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Explotación petroleraMohssen Assanimoghaddam/dpa - Archivo

Después de sobrevivir a la caída de precios y de demanda de hidrocarburos en 2020, con el conflicto de fondo de Reino Unido ante la falta de combustible por la ausencia de camioneros y con el aumento del valor de otras formas de energía derivadas del petróleo, como el gas, por ejemplo, las petroleras encaran otro desafío más: cero emisiones netas en 2050. Los analistas de Capital Group creen que este es un camino complicado y difícil de equilibrar por la naturaleza de su negocio.

“Tenemos a las grandes compañías europeas, que se encuentran en el epicentro y cuentan con planes excelentes para tratar de colaborar con la sociedad en la descarbonización, mientras que las grandes petroleras estadounidenses no han sido tan proactivas”, dice Darren Peers, analista de renta variable de la firma.

Esta doble velocidad en el sector puede plantear un problema mayor para quienes están más atrasadas. Craig Beacock, experto también de Capital Group, cree que existe un dilema entre las compañías sobre cómo descarbonizarse de forma rentable desde el punto de vista económico, “a qué ritmo y en qué medida”. “Es demasiado pronto para saber cuáles lograrán, si es que alguna lo logra, aumentar las actividades con bajas emisiones de carbono y económicamente atractivas”, añade.

Y es que el mercado puede que sea escéptico sobre su posible redefinición del negocio, poniendo de ejemplo a Shell y BP, que han reducido sus dividendos y han visto cómo sus acciones han sufrido en bolsa. “Incluso para las compañías comprometidas con el impulso a las renovables, las cuentas son sumamente complejas en lo que respecta a la cantidad de inversión necesaria para desviar flujo de caja de las actividades del petróleo tradicionales. No creo que los esfuerzos de estas compañías vayan a reconocerse hasta que la economía con bajas emisiones de carbono demuestre dar resultados”, sentencia Beacock.

No hay que olvidar que este es un sector que vive principalmente de combustibles fósiles que son contaminantes, por lo que la reconversión pasa por aumentar la producción de otras modalidades. “El mundo está inmerso en una gran tensión, especialmente las sociedades occidentales. Queremos energía asequible, pero también energía limpia. A veces no hay por qué elegir: así, por ejemplo, la energía eólica terrestre y la energía solar son asequibles y limpias”, afirma Darren.

Precisamente, las compañías europeas están apostando por estas nuevas formas de producción, mientras que las estadounidenses podrían decantarse por “avanzar a partir de las tecnologías de captura de carbono de las que disponen”, además del hidrógeno y los biocombustibles.

Pero esto solo se puede conseguir con inversiones a gran escala. “Algo que, en realidad, podría ser una enorme oportunidad para las grandes compañías petroleras, si pueden encontrar una ventaja de costes competitiva en uno de estos ámbitos” argumenta Darren. También cree que a este esfuerzo se podrían sumar los gobiernos. “Las políticas públicas también podrían influir en el ritmo de cambio de las compañías petroleras y modificar los patrones de demanda de los consumidores, ya sea mediante requisitos de captura de carbono o incentivos financieros para los consumidores que promuevan el paso a energías alternativas”, sostiene.

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