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Francisco González

En verano de 2014, el periodista que esto suscribe preguntó a Francisco González si, tras la abdicación del rey Juan Carlos, había considerado él también retirarse para dar paso a una nueva generación al frente de BBVA. Su respuesta fue propia del personaje: "¿Usted qué cree?". Pues que no, claro. Hoy, en el día en que se debía hacer oficial su salida de la presidencia, parece que FG sigue pensando lo mismo que entonces.

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Ya cuando anunció oficialmente su retirada como presidente, en la presentación de los resultados anuales de 2017, González dijo que "no concibo continuar en ningún cargo en BBVA, porque cuando uno se va, se va"... para añadir inmediatamente después que "bueno, solo aceptaría una presidencia de honor si el consejo me la ofreciera". Ahí estaba el truco, que se confirmó ayer con su nombramiento para ese cargo y para el de presidente de la Fundación BBVA.

Es decir, FG se va pero poco. Se va como se fueron Isidre Fainé de CaixaBank o Braulio Medel de Unicaja Banco, donde actualmente presiden las fundaciones en que se han transformado las antiguas cajas de ahorros propietarias de estas entidades. Y, como todo el mundo sabe, ni Fainé ni Medel mandan nada en la gestión ni en la estrategia de sus bancos.

Bromas aparte, se trata de un síntoma de la pésima gobernanza del sector bancario español, salvo honrosas excepciones. Tradicionalmente, nuestros bancos han tenido presidentes ejecutivos que acaparaban todo el poder y nombraban consejeros delegados que eran poco más que palmeros del señorito; como mucho, gestores del día a día del negocio. Pero sin ningún poder sobre la estrategia ni sobre las grandes decisiones.

Esto todavía sigue ocurriendo en muchas entidades, en especial (pero no solo) en las procedentes de las antiguas cajas, y en algunos casos -como el de Bankinter- el mandamás ni siquiera tiene un cargo (que no puede tener al estar inhabilitado por esconder parte de sus acciones). Pero los tiempos cambian, el BCE aprieta y las leyes pretenden acabar con el sistema caciquil que llevó al desastre a las cajas, al que se han puesto todo tipo de trabas.

Ahora bien, el país del Lazarillo ha encontrado las vías para esquivar la ley y seguir la máxima lampedusiana de cambiarlo todo para que todo siga igual. Algunos presidentes, como Manuel Menéndez, se han reconvertido en consejeros delegados y han puesto 'presidentes florero'. Otros, los de edad más provecta, han pasado a presidentes de honor o de las fundaciones, como Fainé y Medel. Cargos sin poder teórico pero que permiten a los verdaderos factótum seguir controlando todo y, sobre todo, seguir tomando las decisiones estratégicas.

Y ese es el camino que va a seguir ahora González. Oficialmente no tendrá poder, pero en el mundo real podrá tutelar los pasos de Carlos Torres, que tendrá cortadas las alas para gestionar con total libertad. Esto recuerda a la defensa de los implicados en los Papeles de Panamá: tener una sociedad en Panamá no es ilegal si se tributa por ella. Pero entonces, ¿para qué quieres una sociedad en Panamá pudiendo tenerla en España? Si te vas del todo del banco, ¿para qué quieres ser presidente de honor?

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