• Las grandes energéticas asumen fuertes pérdidas para volverse verdes
ep greta thunberg se une a los jovenes por el clima en madrid 6-12-2019
Greta Thunberg se une a los Jóvenes por el Clima en Madrid.EUROPA PRESS

La la Cumbre del Clima en Madrid ha provocado una histeria en nuestras grandes empresas por volverse verdes de repente. De todos los sectores -incluyendo la banca-, pero, sobre todo, las energéticas, las que más contaminan. Y eso, a costa de asumir grandes pérdidas que pueden perjudicar mucho a sus accionistas. Más allá, si queremos tomarnos en serio el cambio climático, hacen falta inversiones y subvenciones públicas, que, dado nuestro incumplimiento pertinaz del déficit, deben implicar recortes de otros gastos.

La semana pasada, Endesa -la empresa más contaminante de España- anunció inversiones de 6.300 millones para decir adiós al carbón, lo que implicará un fuerte recorte del dividendo y un incremento del 47% en su deuda. Esta semana, Repsol ha seguido sus pasos con el anuncio de una depreciación de sus activos para reducir emisiones por 4.800 millones, lo que significará unas pérdidas históricas. Un movimiento que chirría mucho tratándose de una empresa dedicada a los combustibles fósiles, que ha hecho que Expansión titulara un editorial "Repsol, la petrolera no petrolera", parafraseando el famoso anuncio de ING.

En efecto, este movimiento resulta muy chirriante y da la impresión de que se ha precipitado para ponerse la medalla en la Cumbre del Clima. Es lo que se ha definido como "ecopostureo" (greenwashing) y que también hace fortuna en el sector de los fondos de inversión; ahora todos dicen invertir solo en empresas verdes, algo que ya ha provocado fricciones entre las grandes firmas con acusaciones mutuas de que esta política no es más que una pose.

Curiosamente, esta semana también ha tenido lugar la mayor OPV de la historia... de una petrolera: la estatal saudí Aramco. Aunque no ha llegado a las cifras fantásticas que pretendía el Gobierno de Arabia, estamos hablando de 1,5 billones de dólares (supera a Apple por capitalización) y con una fuerte sobredemanda. Es decir, que los inversores siguen apostando por el negocio del crudo pese al 'ecopostureo', a la caída de la demanda y a las tensiones geopolíticas. Por pura casualidad, esta misma semana la OPEP ha aprobado un nuevo recorte de la producción para impedir una caída del precio del barril.

INVERTIR EN TRANSPORTE PÚBLICO ECOLÓGICO

Es decir, la economía mundial todavía depende y va a depender del petróleo durante muchos años, lo cual cuestiona movimientos como el de Repsol. Pero el cambio climático ya cuenta con suficientes evidencias científicas como para tomárselo muy en serio, sobre todo pensando en las nuevas generaciones. Y para frenarlo, no basta con estos movimientos de algunas empresas (y ya veremos en qué se quedan cuando se apaguen los ecos de la cumbre).

Hace falta cambiar los hábitos de la ciudadanía, y para ello no hay más remedio que acometer inversiones públicas y subvenciones. Si queremos que la gente no coja el coche todos los días para ir a trabajar, tendremos que tener redes de transporte público no contaminante (básicamente, metro, cercanías y tranvía) eficaces, mucho más rápidas y con frecuencias mucho mayores que las actuales.

SUBVENCIONAR EL COCHE ELÉCTRICO Y EL CAMBIO DE CALDERAS

Si queremos que triunfe el coche eléctrico, hay que subvencionarlo, porque quienes usan su vehículo diésel a diario son los habitantes de la periferia de las grandes ciudades, que no tienen dinero para pagar los precios actuales de los eléctricos. Algo que ya hacen otros países como Francia y Alemania, y que nosotros hemos hecho en el pasado con los planes PIVE o Prever. Sin olvidarnos de que estos coches tienen que incrementar muchísimo su autonomía y que hacen falta muchos más puntos de recarga. Esta necesidad de inversiones y subvenciones se aplica también a la sustitución de las calefacciones de gasoil o de carbón, o al uso masivo de plásticos en los supermercados.

Pero como en España, a diferencia de los países centrales de la UE, las finanzas públicas están en la UVI (llevamos una década incumpliendo los objetivos de déficit), estos incrementos del gasto público deben conllevar necesariamente una reducción equivalente de otras partidas. Y dada la resistencia de los Gobiernos del PP y del PSOE a recortar gasto público improductivo -porque implica reducir los puestos de trabajo otorgados a los afines-, no caben grandes esperanzas de que ninguno vaya a tomar las medidas necesarias para luchas contra el cambio climático. Todo se quedará en palabras como las de Pedro Sánchez en la Cumbre. Ecopostureo.

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