocupante escenario. “Azucarera ahora quiere controlar todos los aspectos de la industria y no respeta los derechos de los trabajadores”, afirma Matías Llorente. Por su parte, el responsable del sector remolachero de COAG también carga contra la filial de ABF. “La gestión del mayor productor azucarero en España ha sido nefasta, en contra de la propia compañía”, valora. Un escenario que deja una ambiente poco optimista. El azúcar en España tiene un presente poco dulce. Y un futuro que se prevé amargo.

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