José Antonio Álvarez es un gran soldado y tiene que hacer lo que le toca. Es lo que dijo Ana Botín en la presentación de los resultados de Santander en referencia a que Álvarez ha tenido que comerse el sapo de volver a ser consejero delegado… después de apartarle del cargo para fichar a una estrella de la banca internacional, Andrea Orcel. Cuando Botín se echó atrás para no pagar a Orcel lo que costaba su fichaje, rescató a Álvarez de su exilio en Santander España y le devolvió su antiguo cargo. Y él, como buen soldado, acató la orden sin rechistar en primer tiempo de saludo.

Más allá de las personas, en su nuevo plan estratégico la principal medida que propone el banco para ilusionar al mercado es un fuerte recorte de costes de 1.200 millones: que se vayan preparando los empleados de Popular y Santander España. Una vez descartado Orcel, ya no se habla de reestructuración, de creación de una banca de inversión ni de una gran operación corporativa. Y encima, los analistas siguen preocupados por su nivel de capital. Los soldados Botín y Álvarez tienen mucho que pelear todavía.

Esta semana, en Money Talks: la guerra de los soldados Botín y Álvarez.

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