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Manuel Jove en la inauguración de uno de sus hoteles en MarruecosINVERAVANTE

Este jueves falleció Manuel Jove, uno de los 'señores del ladrillo' que protagonizaron la burbuja inmobiliaria. Pero no uno más: el empresario coruñés consiguió pega el mayor de los muchísimos 'pelotazos' que se dieron en los años de vino y rosas, la venta de Fadesa a Fernando Martín por 4.000 millones. La empresa acabó declarando el mayor concurso de acreedores de la historia y liquidándose, y Martín acusó a Jove de engañarle, pero este acabó venciendo en el Supremo.

Corría el año 2004 y nuestro país vivía el "milagro español" que sorprendía a la UE con un crecimiento explosivo (y, por primera vez en la historia, sin inflación) y que acercaba por fin nuestra renta a la media comunitaria. Ese milagro provenía prácticamente de un monocultivo, el ladrillo, que demostraría tener los pies de barro cuando pinchó la burbuja. Pero por entonces la riqueza no solo llegaba a los empresarios, sino a albañiles, fontaneros y electricistas, el consumo se desbordaba y todo era alegría.

El 30 de abril (se acaban de cumplir 16 años), una inmobiliaria familiar gallega poco conocida, Fadesa, debutaba en bolsa. Lo hacía tras una exitosa OPV del 33% del capital (la familia seguía controlando el 66%) en la que la fuerte demanda le permitió alcanzar una valoración de 1.380 millones, una cifra que le colocaba en puestos para acceder al Ibex y que solo era superada por la entonces gigante Metrovacesa dentro de su sector.

¿Cuál era el secreto de Fadesa, cuya cara visible era Felipa Jove, la hija del fundador? Pues que poseía ingentes cantidades de suelo rústico -era el mayor tenedor de terreno de España- comprado a precio de ganga y a base de préstamos bancarios. La idea era que todo ese suelo iba a recalificarse para pasar a urbanizable y eso dispararía su precio para construir en él o para venderlo a terceros. Una jugada redonda que prometía enormes beneficios. ¿Qué podía salir mal en un país en que "la vivienda nunca baja"?

Pues que la rueda dejara de girar y que la vivienda bajara. A finales de 2006 ya estaba perdiendo velocidad a ojos vistas, aunque el mercado todavía mantenía bastante pulso. Manuel Jove había iniciado una diversificación internacional, con la construcción de hoteles en varios países, y sectorial, con la compra del 5,1% de la eléctrica Fenosa. Pero seguía teniendo el riesgo de sus enormes cantidades de suelo, que en muchos casos ya tenía claro que no podría urbanizar. Y justo entonces, se le abrieron los cielos de la mano del vallisoletano Fernando Martín.

EL MAYOR PELOTAZO DE LA BURBUJA

Martín era otro empresario inmobiliario conocido por haber presidido el Real Madrid durante apenas dos meses tras la tumultuosa dimisión de Florentino Pérez. Su empresa, Martinsa, había hecho dos megadesarrollos en la periferia de Madrid, Las Tablas y Monte Carmelo, pero no terminaba de entrar en el selecto grupo de los supermillonarios del ladrillo ni a pisar moqueta en los palacios del poder capitalino. Lo había intentado con Vallehermoso pero Sacyr se la quitó de las manos. Y estaba dispuesto a todo para conseguirlo fusionándose con Fadesa.

Jove lo vio cegado por el oropel y la atención mediática del palco del Bernabéu, y no solo vio la oportunidad de acabar son el problema que le quitaba el sueño, sino de encima forrarse. Negoció con Martín y le sacó una prima ¡del 33,7%! sobre una cotización en bolsa que por entonces duplicaba la de la OPV. La valoración quitaba el hipo: 4.045 millones. Martín tendría que vender un 4% que también poseía en Fenosa e importantes paquetes en Santader y BBVA. Pero estaba decidido a poner lo que hiciera falta y la banca, capitaneada por Caja Madrid, a prestársela.

Ni que decir tiene que Jove le entregó Fadesa con un lacito en una opa sobre el 100% a la que se tuvo que comprometer a acudir irrevocablemente. Eso y lo que hubiera hecho falta. Un pelotazo sin precedentes que le permitió iniciar una era de nuevas inversiones mucho más diversificadas y, entre otras cosas, construirse una mansión futurista en el municipio coruñés de Oleiros conocida popularmente como "el ovni de Jove".

JOVE TAMBIÉN GANÓ EN EL SUPREMO

martinsa fadesa liquidacion

Por el contrario, Martín se quedó con una bomba de relojería en sus manos que estallaría menos de dos años después. El derrumbe del mercado inmobiliario y el enorme endeudamiento conjunto de Fadesa y de Martinsa hundieron el gigante. La bolsa empezó a descontar la debacle con fortísimas caídas -como posteriormente haría con Abengoa o el Popular-. La propia Caja Madrid de Miguel Blesa le puso una niñera, Carlos Vela, para que vigilara el riesgo que tenía en la empresa y que podía llevarse la entidad por delante (como así fue, junto a otras operaciones similares más pequeñas).

Al final, todo se vino abajo y tuvo que pedir el concurso de acreedores en julio de 2008 -antes de la quiebra e Lehman- con un pasivo que suponía el récord histórico en nuestro país: más de 7.000 millones.

Martín consiguió levantar el concurso tres años después con un convenio en el que prometía devolver hasta el último euro en 10 años. Pero la gravedad de la crisis dejó sus planes en quimera y tuvo que asumir la liquidación en 2015. Como no podía ser de otra forma, echó la culpa a Jove de sus males y le acusó de haberle engañado con la valoración de los suelos de Fadesa. Le exigió una compensación de 1.500 millones, pero el gallego le ganó en las diferentes instancias judiciales hasta la victoria final en el Supremo ese mismo año.

Pero no todo le salió tan bien a Jove. Con el dinero del pelotazo, montó la sociedad de inversión Inveravante, donde tuvo algunos tropiezos como su inversión en BBVA, donde tomó una participación del 5% que en 2012 comenzó a reducir para tener que salir de la entidad en 2014. O sus aventuras en Parque Warner de Madrid o la textil también gallega Caramelo. En los últimos años, apostó por el sector que mejor ha ido, las energías renovables, y volvió al ladrillo y a los hoteles. Eso sí, cuando consideró que había pasado el suficiente tiempo para que de nuevo fuera rentable. Descanse en paz.

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